Limpiaba vidrios en un semáforo y un empresario le ofreció un trabajo
"Señor, ¿me permite que le limpie el parabrisas?". Esa frase sacó del letargo mental en el que se encontraba Jorge Luis Borge mientras esperaba dentro de su auto que el semáforo cambiara a verde. Acto seguido, comenzó a observar a ese chico de veintipico que, con el mismo respeto con el que se había dirigido hacia él, intentaba recibir algo más que el rechazo del resto de los automovilistas. Y entonces no dudó. Antes de arrancar, le dejó su tarjeta con una invitación: "Si te interesa trabajar, llamame".
"Vi algo distinto en Alexis y le dejé mi tarjeta –rememora Borge–. Yo de ahí me iba a una reunión de trabajo. Cuando salí de esa reunión tenía once llamadas perdidas desde un teléfono público. Por suerte hubo una siguiente llamada. Era él. Lo primero que me preguntó fue si no le estaba mintiendo. Le dije que no. A los pocos días ya estaba trabajando."
Aquella oportunidad significó, para Alexis Russo, un cambio rotundo en su vida. "Si Jorge no me hubiera ofrecido aquel trabajo, tal vez hoy no estaría vivo. Mi mamá murió cuando yo tenía 16 y como me llevaba mal con mi padrastro, empecé a andar la calle. Hice de todo, lo malo también. La calle es una ensalada, te cruzás con gente buena pero la mayoría es mala y el maltrato que recibís te va haciendo malo", recuerda actualmente el joven de 27 años, en diálogo con LA NACION.
Russo prefirió borrar muchos recuerdos de esa época en la que, asegura, la pasó mal. "La policía te maltrata aunque no estés haciendo nada malo. Y el desprecio de la gente se siente. Además, en la calle, no todos son pibes buenos. Algunos son malos de verdad", advierte. De su trato con los automovilistas, además de la de Borge, hay otra experiencia que le quedó marcada en la memoria. "Me acuerdo de que una vez, en ese mismo semáforo, le pedí permiso a un hombre para limpiarle el parabrisas. El solo me miró, desenfundó un revolver y me lo mostró, amenazante. Yo solamente quería limpiarle el vidrio", explica, casi excusándose.
Su paso por Gestiones Solidarias, la empresa de limpieza de Borge, transformó su realidad: "Yo nunca había tenido un trabajo y menos en blanco. Ahí estaba como quería: tenía mi sueldo fijo, mi obra social, estaba coronado. Aprendí a hablar con la gente, a tener una rutina, a ser responsable". Cuatro años después se fue de la empresa, pero ya no volvió a la calle.
"Desde entonces, tuve diferentes trabajos: en una empresa de logística, en un lavadero de autos, en una pizzería. De un lugar me fui por reducción de personal; de otro, porque no le gustaba mi cara al encargado, y de otro, porque circulaba la droga y no quise recaer. Siempre fui buen empleado. A Jorge, más que como jefe, lo recuerdo como un amigo. Con el resto, el trato era laboral", enumera Russo con un dejo de nostalgia. Hoy se encuentra en la búsqueda de un nuevo trabajo y la cuarentena no lo ayuda. Mientras tanto, comparte una amplia casa con su abuelo, en Don Torcuato, y se las rebusca haciendo changas.
Incluir como respuesta al prejuicio
La de Alexis Russo es una de tantas historias que Jorge Luis Borge ha ido cosechando en la empresa que lidera junto a Marcelo Castelli. Desde hace casi una década, Gestiones Solidarias ofrece servicios de limpieza haciendo de la inclusión una misión con todas las letras. En su plantel hay muchas historias de personas que, por diferentes razones, tienen problemas para conseguir trabajo: personas liberadas, otras que han estado en situación de calle, otras que viven en asentamientos, personas trans, mayores de 60, y la lista sigue.
Podría decirse que, al menos en parte, la razón de ser de la empresa se basa en la falta de oportunidades que estos perfiles padecen en el mercado laboral tradicional. Borge lo sabe bien: antes de fundar Gestiones Solidarias fue gerente de Recursos Humanos. Según cuenta, allí pudo ver cómo el provenir de ciertos barrios o no contar con cierta trayectoria académica genera estigmas y prejuicios.
Este tipo de discriminación por razones socioeconómicas es una de las caras del racismo en la Argentina. Su correlato en el mundo laboral puede verse en el rechazo a otorgar trabajo a personas que provengan de ciertos contextos. Se sostiene en presunciones y generalizaciones sin sustento en la realidad ("no trabajan lo suficiente", "les gusta vivir de arriba") que les dificultan el acceso a trabajos no precarizados, en blanco y en condiciones dignas.
Actualmente, Gestiones Solidarias cuenta con sesenta empleados, unos cincuenta clientes, y trabaja en cien distintos puntos. Borge asegura que, en líneas generales, su propuesta es bien recibida y valorada en el mundo empresarial. Algunos de sus empleados han logrado, incluso, obtener trabajo en las empresas en las que prestaban servicios, o se van porque consiguen otros trabajos. Pero hay realidades más complejas.
"Con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que a veces no alcanza con dar una oportunidad. Si no acompañás a esa persona, si no la capacitás, si no la empoderás, con las mejores intenciones podés estar empujándola al fracaso", reconoce el empresario. Por eso, desde hace tres años con su socio desarrollaron una Escuela de Valores y Empleo que busca, como él dice, destrabar a las personas que, por diferentes razones se alejaron de los sueños que tuvieron alguna vez. Si bien los organizadores no garantizan la obtención de un trabajo, sí se comprometen a ayudarlos en la búsqueda. Al día de hoy, por la escuela ya han pasado más de 500 personas.
"Cada vez que preguntamos quién está buscando trabajo, la mayoría no levanta la mano. Pero cuando indagás en el por qué, te dicen que se creen menos que el resto, que tienen miedo de ser rechazados, que no saben cómo ir a una entrevista, que sienten vergüenza. Eso va cambiando con los encuentros. La razón es simple, en la escuela encuentran una mirada que, en lugar de juzgarlos, los acompaña", agrega Borge. Y cierra con un dato alentador: el 30% de los asistentes logra obtener un trabajo antes de terminar el curso.
Para contactarse con Gestiones Solidarias, se puede acceder a través de su sitio web: http://www.gestionessolidarias.org/. La empresa también tiene presencia en Facebook e Instagram