Ley Belén: quién era la mujer que se suicidó después de que se difundiera material íntimo sin su consentimiento
La joven de 25 años tenía dos hijos y trabajaba como policía cuando su expareja la extorsionó y luego difundió un video suyo que se viralizó en Bragado, la ciudad donde vivía; buscan que el Congreso apruebe un proyecto para considerar delito este tipo de acciones
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La mañana del lunes 30 de noviembre de 2020, la oficial Belén San Román le escribió a su jefa del Comando de Prevención Rural de la policía de Bragado para pedirle perdón por lo que estaba por hacer. Lo más rápido posible, un patrullero llegó a la casa de la joven, ubicada en esa misma ciudad, pero ya era tarde. Desde la calle se escuchó la detonación que cuatro días después apagaría la vida de la mujer.
Belén tenía 25 años, dos hijos, padres y hermanos que la amaban. Y, sobre todo, una vida por delante. Pero la difusión y viralización de un video íntimo sin su consentimiento le habían quitado la alegría y hasta las ganas de vivir de una forma tan drástica que ni siquiera supo cómo pedir auxilio. La procesión iba por dentro: la noche anterior había publicado en sus redes sociales un selfie en la que se la veía sonriente. Nada hacía sospechar ese desenlace.
El calvario de Belén había comenzado varios meses antes, cuando decidió terminar la relación virtual que tenía con Tobías Villaruel. “A partir de ahí, esta persona empieza a hostigarla, a amenazarla, a pedirle plata para no difundir imágenes íntimas que él había obtenido al grabar sin su consentimiento una videollamada”, cuenta el papá de Belén, Marcelo San Román, un expolicía que actualmente se dedica al reparto de pan en la ciudad.
Belén juntó toda la plata que pudo. Llegó a vender su auto con tal de pagarle al hombre lo que pedía. “Así y todo, las difundió”, relata San Román. En cuestión de días el material circuló entre los vecinos de la ciudad en la que ella trabajaba como policía.
Una ley para convertir en delito lo que sufrió Belén
Hoy, la viralización de material sin consentimiento no es delito. Eso podría cambiar si el Congreso aprueba el proyecto de ley que ingresó el lunes pasado y que busca penalizar la obtención y difusión no consentida de material íntimo. Al proyecto se conoce como “Ley Belén”.
“Ojalá que todo el calvario de mi hija ayude a otras mujeres”, pide San Román y enfatiza: “Cada persona es dueña de manejar su intimidad como quiera y, más allá de lo que cada uno piense, el sexo virtual es una realidad. Sin embargo, eso no da derecho a que una de las partes difunda y viralice ese material. El daño que se le hace a la otra persona es enorme”.
San Román estuvo el lunes en el Congreso. Participó del acto de presentación del proyecto, en el que estuvieron legisladores, funcionarios, referentes de organizaciones y víctimas. Padre de otros dos hijos, reconoce que haber ido a ese evento fue movilizador, sobre todo, al escuchar el testimonio de otras personas que pasaron por el mismo infierno que su hija.
“Las chicas no tenían consuelo. Una de ellas decía: ‘Siento que mi cuerpo no me pertenece más, porque anduvo por todos lados’. Eso me permitió dimensionar todo lo que sufrió mi hija en silencio”, reconoce emocionado.
Belén vivía sola con sus dos hijos pequeños, Lucía y Benjamín. “Había sido mamá por primera vez a los 16 años. Así y todo terminó sus estudios. Estaba muy unida a Lucía. Cuando empezó el curso para ser policía, le escribió una carta diciéndole que todo el sacrifico era por ella”, recuerda Marcelo.
Años después llegaría Benjamín, a quien Belén le enseño a decir “te amo, abuelo Marcelo”. La frase le quedó grabada al nene. “Hoy, cada vez que me lo dice, no puedo evitar que se me llenen los ojos de lágrimas porque detrás de eso está mi hija”, se emociona San Román.
La familia lucha en la Justicia para que el accionar de Villarruel no quede impune. “Cuando mi hija lo conoció, estaba privado de su libertad, así que todo el vínculo fue virtual. No sé si todo habrá sido premeditado porque durante nuestra investigación, aparecieron dos chicas más que habrían sido contactadas por él con los mismos fines”, revela San Román.
Sin embargo, el papá de Belén sostiene que hasta el momento es poco lo que la UFI N°6 de Mercedes ha hecho en tal sentido. “El fiscal Carcagno no tiene interés en investigar. Ya archivó la causa una vez y nuestra abogada tuvo que presentar pruebas para reactivarla. Es muy triste sentir que para la Justicia está bien que todo quede en nada”, se enoja.
Bragado es una ciudad de 40 mil habitantes que, a los ojos de este expolicía, poco ha aprendido de lo pasó con Belén. “Sé que hace poco se viralizó otro video íntimo de un acto sexual”, se lamenta.
Por eso, cuando hace unos días un amigo suyo le dijo que había firmado la petición que están llevando adelante para que el Congreso sancione la ley Belén, Marcelo le pidió algo más: “Te pido que si en algún momento llegan a tu celular imágenes de otra chica a la que le esté pasando lo mismo que a mi hija, por favor no las difundas”.
Sin leyes, es difícil prevenir y promover políticas públicas
El lunes, en el Congreso, la diputada Mónica Macha (Frente de Todos) presentó dos proyectos de ley. A uno se lo conoce como Ley Belén (en honor a Belén San Román) y busca penalizar la obtención y difusión no consentida de contenido íntimo, la sextorsión y el montaje digital en videos pornográficos.
Al otro se lo conoce como Ley Olimpia Argentina, en honor a Olimpia Coral Melo, una mujer mexicana que fue víctima de la difusión no consentida de material íntimo. Este proyecto busca incorporar la violencia digital como otra forma de violencia contra las mujeres, lo que facilitaría la generación de políticas públicas para prevenir y asistir a las víctimas.
“Es importante pensar ambas leyes conectadas porque sabemos que a veces sólo una instancia penal no alcanza. Para prevenirlas, hay que tratar de generar un cambio cultural con políticas públicas para remover estas conductas desde el primer momento”, explica la abogada Florencia Zerda, integrante de Género y TIC, (Gentic) una organización civil comprometida con esta temática y que es una de las impulsoras de ambos proyectos.
“Consideramos que es una deuda pendiente con nuestra sociedad. En los últimos 10 años se presentaron más de 20 proyectos que buscaban penalizar este tipo de prácticas y ninguno prosperó. Esto es grave porque si no hay leyes tampoco se generan políticas públicas. A este tipo de violencia se la invisibiliza o minimiza pensando que no pasa nada porque es virtual. Lo que nosotras decimos es que lo virtual es real”, concluye Zerda, quien enumera las múltiples consecuencias de la violencia de género digital en las víctimas:
- Trastornos psiquiátricos, como intentos de suicidio, ataques de pánico, conductas autoflagelantes y delirios persecutorios
- Pérdida de empleo
- Cierre de las redes sociales de la víctima
- Problemas vinculares
Las distintas caras de la violencia digital
La organización Género y TIC tiene detectadas las múltiples formas que puede tomar la violencia de género digital. Algunas de ellas son:
Difusión no consentida de material íntimo: consiste en la divulgación, distribución, compilación, comercialización o publicación por cualquier medio de material digital íntimo que retrata, con o sin consentimiento, a una persona mayor de edad que no autorizó su difusión. Se trata de imágenes de desnudez o semidesnudez obtenidas en un ámbito de intimidad, o de contenido sexual explícito o erótico de una persona.
Obtención y difusión de material de desnudez: otra forma de violencia digital es la obtención y difusión de material de desnudez en donde se retrata sin consentimiento a una persona fuera de un marco íntimo sexual y se violenta su privacidad e imagen.
Violencia sexual exhibida en internet: según la organización, es cada vez es más frecuente ver en los estrados judiciales o en los medios, casos de abusos sexuales en los que existe un video o imágenes del hecho. Muchas mujeres además son retratadas mientras son explotadas sexualmente.
Sextorsión: es una modalidad del delito de extorsión o de amenazas en la que se coacciona a la víctima bajo amenaza de poner su material íntimo en conocimiento de terceros.
Discurso de odio de género en línea: se trata de alocuciones que promueven o justifican, de manera directa o indirecta, de manera explícita o implícita, el sexismo, la misoginia, el machismo y el antifeminismo.
Acoso virtual: puede ser definido como una forma de hostigamiento y persecución perpetrada a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), los servicios de mensajería, las redes sociales y cualquier mecanismo, aplicación o programa que implique el uso de tecnología. Tiene diversas formas: el acoso virtual de índole sexual , el de índole difamatorio y el cibercontrol.
Suplantación de identidad digital: es la acción de quienes se hacen pasar por otra persona (la “víctima”), creando un perfil falso en las redes sociales o la web, con la finalidad de causarle un perjuicio.
Doxing o Doxxing: es la acción dañina por intermedio de la cual se difunde información privada de una persona a través de las TIC.
Dónde pedir ayuda y denunciar
- Línea 144: brinda asistencia y orientación a las víctimas de violencia de género
- En la oficina más cercana que tome denuncias por violencia de género
- En la fiscalía de turno
- Género y TIC: la organización brinda asesoramiento jurídico y psicológico; se los puede contactar por Instagram haciendo click aquí o por mail a: gentic.org@gmail.com