El camino de tierra colorada hace temblar la camioneta. Hasta el viernes 13 de marzo, cuando Débora Kuinaschuk, directora de la escuela rural 340 de San Juan de la Sierra (departamento de Concepción de la Sierra), en Misiones, notificó a las familias acerca de la suspensión de las clases presenciales a causa de la pandemia por Covid-19, el recorrido de 45 kilómetros hacia la escuela era un ritual de todos los días. Hoy solo lo realiza cada dos semanas, pero siempre junto a otras tres maestras –una de ellas, su hermana Claudia– y la mateada infaltable que las acompaña desde Apóstoles, la ciudad donde residen. "La cuarentena es un tiempo de preocupación en general, no es fácil transitar estos meses sin ver a los chicos. Pero nos enfocamos en acompañar a las familias", cuenta Débora.
A la escuela asisten 37 alumnos, desde nivel inicial a séptimo grado. "Son 28 familias en total", aclara la directora. La primaria se organiza en dos ciclos acoplados: de primero a cuarto grado y de quinto a séptimo. "La estrategia pedagógica que implementamos se basó en seleccionar los temas, organizar las actividades, imprimirlas y entregarlas quincenalmente a cada familia respetando el protocolo de prevención. Después llegaron los cuadernillos de Nación, que adaptamos a nuestro contexto. Hubo que flexibilizar los contenidos para que sean más fáciles de captar a la distancia", detalla.
El tema de la comunicación, central en el marco de educar a distancia, tiene una relevancia enorme en una localidad rural como la de San Juan de la Sierra. Ningún chico tiene computadora, aunque aprenden con las de la escuela y "con la de algún pariente en Posadas", la capital distante a unos 70 kilómetros. "Menos de la mitad de las familias tienen conectividad a Internet en sus celulares, otras no tienen señal de teléfono, o a veces incluso ninguna de las dos cosas. En muchos hogares no hay siquiera luz, agua potable o un televisor", señala Claudia Kuinaschuk, docente a cargo del 2do. ciclo. El problema se hace extensivo a la institución, ya que dado lo bajo del terreno, tampoco allí hay Internet ni señal de teléfono. "En algún momento del camino ya perdemos contacto, hasta el regreso a casa", explica la maestra.
En ese sentido, el profesor de huerta, que vive dentro de la colonia, "cumple un rol muy importante como intermediario. Nos ayuda con las actividades, ya que los chicos se acercan para mandarnos consultas", amplía la docente. En los encuentros quincenales con los padres, reciben las actividades realizadas y entregan las corregidas y las nuevas.
La otra brecha
En la colonia los puntos de encuentro son, además de la escuela, una iglesia, un templo, un centro de atención primaria y un salón municipal de usos múltiples. La relación entre docentes y familias es cercana, pero el hecho de continuar las clases a distancia agudizó desafíos ya existentes. "En la comunidad del monte la madre es quien cumple el rol más importante en relación al apoyo de la escolaridad", señala la directora dela institución. "Muchas de ellas no terminaron sus trayectorias educativas primarias, por lo que se les dificultan las tareas escolares de sus hijos. Los padres y los hijos varones están dedicados casi exclusivamente al campo, son los encargados de la economía del hogar", grafica Débora.
A esta altura del año, las hermanas docentes rescatan con satisfacción el hecho de que la comunidad educativa haya logrado adaptarse y que haya continuidad educativa, pero al principio "hubo que pedirles a las familias que tengan más contacto con los hijos. Les costaba entender que tal vez había que perder horas de trabajo", aclara la directora. Fue un proceso que llevó tiempo, ya que cuando arrancó la cuarentena, muchas tareas volvían con actividades incompletas. Ahí surgían distintas cuestiones, desde la falta de útiles escolares, como por ejemplo el transportador, hasta que los adultos no sabían cómo usarlos.
Dada la dificultad de algunos padres y madres para pedir ayuda, en muchos casos las maestras se comunican directamente con los chicos. "Siempre buscamos la solución a cada problema, formamos un gran equipo de trabajo junto a las familias", señala Claudia.
Un cambio necesario
En el monte la cultura del trabajo es un imperativo. Más allá de las innegables cuestiones socioeconómicas, los docentes ponen el foco en promover un cambio de mirada respecto a la importancia de la educación. "Alrededor del 60% de nuestros alumnos sigue la secundaria", señala la directora. "Hay una escuela polivalente a unos 10 kilómetros, en la ciudad de Cerro Azul. Algunos van a un colegio técnico agropecuario, que es un privado a 20 kilómetros, en Santa María. Pero otro 40% se dedica a trabajar; está instalado que eso es lo más importante".
La mayoría de los hombres trabaja en el campo, en una cooperativa de azúcar o en la forestal de la zona. Los menos, son municipales: "La ‘clase media’ de la colonia", cuenta Débora. "Las mujeres –sigue–, sino trabajan en la cooperativa, crían chanchos, cultivan hortalizas, remolacha, acelga, cebolla, repollo, zanahoria, lechuga… Las cosas que se dan en el lugar y que los chicos también aprenden a cultivar en la escuela".
Un apoyo fundamental para la comunidad y la escuela 340 es la fundación Manos Misioneras que, entre otras iniciativas, sostiene el comedor escolar. En la cuarentena la ONG repartió a las familias, con la camioneta que usa para el transporte de los alumnos, la mercadería que iba a utilizarse en el comedor. "Para el Día del Niño, por ejemplo, cuando los padres vinieron a buscar las tareas, les dimos también chocolatada, facturas y golosinas para los chicos", cuenta Claudia.
Las maestras también se preocupan por ser un soporte emocional para sus alumnos en este momento. "Les enviamos actividades que sabemos que pueden hacer en la casa, como recetas de mermeladas, galletitas o plastilina y pintura casera; cosas diferentes a las que están acostumbrados y que los sorprendieron. O lecturas para compartir con padres y abuelos", sigue la maestra. "También les mandamos un mensajito diario de aliento. Ellos nos devuelven fotos tomando tereré, nos dicen que nos extrañan. La escuela es el único lugar que visitan fuera de la casa".
Sin fecha de regreso a clases y en el marco del protocolo nacional y provincial, la escuela trabaja para adaptar posibles medidas a su contexto rural. "Eso nos preocupa, y mucho, porque no contamos con personal de servicio que se encargue de la higiene y limpieza de la escuela; lo veníamos realizando gracias a la colaboración de los padres y maestras", cuenta Débora.
Mientras sueñan "con ese beso y abrazo del reencuentro", destacan lo bueno de haber podido llevar la situación: "Para los chicos la novedad es que la mamá se convierta en maestra, y para nosotras, adaptar los contenidos y estrechar lazos con las familias. No hay nada como el pizarrón, pero lo logramos".
Para colaborar con la escuela
La Fundación Manos Misioneras colabora con escuelas rurales de Misiones, entre ellas la 340 de San Juan de la Sierra. Se encargan del transporte de alumnos, ofrecen comedor escolar, calzado e indumentaria para más de 400 chicos y realizan capacitaciones docentes. También fomentan el desarrollo comunitario a través de microemprendimientos y talleres de salud y prevención de la violencia de género, entre otros. Actualmente llevan a cabo su campaña anual de recaudación de fondos, destinada a mejorar la conexión y comunicación en las localidades del monte.
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Premio Fundación La Nación a la Educación: Organizado por Fundación La Nación junto a Banco Galicia y Osde, lanzó su 14º edición con el apoyo de Cimientos, Proyecto Educar 2050, VIACOM-CBS, Fundación Varkey, Enseñá x Argentina y la Universidad de San Andrés. Este año, se busca destacar la incesante labor de los docentes que durante la pandemia desarrollan estrategias pedagógicas innovadoras para asegurar la continuidad educativa de sus alumnos en contextos vulnerables. La postulación se encuentra abierta hasta el 2 de octubre de 2020 y solo se podrán presentar las iniciativas que se hayan desarrollado en el contexto de la pandemia. Entre las escuelas participantes se seleccionarán tres ganadoras que recibirán 300.000 pesos cada una y, también, se otorgarán tres menciones especiales que recibirán 100.000 pesos cada una para invertir en la capacitación de los docentes involucrados y el equipamiento de la escuela para facilitar el acceso a las tecnologías de la comunicación. Más información: escribir a premiocomunidad@lanacion.org.ar o llamar al celular: 11-4915-9533. Bases y condiciones.