La desocupación y la precariedad laboral azotan a los pueblos originarios
Sobreviven con lo que sacan de la tierra y pueden hacer con sus manos; la gran mayoría cobra planes sociales
FORMOSA.- Cipriana Palomo es también conocida como Nolé: así la llaman por su nombre pilagá. Cada año ve cómo unos 60 jóvenes de los 1500 habitantes de su comunidad qompi de Formosa migran a la provincia de Salta para cosechar limones durante tres o cuatro meses y luego vuelven a descansar otra temporada a su lugar de pertenencia.
Estos cosechadores golondrina sufren en carne propia la falta de alternativas de estudio y de trabajo que padecen los integrantes de los pueblos originarios en el país. Allí donde vive Nolé, las principales actividades productivas son la artesanía, la ladrillería y la carpintería, con el problema de no tener dónde vender lo producido.
La zona seca del Gran Chaco es de las más vulnerables; allí la hostilidad del clima se suma a la falta de infraestructura y el aislamiento de las comunidades. Cifras del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) indican que en la provincia de Chaco, el 20% de la población originaria está desocupada y el 65% tiene un trabajo temporario o changas.
"No hay una economía sustentable y el trabajo es escaso. Vivimos en una subsistencia: nos sostenemos a través del sembrado para el consumo familiar, o de changas en el pueblo por $ 50 o $ 100", explica Nolé, quien representa a 22 comunidades como Presidenta de la Federación Pilagá.
Si bien la cobertura de los planes sociales abarca a casi toda la población (entre las jubilaciones, pensiones por invalidez y la Asignación Universal por Hijo) explica que son montos que "ayudan a paliar el día a día" sin generar un desarrollo con creces.
¿Cuánto cuesta crear un empleo de calidad en la zona rural del Gran Chaco? Según la Fundación Gran Chaco, la inversión sería de 10.000 dólares contra unos 100.000 dólares o más que harían falta en el sector industrial del ámbito urbano.
"En la zona rural del Gran Chaco las familias tienen el mayor capital necesario para crear un puesto de trabajo, que es el monte. Por lo tanto, la inversión necesaria es baja y se destinaría al fortalecimiento de la infraestructura y el acceso al agua, y la formación de los trabajadores", dice Agustín Noriega, miembro fundador de la entidad.
La educación, la clave
La falta de educación y capacitación es el primer obstáculo a la hora de afrontar una búsqueda laboral por parte de los miembros de las comunidades originarias. Aun si estuvieran dadas las oportunidades de trabajo, la barrera de la capacitación sería la primera en aparecer. Las carencias se dan desde los primeros años de formación en la escuela, donde la educación multicultural bilingüe es una deuda en la mayoría de los parajes, hasta la formación universitaria que aún es un sueño: solamente el 2% de los universitarios del país proviene de zonas rurales, y el porcentaje correspondiente a pueblos originarios es significativamente menor.
"El tema de la educación es el pilar. Los maestros bilingües tienen que ser muchos más. El programa de tutores bilingües se dejó de aplicar en mayo de 2015 y era una gran iniciativa: significaba una nueva fuente de trabajo que además daba educación para que más chicos estén capacitados a la hora de buscar un trabajo en el futuro, pero el gobierno anterior actuó de forma aislada en cuanto a los pueblos originarios", declara Raúl Eduardo Ruidiaz, presidente del INAI.
Estas carencias hacen que los miembros de las comunidades originarias ocupen puestos de trabajo representados en el primer eslabón de una cadena productiva. Desde el Estado se están evaluando iniciativas, por ejemplo insertar la venta de artesanías en eventos turísticos de gran alcance, como el Dakar 2017, que se correrá en Salta, Jujuy y Chaco.
"¿Por qué no ir más allá de las artesanías? ¿Por qué no pensar que dentro de las comunidades puede haber un Einstein o un ingeniero que pueda desarrollar un software?", interpela Facundo Ibarlucía, coordinador de Información y Gestión del conocimiento de la Red Comunidades Rurales. "Tenemos una estigmatización de las poblaciones rurales, sobre todo las originarias, donde se piensa que están predestinados a ser peones o artesanos. Es necesario apoyar el desarrollo de la educación con docentes que conozcan la cultura de la comunidad y la lengua, y puedan potenciar a los chicos a que hagan cosas grandes", agrega Ibarlucía.
Cuesta pensar en un desarrollo económico en zonas donde los caminos de tierra se anegan ante una lluvia, o donde el agua y la energía aún son una cuenta pendiente. Desde el INAI explican que junto a la puesta en marcha del Plan Belgrano, que llevará adelante obras a través de las provincias del norte del país, se ejecutará el programa Los 100 Puntos más Vulnerables para ciudades entre 1000 y 5000 habitantes, que llevará infraestructura también a lugares más aislados.
"La mayoría de los jóvenes trata de sobrevivir acá porque la adaptación al irse puede ser un gran problema. Hoy los chicos caen en el alcoholismo porque no saben qué hacer de sus vidas", explica Cipriana Palomo, de la comunidad qompi del pueblo pilagá. En algunos parajes, las más afectadas por el alcoholismo son las mujeres, quienes por razones culturales encuentran aún más obstáculos para acceder a un trabajo.
Cómo colaborar
Red Comunidades Rurales
www.comunidadesrurales.org
Fundación Gran Chaco
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