La argentina de 23 años que busca una solución para el hambre en el mundo
Florencia Brochiero fue elegida entre mil participantes para asistir a una cumbre en Bruselas y pensar cómo combatir esa problemática
“Mi sueño es tener la posibilidad de crear un alimento nutritivo, que sea sabroso y accesible para todos”, afirma Florencia Brochiero, una joven argentina de 23 años. Ella fue elegida entre mil participantes para viajar a Bruselas y participar del 9 al 13 de octubre de la tercera edición de la cumbre Youth Ag-Summit, con el objetivo de pensar soluciones al hambre.
Cien jóvenes fueron seleccionados para formar parte del encuentro, incluyendo a 15 de América latina. Este año, el lema de la cumbre fue "Alimentar a un planeta hambriento", con la misión de inspirar y conectar a la próxima generación de líderes vinculados con la agricultura y otras disciplinas relacionadas.
Para ser considerada entre los posibles participantes de la cumbre, Brochiero tuvo que presentar un ensayo sobre la inseguridad alimentaria, enfocándose en problemáticas como la desnutrición. Los delegados elegidos de diferentes países tienen algo en común: la pasión por la agricultura y la ambición de lograr un mundo sin hambre.
En su presentación, Florencia sostuvo que la falta de información en relación al desperdicio de comida es el principal problema vinculado a la inseguridad alimentaria. Para ella, es clave que los jóvenes trabajen juntos para concientizar sobre la importancia del consumo responsable.
Brochiero estudia Ingeniería en Alimentos en la Universidad Católica Argentina y desde chica se preocupa por las problemáticas sociales. Asiste regularmente a la Iglesia La Redonda en el barrio de Belgrano y desde allí ayuda a personas en situación de calle. Además, cuando puede viaja al interior del país para colaborar con poblaciones vulnerables.
“Me enteré de la cumbre por un mail que me llegó de la facultad. Siempre me preocupó el tema del hambre y cuando vi que la reunión tenía por objetivo debatir soluciones a esta problemática, me pareció una oportunidad genial”, cuenta la joven.
En su ensayo, desarrolló tres temas. En primer lugar, reconoció la importancia de proyectos como Plato Lleno, organización que recoge la comida sobrante en eventos para distribuirla en comedores. En segundo lugar, rechazó los festejos de los jóvenes cuando terminan las carreras universitarias en que se desperdicia alimentos como huevos y harina. Por último, consideró que el desperdicio de comida aumenta por la gran desconexión con la producción de alimentos.
Frente a la gran problemática del desperdicio, Florencia propuso una solución. “Se me ocurrió proponer un proyecto que se llama "10 días en un área rural". La intención es llevar a chicos en edad escolar a pasar unos días en una granja o un campo y que aprendan cómo se producen los alimentos. Creo que si tienen una experiencia donde puedan ver el valor de la comida y estén en contacto con la gente que la produce, van a tomar acciones más responsables al consumir, que finalmente tendrán un impacto en la seguridad alimentaria”, desarrolla. Y agrega: “Este tipo de experiencias fuera del entorno urbano pueden ayudar a la toma de conciencia, al cambio de ciertos hábitos y ser un motor para inspirar buenas acciones”.
Brochiero sueña con desarrollar un alimento más nutritivo. En sus actividades como voluntaria en la iglesia de Belgrano, identificó que muchos de los chicos a los que se asiste están mal alimentados, porque consumen sobre todo carbohidratos, lo que no les alcanza para cubrir los nutrientes necesarios.
“Me gustaría desarrollar un alimento barato y más nutritivo. Esto requeriría una mayor conexión entre el campo y la industria. Estudio Ingeniería en Alimentos porque me interesa agregarles valor. Me parece muy importante que todos tengan acceso a los nutrientes necesarios”, enfatiza.
Impulsar la agricultura sostenible
Durante la cumbre, los jóvenes se dividieron en distintos equipos relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Allí, contaron sus experiencias y trabajaron en conjunto para generar soluciones innovadoras, sostenibles y viables para afrontar los desafíos mundiales de la seguridad alimentaria.
A lo largo de cinco días, los participantes pensaron proyectos en grupo, realizaron excursiones vinculadas al sector agrícola, asistieron al Parlamento Europeo y escucharon conferencias de expertos. El objetivo fue promover ideas nuevas y concretas que puedan ponerse en práctica en sus países de origen, y así impulsar el progreso de la agricultura en todo el mundo.
“Cuando llegué a Bruselas sentí la presión de ser la única representante de mi país. Este encuentro me ayudó a pensar en grande. Me di cuenta de que no hay límites para las ideas que uno se puede plantear. Cuando escuchás lo que hacen los otros chicos, te hace abrir los ojos”, destaca Florencia. “Los participantes contábamos problemas distintos, pero todos queríamos resolver lo mismo: el desperdicio de comida”.
A futuro, Florencia sabe que no quiere trabajar en una empresa, quiere hacer algo que la motive y ayudar a la gente. “Estoy encontrando mi lugar todavía”, concluye.
El perfil de los jóvenes latinoamericanos que participaron de la cumbre
Mauricio Britez
•Edad: 21 años
•País: Paraguay
•Profesión: Estudiante de ingeniería agronómica
Para Mauricio, una excelente oportunidad de mejorar las condiciones del escenario rural es ofrecer apoyo técnico a pequeños productores y así incrementar la producción de alimentos. El estudiante cree que los jóvenes son un grupo de acción esencial para iniciar estos cambios. “Mi intención es llevar los conocimientos de la universidad al campo. Sería una experiencia interesante que los estudiantes puedan brindar asistencia técnica a los productores”, dice.
Sergio Alejandro Urioste Daza
•Edad: 25 años
•País: Bolivia
•Profesión: Ingeniero ambiental. Actualmente es becario de la institución Erasmus Mundus en la Universidad de Gante
En su ensayo, Sergio habla de la importancia de empoderar a las mujeres en las áreas andinas. “Mi objetivo es volver a Bolivia y contribuir en mi país con lo que aprendí en estos años – cuenta- Me gustaría implementar mi propio emprendimiento social para empoderar a jóvenes, especialmente mujeres, para que se involucren en la agricultura”.
Ignacio Mateo
•Edad: 24 años
•País: Chile
•Profesión: Ingeniero comercial
En su proyecto, Ignacio destacó que los subproductos, como cáscaras y tallos, que se desperdician, pueden ser importantes para resolver parte de los problemas del hambre en los países en desarrollo. Explica: “Hoy estoy desarrollando una empresa para reciclar las fibras de los jugos y transformarlos en aditivos para la industria de los alimentos. La idea surgió por el desperdicio de alimentos en etapas tempranas de la producción”. Además, destaca que lo más valioso del Youth Ag-Summit es el intercambio con personas de otros países. “Pude ampliar mi red de contactos y quizás algún día pueda expandir mi proyecto a otros lugares del mundo”, agrega.
Tamires Santos Lacerda
•Edad: 22 años
•País: Brasil
•Profesión: Licenciada en Relaciones Internacionales. Realizó un máster en Suecia de Desarrollo Social
En su ensayo, Tamires se centró en cómo ayudar a alcanzar el fin del hambre, principalmente con acciones enfocadas en cambios del consumo. Allí, describió las consecuencias que tienen los estándares cosméticos de la comida. Señala: “Muchas veces se desperdicia comida porque se la considera fea o fuera de las medidas adecuadas. Es importante cambiar la mentalidad”.
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