Línea Hablemos: qué cuentan y para qué llaman los varones que reconocen ejercer la violencia de género
Por mes, 30 hombres se comunican para confesar golpes, amenazas y agresiones contra mujeres, generalmente parejas o exparejas; algunos son derivados por la Justicia y otros lo hacen espontáneamente; la línea de la provincia de Buenos Aires suele derivarlos a alguno de los 76 centros de atención de varones violentos que hay en los municipios
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Una pelea. Otra. Y otra más. Gritos. Golpes. Llanto. Denuncia. Policía. Encierro. Expulsión del hogar. Restricción perimetral. Así resume Darío su historia y la forma en que llegó a la línea Hablemos para ser derivado, más tarde, a un dispositivo de escucha y atención a varones que ejercen violencia por razones de género en la zona donde vive.
“Yo llamé por orden judicial. No me gustaba nada hacerlo, pero no me quedaba otra. Si no, volvía a la cárcel. Pero después, lentamente, me empecé a aflojar y me di cuenta de que me gustaba ir, hablar, escuchar a los otros. Era algo que se empezó a hacer necesario”, explica con voz gastada y un taconeo constante y ruidoso contra el piso.
Darío tiene 48 años, es del interior del país y tuvo que mudarse a Buenos Aires porque lo echaron del lugar donde ejercía violencia contra su pareja. Hoy, tres años después, logró ordenar su vida. Trabaja en un taller mecánico, se enorgullece de estar “solo y tranquilo” y trata de superar la prueba diaria contra sus fantasmas. “Me cuesta. Todavía me cuesta, pero ahora, antes de reaccionar, empiezo a identificar lo que me pasa. Yo siempre fui muy impulsivo y si me molestaban por la calle, enseguida buscaba la pelea. Ahora no, ya no siento eso, estoy cambiando, yo mismo me asombro de este cambio”, dice reflexivo.
Durante los primeros meses de 2020, durante la cuarentena más estricta, las denuncias de violencia basadas en género e intrafamiliares se dispararon. Ante esa emergencia, nació la línea Hablemos, un espacio de primera escucha, seguimiento y derivación para varones judicializados por ejercer violencia. Fue una estrategia que habilitó el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires. Ese espacio también está abierto a varones que demanden ayuda en forma espontánea y a familiares y amigos que busquen asesoramiento para afrontar situaciones de violencia.
"Los varones no tienden a consultar o a pedir ayuda. Cuando se comunican, ya sea por obligación judicial o por demanda espontánea, aparece que es la primera vez que se disponen a hablar con alguien, a pensar con alguien, a comentar un proceso de reflexión interna"
Soledad Nocere, coordinadora de la línea
“El enfoque es aprender a leer a los varones en clave de género y ayudarlos a pensar los mandatos que implican la violencia, junto con los costos que tienen en sus vidas”, explica Ariel Sanchez, cofundador del Instituto de Masculinidades y Cambio Social y a cargo de la Dirección de Promoción de las Masculinidades para la Igualdad, el área de la que depende la línea Hablemos. “Las personas que sufren situaciones de violencia se dan cuenta de que hay que trabajar sobre las personas denunciadas porque, de otra manera, lo común es que ese varón vuelva a ejercer violencia”, agrega Sanchez.
Desde la línea Hablemos se atiende un promedio de 30 situaciones por mes y, en lo que va de 2022, ya atendieron y derivaron 177 situaciones. De 10 varones que se comunican, 7 de ellos llaman por indicación judicial directa o en búsqueda de orientación para dar cumplimiento a las medidas dispuestas por la justicia. El resto se comunica de manera espontánea y por motivación personal, al identificar el ejercicio de la violencia en sus relaciones, principalmente en el vínculo de pareja o expareja.
"Nadie sabe solucionar el problema antes, si no aprende a identificarlo. Para los varones, lo normal es pelearse en la escuela o en la calle. Es lo que vivimos, cómo nos educaron. Yo creo que las escuelas tendrían que tener una materia para trabajar la violencia"
Fernando (41), usuario de la línea
La primera vez deciden hablar
Soledad Nocere es la coordinadora de la línea y detalla que, en este último año, los llamados aumentaron un 23%, lo que la hace sentir optimista porque “los varones no tienden a consultar o a pedir ayuda. Cuando se comunican, ya sea por obligación judicial o por demanda espontánea, aparece que es la primera vez que se disponen a hablar con alguien, a pensar con alguien, a comentar un proceso de reflexión interna. ‘Hablemos’ es un espacio para abrir la problemática de una posición de responsabilidad subjetiva que configuran situaciones de riesgo para sí mismo y para terceros”.
La mayoría de las violencias que los varones ejercieron y describen en este primer contacto es de tipo física y tienen que ver con la pareja: golpes, amenazas, uso de armas y todo lo que se entiende como agresión hacia el otro en la Ley 26.485 de Protección Integral a la Mujer. “Esto coincide con lo que sucede en la sociedad, porque es la menos naturalizada. Las otras formas de violencia, como la psicológica o la económica, a veces, no llega ni a denuncia porque están naturalizadas. Recién se empiezan a comprender en el trabajo grupal que sigue al contacto con Hablemos”, explica Ariel Sanchez.
El equipo de Hablemos está formado por dos profesionales en psicología que trabajan de 9 a 17 horas, en dos turnos. El primer contacto es siempre por mensaje de texto y, desde ahí, coordinan un primer encuentro telefónico, al que le seguirán varios más hasta derivarlo a un espacio de abordaje para varones en el distrito que les corresponda por cercanía a sus domicilios
“Atiendo cuatro personas por día, además de responder los mensajes de nuevos varones, armar redes, hacer derivaciones, redactar informes y compartir las evaluaciones y sugerencias con el dispositivo que los recibirá”, detalla Sofía Noseda, psicóloga responsable de la atención de la línea Hablemos.
Estrategias para que los varones reconozcan la violencia
Antes de la pandemia, eran sólo 19 los dispositivos de atención a varones en toda la provincia y hoy conforman 76, que dependen de municipios y organizaciones civiles que trabajan en políticas de género, específicamente enfocadas a trabajar con los varones. “Al principio hubo resistencias, se cuestionaban los recursos destinados a trabajar la violencia en varones, pero estoy convencido de que elaborar estrategias no punitivas ayuda a que los hombres reconozcan la violencia y no la justifiquen”, explica Ariel Sanchez.
Hace ya un año que Darío terminó con su obligación de asistir, cada miércoles, a los encuentros grupales en su municipio. Cuando completó su proceso, no quiso abandonar ese espacio y pidió continuar. Se había dado cuenta de que le hacía bien y de que quería seguir trabajando su problemática. “A veces, escuchar las historias de los demás es complicado, porque todos venimos por lo mismo. Algunas historias son más jodidas que otras y eso me genera angustia, pero me hace bien escuchar porque todos sentimos una identificación en el mismo problema y lo compartimos”, dice.
Para llegar hasta aquí, el primer contacto con la línea Hablemos fue fundamental porque los profesionales que atienden los llamados tienen que diagnosticarlos para saber si deben derivarlos al área de salud mental, de consumo problemático o al de violencia por razones de género y familiar.
“Las escuelas tendrían que trabajar la violencia”
Frente a Darío, está sentado Fernando, otro miembro del grupo. Tiene 41 años y ya está por cumplir un año de asistencia al mismo espacio. Se lo ve cómodo y relajado. También llegó al dispositivo tras una denuncia por violencia de género y cinco días de arresto. El procedimiento fue el mismo que el de Darío: se comunicó con Hablemos y allí pudieron detectar la necesidad de este espacio para identificar su ejercicio de la violencia y salir de su enojo.
El caso de él, sin embargo, es particular, porque volvió a convivir con la mujer que lo denunció, seis meses después. “Es difícil, es paso a paso, es tratar de cambiar y sumar a la pareja”, dice con algo de incertidumbre y lleva su vista al piso. “Lo que te cambia, al venir acá y poder hablar, es que aprendemos a adelantarnos al problema, logramos identificar lo que nos hace calentar y paramos a tiempo. Nadie sabe solucionar el problema antes, si no aprende a identificarlo. Para los varones, lo normal es pelearse en la escuela o en la calle. Es lo que vivimos, cómo nos educaron. Yo creo que las escuelas tendrían que tener una materia para trabajar la violencia”, agrega, mientras con la mirada busca el consentimiento del resto del grupo.
Al respecto, Soledad Nocere, coordinadora de la línea Hablemos, detalla que en los primeros encuentros con los profesionales, los varones describen la imposibilidad de hablar con sus amigos de estos temas “porque todo termina en un chiste, o comentarios como ‘Dejála y listo’, ‘Buscáte otra’ o ‘Ya fue’ como únicas reflexiones”.
Cada jurisdicción municipal y provincial tiene su propia manera de enfocar los espacios de abordaje a masculinidades que ejercen violencia, de acuerdo a las políticas de género que elaboren los equipos a cargo de las instituciones. Los tiempos de trabajo pueden variar de 10 meses a un año. “El objetivo de la Dirección de Promoción de las Masculinidades para la Igualdad es llegar a tener un dispositivo en cada uno de sus 135 municipios”, aclara Ariel Sanchez.
Daniela Viña está a cargo de la Dirección Municipal de Políticas de Género, Fortalecimiento y Autonomía para la Salida de las Violencias de Lomas de Zamora desde 2016 y es uno de los 76 espacios de derivación de la línea Hablemos. Desde 2016, trabaja en asistencia a varones con conductas violentas y prefiere llamarlos “consultantes” porque “la palabra paciente da sensación de ‘enfermedad’ y ellos no son enfermos que vienen a hacer un tratamiento para recuperarse”, explica.
Desde su dirección, subraya la importancia de “generar una pregunta que le permita al varón salir de la ecuación del castigo y pensar que este puede ser un espacio para responsabilizarse, el reconocimiento, su relación con la violencia. No todos tienen la misma relación y hay que acompañar ese proceso en forma singular y en lo grupal”.
Trabaja, también, en una de las unidades penitenciarias de la provincia de Buenos Aires y subraya la importancia de hacerlo porque “la mayoría de los varones encerrados en los pabellones específicos de este tipo de delito piensa ‘Quedé preso porque ella me denunció. Quedé preso por una mina’ y hay que poder elaborar ese enojo que tienen dirigido hacia esa mujer, no solo porque lo denunció, sino también por lo que tienen que vivir encerrados con otros varones. Ahí dentro, la masculinidad se potencia para sobrevivir y hay que desarmar eso, porque muchos femicidios ocurren cuando estos varones salen”.
Los miércoles a la mañana, mientras a línea Hablemos sigue recibiendo decenas de mensajes solicitando asistencia, Darío participa de los encuentros grupales a los que fue derivado, para seguir trabajando sobre los mandatos que lo llevaron a un lugar donde no quiere volver. Él y todos los que asisten cada semana a ese mismo espacio, son conscientes de que el camino es largo y que no hay un día mágico en el que sus problemas se resuelvan. Al despedirse de sus compañeros para irse a trabajar, le preguntaron por sus planes a futuro y él, pensativo, dijo: “No tengo ninguno, voy día a día”.
Dónde pedir ayuda
- LÍNEA HABLEMOS: (0221) 602 4003. Opera de lunes a viernes de 9 a 17. Es un dispositivo de primera escucha y articulación territorial, destinado a varones mayores de 18 años que residen en la provincia de Buenos Aires y que ejercen o han ejercido violencia por razones de género.
- LINEA 144. Brinda atención, asesoramiento y contención en forma gratuita, en casos de violencias por razones de género, durante las 24 horas y en todo el país.
- LINEA 137. Brinda contención, asistencia y acompañamiento a víctimas de violencia familiar o sexual, durante las 24 horas y en todo el país.