La muerte de Williams Tapón: “Al suicidio no llegás de la nada, siempre es un proceso y no hay una sola causa”
Tras el fallecimiento del jugador de 24 años que había agredido a un árbitro, se instaló la pregunta sobre los motivos que podrían haberlo llevado a terminar con su vida; especialistas en salud mental subrayan que se trata de una problemática en la que intervienen un abanico de factores que no deben ser minimizados
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En las últimas horas, se conoció la noticia de que Williams Alexander Tapón, el jugador de 24 años que el sábado por la tarde atacó al árbitro en un torneo de fútbol amateur en Sarandí, Avellaneda, fue encontrado muerto de un balazo en la cabeza. Según los investigadores, se habría tratado de un suicidio, pese a que aún no se halló el arma, informaron hoy fuentes policiales y judiciales. En el medio de la pesquisa, la familia de Tapón aseguró que el árbitro intentó extorsionarlos.
A raíz del episodio, en las redes sociales y en algunos medios de comunicación se habló del caso buscando establecer conexiones entre ambos episodios. La pregunta de fondo era una: ¿lo ocurrido en las últimas horas, podría haber desencadenado el eventual suicidio del joven?
En ese contexto, los especialistas consultados por LA NACION subrayan que el suicidio es una problemática multicausal y nunca es consecuencia directa de un acontecimiento. Cada caso es único y no se trata de señalar causas y efectos.
Manuel Vilapriño, expresidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), explica que los factores que intervienen en que una persona se quite la vida incluyen desde la genética y la biología hasta lo psicosocioambiental, lo que a su vez va de las mano con aspectos psicológicos propios de la persona, la sociedad en la que está inmersa y su círculo íntimo. “Todo eso está en permanente interacción”, aclara. Si existen esos factores de riesgo previos, diferentes “estresores” pueden “desperatarlos” y desembocar en un suicidio: “Pero eso no es la causa, es un elemento más, la punta del icerberg que llevó a esa persona a matarse”.
“Si tenemos en cuenta que desde los primeros momentos de vida, el apego a la vida y el instinto de conservación son los que priman en una persona, eso explica más fácilmente por qué consideramos que el suicidio no es la normalidad que uno esperaría en el existir de alguien. Al mismo tiempo, hay que entender que el acto de acabar con la propia vida, no puede ser asociado a un solo factor ni a un solo momento: es un proceso en el que van ocurriendo toda una serie de fenómenos que van moldeando este recorrido, que decimos que no es normal, hacia la muerte”, reflexiona Vilapriño.
En resumen, cuando aparece la ideación suicida o la conducta suicida, el psiquiatra subraya que hay que tener en cuenta que no se trata de algo inmediato, sino que hay un proceso que se va gestando y no es unifactorial, sino multifactorial: “Al suicidio no llegás de la nada. Es siempre un proceso que algunos lo recorren de manera más rápida y otros de manera más lenta, por eso genera confusión”.
En otras palabras, nunca se lo puede relacionar directamente con una causa en particular: “Por ejemplo, en una persona que tiene un problema laboral grande, que pierde el trabajo y es sostén de familia, eso no será necesariamente una causa de suicidio, sino que es un factor que, si se asocia a otros, implicará un riesgo”.
La segunda causa de muerte
En la Argentina y según datos del Ministerio de Salud de la Nación, el suicidio es la segunda causa de muerte por causas externas (solo después de los accidentes de tránsito) entre los adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años del país. Las cifras de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS) muestran que las curvas de los últimos años van siempre hacia arriba, dejando al descubierto lo preocupante de este fenómeno social y de salud pública.
Cintya Castañeda es coordinadora de grupos en Empesares, una organización civil dedicada a la visibilización y prevención del suicidio que cuenta con 13 espacios terapéuticos gratuitos para las familias. Asegura que para que una persona caiga en una conducta suicida, en general suele haber una patología psiquiátrica de base que, muchas veces, no está siendo atendida: “No es que alguien se enoja, se frustra o se arrepiente de algo que hizo y al otro día se suicida. Estamos hablando de personas que no pueden enfrentar situaciones que otras, que disponen de métodos de afrontamiento, sí pueden hacerlo: desde una pelea hasta la ruptura de una pareja”.
Por otro lado, agrega: “No es algo que se piensa de un día para el otro, es una idea que la persona ya tiene, que está ahí dando vueltas y que a veces frente a determinado acontecimiento la llevan adelante: pasa algo que acelera el plan o detona la urgencia de concretarlo”. La psicóloga sostiene que son pacientes que al no disponer de herramientas para afrontar determinadas situaciones y no desbordarse emocionalmente, suelen sentir que están frente a un callejón sin salida. “Ya está”, “listo”, “no sé cómo salir de esta”, son algunos de los pensamientos recurrentes.
Escapar del dolor
Vilapriño subraya que en los suicidios, lo que hay es una “búsqueda de escape a un sufrimiento muy grande”, y detalla que la palabra angustia viene de “estrechez”: “Siempre digo que la decisión del acto suicida, más allá de la desesperanza, viene muy marcada por un angustia severa que estrecha la capacidad de reflexionar sobre todo lo que implica un suicidio, la importancia de la vida y del yo en un sentido amplio, incluyendo lo que implica para los demás. Por eso, cada vez que escuchamos a un paciente hablar de suicidio debemos preguntarnos qué pasó para que sienta que es mejor estar muerto que vivo”.
Con respecto a las señales de alerta, concluye: “El creer que el que se va a suicidar no avisa es un mito: el 80% de las personas de una forma u otra avisa. No hay que esperar que lo hagan con las palabras que nos gustaría para poder ayudarlos rápidamente: a veces es con actitudes, gestos, funcionamientos. Por eso es tan importante animarse a hablar, ofrecer ayuda, abrir la mente y los oídos para escuchar al que está sufriendo, porque podemos ser un vehículo para canalizar la angustia y ayudarlo a que pueda ser acompañado por un especialista”.
Más información
En la guía “Hablemos de suicidio”, de Fundación La Nación, podés encontrar más información sobre esta problemática.
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