Cristina Vázquez tenía 19 años y ningún antecedente penal cuando, en 2001, fue acusada de asesinar a una vecina de 79 años para robarle. En 2010, la condenaron a prisión perpetua y hoy, a los 37, sus días en la Unidad Penal N° 5 del Instituto Correccional de Mujeres de Posadas, Misiones, pasan lentos, lentísimos. Espera que la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) revea el fallo que la condenó por un crimen del que, durante todos estos años, se declaró inocente.
El Observatorio de la Asociación Pensamiento Penal-con el apoyo de Innocence Project Argentina, el CELS y la Asociación de Mujeres Penalistas de Argentina- vienen trabajando desde hace tiempo para visibilizar las que consideran serias irregularidades en la sentencia de Cristina. Señalan que no se siguieron líneas de investigación claves, que 10 pruebas científicas avalan que no tuvo relación con el hecho y que hay testigos que acreditan que se encontraba en Garupá (a ocho kilómetros de Posadas) al momento del crimen.
Días atrás, se estrenó el documental "Fragmentos de una amiga desconocida" –disponible en la cuenta de Youtube de Mitai Films – que cuenta su historia.
Aunque no hay cifras oficiales de cuántas personas están o estuvieron detenidas por crímenes que no cometieron, por causas armadas o condenas erradas, los organismos estatales y las organizaciones sociales y de derechos humanos que trabajan para liberarlas reciben decenas de casos por año. Coinciden en que esas historias son apenas la punta del iceberg: se trata de una problemática invisibilizada y serían muchos más los casos que no llegan a ver la luz.
"En la escena del crimen no hay rastros ni huellas de Cristina, menos aún testigos directos que la incriminen. El tribunal construyó su culpabilidad en base a rumores de vecinos, que estaban cargados de prejuicios de género y de clase", apunta Indiana Guereño, presidenta de la Asociación Pensamiento Penal.
En el barrio se decían muchas cosas de Cristina, desde que "que andaba con faloperos" hasta "que llevaba una vida marginal". "En nuestro sistema penal solo se pueden juzgar actos. En cambio, en el caso de Cristina se juzgó su supuesto estilo de vida", agrega Guereño.
"¿Era posible que me hubiera hecho amiga de una asesina? ¿Cómo se condena a una persona a prisión perpetua sin pruebas? ¿Qué pasaría si te arrastra la maquinaria de un sistema incapaz de ver más allá de sus prejuicios? ¿Y si tenés que esperar años para que por lo menos alguien te escuche, alguien te crea?". Esas son las preguntas que la periodista y directora Magda Hernández se hace al comienzo de "Fragmentos de una amiga desconocida", producida por Mitai Films con el apoyo del cineasta Enrique Piñeyro. Allí, Hernández retrata una historia que no le es ajena: conoció a Cristina y se hicieron amigas antes de que fuera condenada.
"Cuando leí por primera vez la sentencia había muchas cosas que no lograba entender. Pero lo que más llamó mi atención, era no poder encontrar las pruebas concretas que les había permitido condenarla", cuenta Magda en la película. "Necesitaba encontrar a alguien -dice- que pudiera explicarme las más de 1500 páginas del expediente. Fue así como llegué a la ONG Pensamiento Penal: ellos encontraron los primeros indicios de cómo Cristina fue convertida en 'la reina del martillo'".
Así era como llamaban a Cristina los medios de comunicación de la época: "la reina del martillo", bajo la presunción de que ésa había sido el arma homicida con que habían matado de un golpe en la cabeza a la víctima.
Guereño señala que fueron tantas las irregularidades del proceso de Cristina, que la CSJN ordenó que la condena sea revisada en Misiones por el máximo tribunal provincial. "Lo que hizo fue volver a confirmar el fallo copiando y pegando párrafos enteros, incluso páginas, sacadas de la sentencia original que supuestamente debía revisar", detalla Guereño. "Ahora el caso está en manos de la CSJN, como última instancia. Es la última oportunidad de Cristina, a nivel nacional, para que se haga justicia y se la absuelva", agrega.
Consultados por LA NACION, desde el Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Misiones respondieron que su segunda resolución "nuevamente está siendo cuestionada por la defensa de Cristina Vázquez ante la CSJN por medio de las vías recursivas federales siendo materia de revisión en este momento de nuestro máximo órgano judicial federal, quienes se deberán expedir sobre los agravios invocados por las partes recurrentes".
En la copia de la última resolución del tribunal , se lee que la "la autoría de la imputada CRISTINA VÁZQUEZ fue resuelta correctamente por el Tribunal de mérito, mediante una interpretación adecuada de las pruebas, de las cuales resulta acreditada con categórica certeza la coautoría de la acusada en el hecho".
El caso
Cristina fue acusada junto a dos personas más: una amiga, y el novio de esta. Sin embargo, los medios centraron su atención en Cristina, porque sin su participación no se entendía cómo habían ingresado a la casa de la víctima.
Ersélide Dávalos, de 79 años, fue encontrada muerta el 28 de julio de 2001. Su asesinato se habría producido entre las 21 y las 22 del día anterior. La alarma de la casa no se activó ni se forzaron las puertas.
Desde Pensamiento Penal señala que la Justicia no siguió líneas de investigación elementales como que un testigo dijo haber visto a un hombre, que habría estado haciendo un arreglo en la casa, irse a las 21.30 rápidamente del lugar.
Según los especialistas, hay una serie de malas prácticas enquistadas en el funcionamiento de la policía y el Poder Judicial: patrones sistémicos que son el caldo de cultivo "para que un 'perejil' termine tras las rejas". Estos van desde información falsa dada por policías y atribuida a testigos de identidad reservada o informantes anónimos, confesiones obtenidas a la fuerza, la manipulación de ruedas de reconocimiento hasta la manera en que se producen, custodian y valoran las pruebas. La presión para dar respuestas a casos mediáticos, también juega su parte. Además, advierten que en nuestro país el sistema judicial está pensado de forma tal que llevar adelante la revisión de una condena resulta sumamente engorroso.
El sueño de Cristina es volver a su casa, abrazar a sus padres y acostarse a dormir una siesta en su cama. Guereño propone, por un minuto, "ponerse en sus zapatillas": "Los doce años que lleva detenida no se los va a devolver nadie: la manera de graficar cuán grave es todo esto es imaginándose: ‘¿Qué hacía yo hace diez años?’, hacer un repaso y pensar: ‘¿Y si yo hubiera estado encerrada durante ese tiempo y por algo que no hice?’. Ahí uno se puede imaginar la desesperación de Cristina".