La historia del Gaucho Noel que conmueve a Córdoba: “Que ningún niño se quede sin regalo”
Daniel Casañas tiene 80 años y desde hace dos décadas les cumple el sueño a chicos que de otra manera no recibirían un regalo en Navidad; restaura juguetes y caracterizado de Papá Noel, los reparte en el pueblo y por parajes rurales
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Cuando se acerca navidad, Daniel Casañas, que tiene casi 80 años y una barba larga y blanca, se instala en su taller de juguetes. Está en su casa y es un pequeño cuarto con paredes de madera de las que cuelgan decenas de herramientas que usa para reparar los cientos de juguetes que vecinos y personas de todo el país le donan durante el año.
Y es que para los 2000 habitantes de Las Calles, un pueblo cordobés de Traslasierra, al pie de la montaña, Daniel es su Papá Noel o, mejor dicho, “El Gaucho Noel”, como muchos prefieren llamarlo. Además de tener “el mismo pelo, la misma barba y la misma panza” y “no tener que usar ni una careta”, cada Nochebuena, Daniel se calza el traje rojo y espera en la plaza, junto al arbolito, a que miles de niños se acerquen para recibir su presente.
“Para muchos chicos, lo que yo les de es el único regalo que van a recibir”, cuenta Daniel. Si bien el festejo se popularizó y entre los 2000 niños que van cada año a la plaza hay hasta turistas, aún son cientos los que viven en parajes y bajan de la montaña especialmente para ver a Papá Noel y recibir su regalo. “Eso es lo que me motiva a no dejar esta actividad, saber que hay tantos niñitos que esperan este día durante todo el año”, agrega.
Este año, el Gaucho Noel recibió alrededor de 2300 donaciones de juguetes. Cada navidad, guarda en su bolsa más de los que repartirá porque su mayor temor es “que algún nene se quede sin su regalito”. Al día siguiente, agarra los presentes que le quedaron y emprende un viaje a la montaña para repartirlos en parajes o escuelas rurales. “Muchos de los chicos no vieron a Papá Noel nunca en su vida. Ni siquiera por televisión”, dice.
“Me conmueve la solidaridad”
Daniel vive en Córdoba hace 25 años y coordina salidas de trekkings. Cuando en el pueblo era un “recién llegado”, cada vez que salía a dar una vuelta o hacer la compras los vecinos le recalcaban su parecido físico con Papá Noel. “La barba, el pelo y la panza son de verdad, no necesito ni careta”, bromea. Pero un día, los alumnos de la escuela primaria se emocionaron tanto cuando lo vieron pasar por la puerta que Daniel miró a su mujer, María, y le dijo: “¿Por qué no lo hacemos?”.
Acto seguido, hizo un censo y determinó que había unos 160 chicos en el pueblo. Luego, se puso manos a la obra y empezó a fabricar juguetes con palet o cajones de manzana. “Miro el trozo de madera y ya me lo imagino convertido”, revela Daniel, que se las ingenió para hacer camioncitos, cochecitos y tableros de ta-te-tí. Pero cada año, son más las personas que se acercan a donarle juguetes nuevos o para refaccionar. “Yo me las rebusco, pero la gente es muy solidaria. Cada vez que pido algo, se levantan cientos de manitos dispuestas a ayudar y eso es muy conmovedor”, dice.
El primer año y durante muchos más, el Gaucho Noel entregaba los regalos casa por casa y terminaba el reparto cerca de las 5 de la mañana, todo en su “renoleta”, un Renault 4 rojo intervenido con decoraciones navideñas. Hace poco, por cuestiones de salud, tuvo que reinventarse y trasladar la celebración a la plaza. “Para los chicos es algo mágico. Una vez, una nena me dio una cartita en la que no pedía ningún juguete, sino por la salud de su papá y porque consiguiera trabajo”, cuenta Daniel. Durante todo el año, en el frente de su casa deja un buzón en el que cada niño del pueblo puede acercarse a dejar su cartita.
Senderos Solidarios
Daniel no solo ilumina la vida de los niños en Navidad, también lo hace durante todo el año a través de los “senderos solidarios”. Se trata de caminatas “a la gorra” que convocan a decenas de colaboradores y que tienen el objetivo de juntar dinero para comprar paneles solares para que familias carenciadas de los parajes puedan tener luz.
“Subiendo la montaña como guía, veo que en muchos parajes de arriba no llega la electricidad y hay familias muy humildes que no pueden comprar un panel. Por eso, cuando logramos instalarles uno, les cambia la vida; llegan de noche y tienen luz en su casa”, explica Daniel, que ya logró iluminar las casas de casi 20 familias.
Además, durante todo el año, Daniel recibe donaciones de víveres, ropa, calzado y demás artículos que reparte en los parajes junto a algún vecino. Incluso hacen vaquitas para comprar combustible, ya que algunos parajes quedan hasta a 70 km de su pueblo. “En épocas de sequía, también hay zonas en las que falta agua. Entonces llevamos bidones”, señala.
“Todo lo que se pueda hacer por los demás, lo hacemos”, dice. “Hay mucha gente que no la está pasando bien, y si está en nosotros poder cambiar esa realidad, ¿cómo les vamos a dar la espalda? Se trata de entregar un poquito de energía y de amor, hasta donde uno le de”, reflexiona. Su próximo objetivo, es convertir al “Gaucho Noel” en una asociación civil, para institucionalizar la ayuda de la comunidad y poder expandirla cada vez más. “Saber que podemos mejorarles la vida a los niños y a sus familias y hacerlos felices… No puedo pedir nada más”, dice en un suspiro.
Más información
- Para poyar la obra de Daniel Casañas, comunicate al +54 9 3544 40-3964. También podés seguirlo en Instagram.
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