La súplica de una familia para que la ayuden a buscar a un niño que desapareció en un campo: “Loan me recuerda a Sergio”
Sergio Guerrero jugaba con una gomera en un campo vecino a su casa cuando fue visto por última vez; ocurrió en un pueblo de San Juan, hace 22 años; la familia denuncia que se lo buscó poco y pide que se reactive la causa judicial
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Aquel 11 de agosto de 2002, la casa de Sergio Guerrero era una revolución. Antonia Molina, su mamá, planeaba llevarlo a él y a sus nueve hermanos a la sede de una radio barrial en donde celebrarían el Dia del Niño. No estaban bien económicamente y la situación había empeorado desde que se había separado. Lo que ganaba como jornalera en las fincas cercanas a su rancho, en la localidad sanjuanina de Ullum, no alcanzaba ni para lo básico, así que las salidas eran tan excepcionales que calificaban para todos como un regalo.
Hoy, 22 años más tarde, ese día que prometía ser inolvidable lo sigue siendo pero por las peores razones. Sergio, por entonces de 13 años, había pedido ser el último en bañarse y prepararse para salir porque quería seguir jugando con su gomera en un campo lindero al fondo de su casa. Cuando llegó el turno de su baño, el chico no aparecía por ningún lado. En la tierra fresca, al final de su terreno, Antonia encontró las huellas del chico adentrándose en el campo vecino. Su paradero es un enigma desde aquella tarde.
“Hay días en que no me puedo levantar de la cama de la angustia que me da no saber si está vivo o muerto, si come, si está bien, si sabe de nosotros. No saber qué pasó con mi hijo es una herida que está igual de abierta como el primer día”, dice entre sollozos Antonia, en diálogo telefónico con LA NACION, a quien recurrió para dar a conocer la historia de su hijo a partir de la investigación que publicó este medio sobre los niños desaparecidos de Argentina. “Pero toda la provincia se olvidó de mi hijo”, agrega con tono resignado.
Su mamá describe a Sergio como un buen chico, inquieto y demasiado responsable para sus 13 años. Como tenía un leve retraso madurativo, iba a una escuela especial. En paralelo, buscaba permanentemente trabajos menores en las casas vecinas para ayudar económicamente en la suya: limpiaba zanjas, barría veredas, hacía las compras. “Sabía ir solo a la escuela y a lo de su abuela. Pero no se iba a ningún lado sin avisarme”, recuerda Antonia.
“Seguro anda por ahí”
“Vuelva mañana, seguro que el chico anda por ahí”, dice Antonia que le dijeron en la comisaría a su exmarido, el papá de Sergio, cuando fue a hacer la denuncia por la desaparición del chico al día siguiente. “Yo estaba separada del papá. Vivía sola con mis 10 hijos, así que el domingo me quedé esperando. Tenía un mal presentimiento, pero no podía irme hasta la comisaría a pie, con todos los chicos”, explica Antonia.
La mujer tenía la esperanza de que Sergio estuviera con su papá. Cuando al otro día el hombre pasó por la casa y negó haberlo visto, ella le pidió que fuera a hacer la denuncia. La primera vez no se la tomaron. Lo que le dijeron fue uno de los mitos más difundidos y nocivos para la búsqueda de alguien que desaparece: que hay que esperar entre 24 y 48 horas, cuando en realidad los expertos recomiendan dar aviso de inmediato.
El hombre debió insistir una segunda vez, hacia el final del día, para que se la tomaran. Al día siguiente, el martes 13 de agosto, un patrullero se acercó hasta la casa de Antonia para verificar la denuncia. Recién entonces, casi dos días más tarde, comenzó la búsqueda del chico.
Durante algunos meses, la desaparición de Sergio Guerrero movilizó a policías, bomberos y vecinos. Lo buscaron a pie, a caballo, en auto, en moto y hasta en helicóptero. Antonia recuerda tener, esos días, la casa llena de gente. Entre ellos, un policía se dedicaba a hostigarla. “Me decía: ‘¿Qué hiciste con el chico? ¿Lo vendiste? ¿Lo mataste? ¿En dónde lo tiraste?’. Yo estaba como ida. Mi hermana, que había venido a cuidarme, le decía que no me hablara así, pero cada vez que venía, era lo mismo”, recuerda la mujer.
En uno de los operativos, la policía encontró una zapatilla idéntica a las que usaba Sergio el día de su desaparición, cerca de un arroyo, en una zona aledaña a la casa de su abuela paterna. “Hay versiones que dicen que mi hermano estuvo ese día por ahí. Había una capilla en donde se iba a servir chocolate con facturas por el Dia del Niño y hay gente que dice que lo vio en la celebración, pero nada de eso se comprobó”, aporta Gisel Guerrero, hermana de Sergio, también en diálogo con LA NACION.
Con respecto a la zapatilla, Antonia explica que ese arroyo no era profundo, así que considera que no hay posibilidad de que el chico se hubiera ahogado ahí. “Quizás usaron ese camino para sacarlo de Ullum. Chile está a seis horas de esa zona”, especula la mujer. Pero a los pocos meses, dice, la cantidad de efectivos asignados a la búsqueda empezó a empequeñecerse y cuando quiso darse cuenta, todos los operativos se habían evaporado. Se había quedado sola con la búsqueda de su hijo.
Entonces se acercó al Juzgado de Instrucción N°2 y pidió hablar con el juez. “Me atendió de muy mala manera. ‘A tu hijo lo buscamos por aire, por agua y por tierra. Ya no hay nada más que hacer. Hacete a la idea de que no va a aparecer’, me dijo el magistrado. Cuando le insistí y le dije que no se lo había tragado la tierra, me dijo que él no era mago. Y me amenazó con que me iban a allanar la casa”, recuerda Antonia. Días más tarde, al volver de hacer unos trámites, Antonia encontró la casa revuelta. A Sergio lo habían buscado hasta en los pozos ciegos de su terreno. Ese fue, según recuerda, lo último que se hizo para buscarlo.
A medida que sus hijos se fueron haciendo mayores, cada uno a su manera siguió buscando a su hermano. “Una vez se acercaron al juzgado y les dijeron que la causa estaba archivada, pero eso no puede ser, porque mi hijo no apareció”, se enoja Antonia.
El caso Loan reavivó la búsqueda
En estos 22 años en los que falta Sergio, las noticias sobre otros chicos que, como él, desparecieron, revivieron la angustia de Antonia y de sus hijos. El caso de Loan Peña no fue la excepción. “El dolor de su mamá, la desesperación por no saber dónde está su hijo es algo que nosotros también sentimos”, reconoce Gisel. “Lo de Loan me hace recordar a Sergio: la misma angustia, la misma incertidumbre”, agrega.
Hace unas semanas, a propósito de la desaparición del niño correntino. un medio de San Juan recordó los casos sin esclarecer de chicos desaparecidos en esa provincia. Sergio estaba entre ellos. Eso generó que Missing Children Argentina lo incorporara en su nómina de quienes ya son mayores pero siguen sin aparecer.
“Nos contactamos con la familia para ofrecerle una progresión del rostro, porque no tiene sentido difundir la búsqueda con la imagen de los 13 años cuando ya tiene 35. Todos los días reconfirmamos la importancia que tiene difundir los rostros de los chicos desaparecidos″, explica Ana Rosa Llobet, presidenta de la organización.
Además, tras la publicación, la familia fue contactada por la Red Infancia Robada, creada por la hermana Martha Pelloni, con sedes en todo el país. “Nos acercamos a la familia para contenerla y brindarle nuestro apoyo. Como la red cuenta con abogados voluntarios, estamos definiendo la mejor estrategia para recuperar copias del expediente y acompañar a Antonia en el pedido de que la causa se reactive”, explica Selena Godoy, coordinadora de la sede sanjuanina de la organización.
En Ullum, todos los Guerrero están muy ilusionados con esta posibilidad. Cuando Sergio desapareció, su hermana Gisel tenía 10 años. Ahora tiene 32, tiene un hijo y trabaja como empleada doméstica y portera en una escuela. Cuenta que, de chica, seguía mucho a su hermano. Por eso, su desaparición la marcó para siempre. “Todos los días me pregunto qué será de él, si estará vivo, si habrá formado familia. Sueño con reencontrarlo y que podamos darnos un abrazo. Ese abrazo que nos robaron”, concluye.
Cuántos niños están desaparecidos
La desazón de la familia de Sergio es compartida por miles de familias que, como ella, no le encuentran explicación a la ausencia de su hijo, hermano, sobrino. Son ausencias que, en algunos casos, llevan demasiados años, como en el caso de Sergio, que desapareció con 13 años y ahora ya tendría que haber cumplido 35.
LA NACION consultó al Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (SIFEBU) sobre la cantidad de chicos y chicas desaparecidos en todo el país. La respuesta oficial de este área del Ministerio de Seguridad encargada de difundir las desapariciones así como de coordinar las acciones de los organismos que intervienen ante una desaparición, afirma que de los 26.689 niños, niñas y adolescentes que registraron como desaparecidos todavía hay 9880 denuncias que se encuentran vigentes.
Pero que la denuncia se encuentre vigente no quiere decir, necesariamente, que el chico siga desaparecido. Según reveló este medio en una investigación publicada el año último, en nuestro país nadie sabe con certeza cuántas personas están desaparecidas. Entre otras razones, porque no hay un protocolo unificado de registro de desapariciones en el país y se sabe que, en muchas ocasiones, cuando la persona aparece, la denuncia no se da de baja del registro y sigue permaneciendo como “vigente”. El listado de mayor consenso es el de Missing Children, que suma unos 110 niños y adolescentes desaparecidos.
De los 15.063 casos que figuran como resueltos, unos 3331 se resolvieron antes de la primer semana; 670, entre ocho y 30 días; 460, entre un mes y un año; 114 en más de 12 meses; y del resto no hay datos. Las principales razones de las ausencias tuvieron que ver con problemas familiares (758), problemas de salud mental (424), consumo problemático de sustancias (419), alteraciones cognitivas (8) y delitos (79). Del resto, no hay datos. Los principales tipos de delitos fueron el femicidio (23), el abuso sexual (22), la privación de la libetad (8), el robo (8) y el homicidio (6).
Más información:
- Si querés saber qué es lo que hay que hacer durante las primeras horas de desaparición de una persona, podés entrar a esta guía de LA NACION con toda la información necesaria sobre cómo proceder.
- “Quiénes son y qué les pasó a los niños desaparecidos de la Argentina”. En este informe especial, LA NACION reconstruye sus historias junto a familiares que, en soledad y sin ayuda del Estado, viajan por el país detrás de una pista que los ayude a reencontrarse con ese niño que un día alguien se llevó.
- La investigación especial “Qué les pasó a las 5000 mujeres perdidas que el Estado no sabe cómo buscar”, hecha por LA NACION visibiliza las ineficiencias de policías, fiscales y jueces para buscar a las mujeres desaparecidas.