La lucha de una madre por una educación inclusiva para su hijo
Melina es la mamá de Eros, un chico de 12 años con Síndrome de Asperger. Cansada de las reiteradas situaciones de discriminación de las que su hijo era víctima en la escuela y, luego de sentir que no era escuchada ni por las autoridades ni por los padres, decidió publicar en su perfil de Facebook una conversación de Whatsapp que envió al chat "de madres", en la que escribió: "No busco lástima, busco empatía", pero las respuestas no fueron lo que esperaba.
El año pasado, cuando Eros estaba en segundo año, Melina detectó que el bullying que recibía era cada vez más frecuente y que lo estaba afectando mucho. "Llegó a pensar en la muerte y era por el rechazo que tenía de sus propios compañeros de aula", recuerda con tristeza. Luego de reiteradas charlas con los directivos del colegio de la ciudad de La Plata en las que no obtuvo respuestas, a Melina se le ocurrió mandar un mensaje al grupo de padres. "Era el único lugar donde sentía que me iban a leer y escuchar", explica. Para su sorpresa, solo recibió algunas pocas repuestas, casi todas le decían que entendían la situación y sabían lo que pasaba, pero ninguna familia se mostró dispuesta a ayudar o a buscar alguna solución.
Cuando a los 3 años, Eros empezó el jardín, las maestras detectaron que el pequeño no respondía a las consignas de la misma manera que el resto de sus compañeros. Ahí empezó un peregrinaje por médicos y especialistas, incluso uno intentó medicarlo. "Fue bastante difícil, porque fuimos a varios psicólogos y psicopedagogos, pero ninguno nos daba su diagnóstico exacto", recuerda Melina. Hasta que cuando tenía 6 años, encontraron una psiquiatra infantil, que luego de varias entrevistas, les confirmó que Eros tenía Síndrome de Asperger, un tipo de Trastorno del Espectro Autista.
Más allá de que Eros es un chico muy inteligente porque entró a primer grado sabiendo leer y escribir sin que nadie le enseñe, a Melina le preocupaba su ingreso a la primaria. Sin embargo, transcurrió esos años sin problemas, ya que "tuvieron tolerancia a sus peticiones y siempre le brindaron mucha contención y comprensión". Era una escuela estatal y, aunque Melina afirma que se notaba el desconocimiento ante la situación, el gabinete colaboró para darle una buena educación a Eros y pudo egresar.
La situación cambió por completo en el secundario. Melina sostiene que nunca tuvo respuestas favorables de parte del gabinete del colegio ni de los directivos e, incluso, cuenta que mucho de los profesores desconocían la situación de su hijo. Para ella, es fundamental capacitar a los docentes en el trato con personas con Asperger, pero los directivos nunca se lo permitieron. "Hasta el día de hoy la situación escolar de Eros sigue en iguales condiciones", afirma Melina. En busca de visibilizar la problemática, decidió compartir lo que pasó en las redes.
A Eros le cuesta sociabilizar, por eso su madre siente que el desconocimiento hace que "sus compañeros no lo acepten tal cual es, que no lo hagan formar parte de las actividades y lo excluyan siempre". Melina anhela una educación más inclusiva, y dice que para lograrla hace falta concientizar a la sociedad. "La educación debe comenzar desde la casa –opina– y que debe ser más integral". Además, agrega que en cada institución educativa debe haber un equipo de profesionales preparados para este tipo de casos.
A los padres que están pasando por una situación similar, Melina les recomienda que primero busquen la ayuda de un profesional, pero que una vez que tienen el diagnostico "salgan a comerse el mundo" y que bajo ninguna circunstancia se puede aceptar que "un chico no quiera ir más al colegio porque la pasa mal". Y concluye: "Parece una utopía, pero ojalá visibilizar este tipo de cosas, ayude a que la sociedad cambie".