"La persona con síndrome de Asperger muchas veces no necesita ser “tratada” sino aceptada"
Actualmente, el síndrome de Asperger está enmarcado dentro de las condiciones del espectro autista, condiciones que se caracterizan por desafíos socio-comunicativos y un patrón repetitivo y restringido de intereses, conductas y actividades.
Existe un movimiento muy fuerte llamado el movimiento de la neurodiversidad, que propone que las características que presentan las personas que tienen síndrome de Asperger son, sencillamente, una manera distinta (diversa) de percibir, pensar y actuar, es decir, una manera distinta de estar en el mundo. Creo que es muy importante tener en consideración esta perspectiva, porque visto de este modo, estaríamos hablando de una manera de ser de ciertas personas, y no de una patología o un trastorno (que habitualmente, desde la mirada de los profesionales de la salud, hay que tratar de “solucionar”). Si podemos mirar a las personas con síndrome de Asperger con estos “anteojos” de la neurodiversidad, nos resultará mucho más fácil ser amables y aceptar la diversidad.
Muchas veces, cuando hablo con padres u otros familiares (hermanos, abuelos, etc.) de personas con síndrome de Asperger, intento transmitirles que la persona con síndrome de Asperger muchas veces no necesita ser “tratada” sino aceptada. Los apoyos o tratamientos son necesarios cuándo esa persona sufre, cuando tiene desafíos que interfieren en su funcionamiento cotidiano o cuando esa persona ve vulnerado alguno de sus derechos. Dicho esto, no siempre son las personas con síndrome de Asperger las que necesitan apoyos, sino que a veces son las personas de su alrededor.
Por ejemplo: en la situación de un niño que ve vulnerado su derecho a la educación porque su docente manifiesta no saber o no poder (o no querer) tenerlo como alumno y considera que “ese niño no es para esa escuela”, además de vulnerar el derecho a una educación inclusiva y de calidad (y no respetar la resolución 311/16 del Consejo Federal de Educación), no es el niño el que necesita el apoyo sino el docente. Es decir, se necesita que alguien ayude al docente a enseñarle a ese niño.
Es muy importante que nos preguntemos (cada uno de nosotros) si la persona con síndrome de Asperger necesita algún apoyo o si, “simplemente”, necesita una mirada amable y conductas inclusivas de quiénes la rodean. Si la persona con síndrome de Asperger es feliz y ejerce plenamente sus derechos, los que tienen que (quizás) modificar la lente con la que miran la realidad, derribar prejuicios y modificar actitudes, somos todos. Si cada uno de nosotros pone su granito de arena, co-construiremos un mundo más inclusivo y promoveremos la visión de Hans Asperger que creía profundamente en la potencialidad de estos niños. Lo lindo de esto, es que todos podemos participar de este movimiento inclusivo y de respeto a la diversidad. Les aseguro que nos hace mejores personas. Y como dice Temple Grandin: “El mundo necesita todo tipo de mentes”. Mi sincero agradecimiento a todas las personas con síndrome de Asperger de quienes he aprendido tantas cosas y ¡a celebrar el Día Internacional del síndrome de Asperger!