Momo Challenge: qué hacer cuando aparece en videos infantiles
En los últimos días, la reaparición de Momo, el protagonista del peligroso desafío virtual que se popularizó durante el año pasado entre jóvenes usuarios de Whatsapp, generó una alerta en padres y docentes que se volvió viral en las redes. Esta vez, el ser deforme e irreal irrumpió, según las denuncias, en videos infantiles en la plataforma de YouTube Kids, como Peppa Pig, y en videojuegos como Fornite.
"Esto no es algo que comparto porque simplemente me lo contaron. Lo viví en carne propia y sinceramente me puso los pelos de punta", escribió Fernando Freire al comienzo de un posteo en Facebook que se viralizó rápidamente por Whatsapp. Allí, el hombre describe que luego de haber leído los mensajes de otros adultos preocupados, decidió mostrarle a su hijo de cuatro años, quien suele mirar Youtube, una foto de Momo para ver su reacción. La respuesta, fue un grito que hizo que al padre le corriera "frío por la espalda".
"Sácalo, sácalo que es malo, me da miedo, me dice cosas feas", le dijo el niño. "Le pregunté si lo conocía y me dijo: ‘Sí, aparece en los videos’", continuó el padre.
María Zysman, psicopedagoga, fundadora de Libres de Bullying y quien lleva años trabajando sobre el uso responsable y seguro de las redes sociales, explica que en el Momo Challenge, el "juego" que se viralizó el año pasado y que fue comparado con el de la Ballena Azul, se invita a niños y jóvenes a cumplir retos extremos. Además, se amenaza con castigarlos en caso de desobedecer o recurrir a un adulto. Robo de información; incitación a las autolesiones, al suicidio y a la violencia; depresión; insomnio e extorsión, son algunos de los peligros asociados al desafío.
"Desde hace unos años hemos notado la aparición de personajes más o menos virulentos, con mayor o menor presencia, que se infiltran en videos que consumen chicos muy chiquitos. Hay motivos reales para preocuparse pero también hay mucho para hacer para mejorar el vínculo de los chicos con la tecnología", asegura Zysman.
Cuenta que hablando de Momo con los chicos en las escuelas, le pasó como nunca antes "de percibirlos y notarlos realmente asustados". "Algunos se ponían a llorar pensando que solo con nombrarlo se iba a hacer real. Como no están pudiendo hablar y los padres se asustan pero muchas veces no actúan preventivamente, los chicos están muy asustados", continúa la especialista.
Según Zysman, para poder acompañar es "imprescindible conocer" y enumera: qué les gusta a nuestros hijos, en qué páginas y sitios se mueven, qué les da miedo, qué necesitan. "Los chicos más vulnerables a caer en este tipo de ‘juegos’ son aquellos que necesitan elevar su autoestima y demostrar que haciendo algo son valientes, son poderosos y salen sanos y salvos de aquellas travesías sin darse cuenta que están jugando con fuego. Momo es un nombre ficticio que se le da a un tipo de actividad que pone en riesgo la salud mental, social, emocional y afectiva de todos nuestros chicos".
El dialogo, siempre clave
Zysman advierte que la modificación de videos infantiles con propuestas negativas, es algo que suele darse con frecuencia. "Muchas veces uno cree que está tranquilo porque los chicos están mirando dibujitos en YouTube Kids, pero sepamos que todo esto se puede ‘trampear’ de alguna manera. En estos videos pueden aparecen parodias que incluyen drogas, sexo y violencia. Entonces, dato número uno, no los dejemos solos viendo ni el dibujito más inocente".
Para ella, cuando algo genera miedo, muchas veces se calla. "El primer tip para trabajar con los chicos es transmitirles que si alguna vez sienten miedo, asco, rechazo a algún contenido que están consumiendo o frente a un intercambio con una persona, tienen que pedirle ayuda a mamá, papá, un hermano mayor, la abuela o la maestra, para poder detectar situaciones de riesgo", subraya la psicopedagoga.
Carolina es mamá de tres varones de 12, 8 y 4 años. Antes de ayer, luego de que circulara en el chats de madres la alerta por la reaparición de este personaje, le mostró a los dos mayores una imagen de Momo. "El de 8, me abrazó y me pidió que por favor no se lo mostrara, que le daba mucho miedo. El primero abrió grandes los ojos y puso cara de pícaro, como si hubiese descubierto algo. Ahí fue cuando les pregunté dónde lo habían visto y me contaron que fue el año pasado, en una pijamada, cuando otro nene se los mostró", relata Carolina.
"Después me acordé que en ese momento el del medio me había preguntó si Momo existía. Yo lo desestimé y le dije: ‘No existe, no creas todo lo que dicen’. Esa reacción que tuve me pone loca, porque quizás para él fue un padecimiento y no me lo puedo contar porque yo lo desestimé", se lamenta la madre. "La bajada que les voy a hacer hoy en la cena es: ‘El día que aparezca de nuevo en algún video u otro lugar, me tienen que venir a avisar’".
Para Zysman, "instalar aplicaciones de control parental en los dispositivos tecnológicos de los chicos una opción válida, pero mucho más importante es ofrecernos como referente para que no solo hablen, sino que griten cada vez que alguien les pida mantener en secreto su relación".
Generar canales de diálogo, es clave. "Tenemos que hablar de la vida digital como algo más: así como le preguntamos qué hicieron en el jardín o qué tomaron en la merienda, preguntarles qué juego nuevo tienen, cuál es su héroe preferido, si tienen amigos que también usan esas redes, y preguntarle específicamente si alguna vez vieron algo que los asustó, mostrándoles que a nosotros también hay cosas que nos dan miedo, para que no se sientan avergonzados", aconseja Zysman.
Respecto de los mecanismos de control parental, advierte: "Hay muy buenos filtros y muy buenas maneras de acompañar a nuestros hijos en este crecimiento, pero ningún mecanismo de control parental va a reemplazar lo imprescindible de nuestra presencia acompañándolos en este proceso. La mejor aplicación que conocemos todos los que trabajamos en esto es el diálogo".