La donación de sangre como motor de vida
Movilizada por esta temática, fundó Dale Vida para fomentar que cada vez más personas adopten el hábito de donar en forma regular y voluntaria
"Un día vi en ATC, una placa horrible que decía LLAMADO A LA SOLIDARIDAD, en donde se solicitaban donantes de sangre. Al principio pensé que aquella forma tan fría de pedir ayuda quizás no era la mas útil si se quería llegar a la gente, y luego se me presentó la pregunta que me llevaría más tarde a crear Dale Vida: ¿por qué se ponían esos pedidos de sangre de la nada? ¿Qué tenía que suceder para que en la tele solicitaran donantes?"
Silvia Arreghini nació el 8 de noviembre de 1961, y pese a que tiene 52 años, parece más joven. Con una modestia admirable, atribuye su buen estado a su labor social: "Si ayudás a los demás, llenás tu alma y estás feliz; si sos feliz, estás bien con vos mismo; y si estás bien con vos mismo, tu cuerpo se siente bien y se ve mejor", afirma.
Desde 2005, camina 40 cuadras diarias hasta el Hospital General de Niños "Ricardo Gutiérrez", donde junto con un grupo de donantes voluntarios, creó la Fundación Dale Vida. "Todos los días, me despierto a las 7 de la mañana, organizo un poco las cosas de la empresa que tengo con mi familia y después me voy al Hospital. Por suerte, tengo una familia que me aguanta. Mis hijos y mi marido donan su tiempo y su sangre, pero lo más importante es que me sostienen la vela en el camino".
Los comienzos"Después de ver esa placa en ATC y hacerme esas preguntas, decidí investigar un poco y obtener mis propias respuestas. Tomé las páginas amarillas y elegí al azar un hospital, que resultó ser el Hospital General de Niños "Ricardo Gutiérrez". Viajé hasta ahí, y al llegar, le dije a la enfermera que me atendió que quería donar sangre. Me preguntó para qué paciente, y le contesté que no tenía ningún paciente". La enfermera, sorprendida, la invitó a sentarse, y le explicó la difícil realidad de las donaciones de sangre y la falta de más personas que, como ella, donaran por el simple hecho de ayudar al otro. "Cuando me contó la cantidad de chicos que precisaban sangre, y el número de vidas que pueden salvarse con donar un poco de nosotros, inmediatamente sentí que era necesario cambiar el paradigma de la donación de sangre, modificar el sistema de reposición por el sistema de donación voluntaria", relata Silvia.
"El primero es aquél en el que cuando una persona necesita sangre, se solicitan donantes, para que repongan la cantidad de sangre que el paciente consumió. En este sistema, siempre se precisa sangre, y tiende a perderse mucho tiempo valioso, en el que la vida de una persona pende de un hilo", explica Silvia, al ser consultada sobre el sistema actual de donación de sangre.
El hospital pertenece a la Red de Hemoterapia del Gobierno de la Ciudad. Es una red, un hilo conductor que engloba la parte de hemoterapia de todos los hospitales. Entre los hospitales del Gobierno de la Ciudad, se intercambian componentes. Se pide por intermedio del SAME, que determinado hospital necesita una bolsa de cierto tipo de sangre, y otro hospital se lo da.
"Al interiorizarme y tomar conciencia sobre lo importante que es la sangre, comencé a donar voluntariamente. El 9 de noviembre del 2005, cuando se declaró el Día Nacional del Donante de Sangre, el Servicio de Hemoterapia del Hospital nos invitó para agasajarnos a quienes donábamos sangre para los chicos del hospital. Muchos de los que estaban ahí, habían sido personas que en su momento, conocieron de primera fuente la urgencia de la necesidad de sangre. Entre todos ellos, había un señor llamado Jorge, que seguía la tradición de su padre de ir a donar sangre, y cuando escuchamos su historia, todos nos emocionamos. Era el único que donaba como parte de una tradición familiar, y no porque algún pariente o conocido había necesitado donantes", recuerda Silvia, y levanta la vista hacia el techo, como rebuscando en su memoria. Su humildad la lleva a callar que ella era la única otra donante que no había comenzado por algún conocido, además de Jorge. "Éramos pocos, pero nos miramos y nos dimos cuenta de que en nosotros iba a estar el cambio, que si nos juntábamos, podríamos replicar el sistema de donación voluntaria más allá de las paredes del Hospital". Silvia no sabía que estaba presenciando el nacimiento de su fundación.
La construccion de un sueñoEl tiempo que demandaba la organización de Dale Vida fue reduciendo la cantidad de miembros del grupo y volviendo más difícil la continuación del proyecto. "Al comienzo éramos 15, pero fuimos quedando cada vez menos a medida que las responsabilidades se interponían con las actividades de cada uno. Es difícil priorizar la organización de un proyecto a la vida personal, hay que estar muy comprometido y tener la posibilidad. Yo por suerte reunía varias de las condiciones para poder hacerlo: una familia que me apoyaba, un trabajo en donde yo podía disponer de mis horarios, y no depender de un tercero".
Pero como Silvia, otras personas aparecieron en el camino de la Fundación para que ésta pudiera continuar su camino y crecer. "Si bien mucha gente se fue, muchas otras personas se acercaron para dar su granito de arena. Y esa gente se dio cuenta de que cuando te ponés a hacer algo para mejorar al mundo, empezás a percibir cómo las cosas empiezan a cambiar, y vos también empezás a cambiar automáticamente. Me di cuenta de que hay mucha gente que tiene ganas de ayudar, pero que necesita encontrar el lugar indicado para hacerlo", cuenta esperanzada Silvia, y aclara que si bien muchos creen que la juventud está perdida, son varios los jóvenes que se acercaron a la Fundación para dar su ayuda. "Muchos chicos se acercaron, para apoyarnos y ver cómo hacer para meter el tema de la donación en sus colegios, en sus universidades, en fin, para ayudar. Creo que el ser humano necesita al ser humano que está al lado, apoyándose para lograr cosas mejores".
Desterrar miedosSi bien una persona sana puede donar hasta cinco veces al año sin tener ningún tipo de complicación en su salud, la falta de información y los miedos infundados mantienen a un gran margen de la población alejada de lo que podría ser una práctica que literalmente salve miles de vidas. "Cuando donás sangre entera, la dividen en tres partes, glóbulos, plaquetas y plasma. Es decir que un solo donante puede ayudar a tres o más personas, porque si fuera necesario donarle sangre a un bebé, con la donación de un adulto se pueden ayudar hasta a siete recién nacidos", explica Silvia mientras camina por la sala del Hospital, en donde se encuentran las modernas máquinas de extracción de sangre. "No sólo no duele y no hace mal, sino que incluso podemos elegir donar sólo un elemento de nuestra sangre. Existe un proceso llamado aféresis, que permite sacar sangre, filtrar las plaquetas y devolver el resto de la sangre, es decir los glóbulos y el plasma, al donante. Con ese concentrado de plaquetas, se puede ayudar a los enfermos de enfermedades oncológicas en la sangre (leucemia), hemofílicos o talasémicos (enfermedad hemolítica de los recién nacidos), además de personas accidentadas. Es decir que cediendo cuarenta minutos de tu tiempo, podés darle vida a varias personas", sintetiza Silvia, con una lógica tan abrumadora que es irrefutable.
Pero Dale Vida no sólo dona sangre, también recibe donaciones de gente y empresas para ayudar a los chicos del Hospital de Niños. Entre los voluntarios que hacen posible que la fundación siga adelante, se encuentran Romina y Aurelia, dos personas que además de dedicar su tiempo para que la entidad funcione, también lo hacen para que los chicos tengan momento de alegría. "Aurelia tiene 90 años y viene al Hospital todos los días para leerles cuentos a los más chicos, ni su edad ni sus problemas personales le impiden venir acá a dar su granito de arena. Romi es una chica que siempre está acá en la Fundación ayudándome", cuenta Silvia mientras se la escucha a Romina trabajando sin parar en el hall de entrada de la fundación, en donde los juguetes y libros donados se apilan ordenadamente. "Algunas veces, llegan donaciones en mal estado, y ella se las lleva a la casa para recomponerlas, es decir, no sólo dona su tiempo acá, también lo sigue haciendo cuando llega a su casa. Siempre está tratando de hacer feliz a los chicos y eso es porque cuando ves a un nene feliz, sentís que valió la pena el esfuerzo".
Dale Vida se solventa con las donaciones de empresas, eventos deportivos como la Maratón por la Donación de Sangre, que este año reunió a más de 2500 corredores, y el aporte mensual de los socios que integran la fundación, pero lo más importante son los donantes. "Nuestro objetivo es llegar al 100% de donantes voluntarios que vengan a donar recurrentemente. Cuando comenzamos nuestra acción, había solamente un 0,2%, y hoy en día ya logramos llegar al 25%. Es un camino lento pero que avanza, conscientizando a la gente, tenemos fe de que se puede llegar más lejos".
Silvia es idealista y cree en la buena voluntad de la gente. "Creo que todos adentro tenemos ganas de ayudar a los otros, sólo hace falta encontrar la forma de hacerlo y Dale Vida puede ser el camino para aquellos que quieren ayudar y no saben cómo".