Inundaciones: vivir con el corazón en la boca por miedo a que la lluvia se lleve tu casa y tus recuerdos
En los últimos meses practicó el simulacro de evacuación en su cabeza un millón de veces. Agarrar su perro, la mochila del colegio y salir corriendo de su casa. Ya fueron demasiadas las veces que Ruth Bernachea y su familia perdieron todo a causa de las inundaciones, y no quiere volver a pasar por eso.
La última vez fue en enero de 2017, cuando la ciudad de Arroyo Seco conoció la fuerza del agua y se inundó tres veces en 21 días. Entre la desesperación y la angustia, cerca de 800 familias quedaron sin nada. Si bien la provincia inició muchas obras para evitar otro desastre natural similar, todavía hay muchas familias que viven en la vera de los ríos y canales que siguen en riesgo.
Los Bernachea viven en el Barrio Virgen de Luján, que recibe el nombre informal de "La Rana" porque está construido de manera irregular, casi sobre el Río Seco y antes se solía escuchar el canto de las ranas. Hace casi dos años, la corriente desbordada arrancó de cuajo su casa de chapa y se quedaron en la calle. Justo habían terminado de levantar los cimientos de 30 centímetros de material, pero no alcanzó. El agua se llevó todas sus pertenencias, recuerdos e ilusiones.
Las inundaciones son un fenómeno que se dan en buena parte de las provincias argentinas, con la constante de que las personas más carenciadas son las que están en las zonas de mayor riesgo hídrico. Esto se da por un crecimiento constante de familias que se asientan precariamente a la vera de los arroyos y de los ríos.
"En Las Ranas, como en muchísimos lugares, existe un problema de planificación territorial. Fijate que el barrio se llama Las Ranas y eso habla de una tendencia natural de la zona a inundarse. Cuando en un terreno que no está preparado para recibir gente, asentás población en estado precario y sin infraestructura, se genera un problema. El 95% de los argentinos se instalan en zonas urbanas y lo hacen a un ritmo que los organismos públicos no tienen capacidad real de acompañar", explica Juan Carlos Bertoni, Secretario de Recursos Hídricos de la provincia de Santa Fe.
Para Bertoni, las inundaciones son una problemática ambiental, económica, social y técnica. Y por eso su solución requiere de un abordaje integral.
"Perdimos todo. Solo nos quedamos con lo puesto. A veces es mejor no recordar. Tus hijos te preguntan: "Papi, por qué nos quedamos sin nada?". No se puede edificar acá porque sabemos que en cuanto llueva mucho nos lo lleva el agua", cuenta su padre, Juan Carlos Bernachea.
Ruth tiene 15 años, está en 2do año de la Escuela Técnica Nro 650. Vive con sus papás y sus hermano Pedro (10) y Julie (6). Su mamá trabaja cosiendo zapatos y su papá haciendo changas. A ella, lo que más le impactó fue haber perdido objetos sentimentales, como algunos juguetes y el guardapolvos de egresada de 7mo grado firmado por todos sus compañeros. También la bicicleta negra con la que iba a la escuela.
"Estuvimos despiertos toda la noche, hasta las 3 de la mañana para ver si crecía o paraba. Cuando llegó el agua hasta la puerta nos tuvimos que ir. Agarramos solo los documentos y lo puesto", dice con tristeza en los ojos.
Sobre esa noche fatídica, su mamá, Cintia Suárez, recuerda que el agua llegó hasta la mitad del barrio y que sobrepasó los puentes. "Arrasó con uno de los puentes y se llevó nuestra casa y nuestro baño que tenía inodoro. Ahora solo tenemos uno de pozo", cuenta.
Después vino la emergencia. Ruth y su familia pasaron ocho meses de convivencia y hacinamiento en lo de su abuela, para ir reconstruyendo con la ayuda de los vecinos, un ranchito que les permitiera volver a tener su lugar. "Fue feo enterarse de que habíamos perdido todo. Porque hacía poco que ya habíamos sufrido otra inundación", dice Ruth.
Su escuela también se movilizó mucho por ayudar a las familias afectadas. En una campaña impulsada por dos alumnos, consiguieron todo tipo de donaciones para repartir a los más necesitados. Ruth recibió ropa, un colchón y agua.
La familia de a poco fue limpiando lo que quedó en el terreno y tuvo que empezar de cero. Los vecinos le donaron ropa y calzado. "Arrancamos comprando la cocina, conseguimos una garrafa, nos dieron camas y las chapas", dice Suárez. Hoy en su casa tienen luz y sacan agua con una manguera que viene desde arriba.
"Ahora la ropa la tenemos en bolsas y las camas son provisorias. La heladera se fue con la corriente y no pudimos volver a comprar otra. Le pedimos agua fresca a mi mamá y la carne la llevamos a guardar a su casa", agrega Suárez.
A la espera de una solución
Desde la municipalidad de Arroyo Seco explican que esas familias están asentadas de forma irregular en territorios federales que pertenecen al ferrocarril y que la Secretaría de Desarrollo Social realizó un relevamiento para analizar su relocalización.
"Como en muchos lados se han hecho villas sobre estos terrenos y estamos adaptando el predio de la familia Nasurdi que está muy cerca pero no es inundable, para poder generar 240 viviendas para estas familias. Esta política forma parte de una plan de erradicación de villas de emergencias a nivel nacional", explica Entrevista a José Murina, Secretario de Obras Públicas de la localidad.
Hace casi dos años que la municipalidad asumió el compromiso de brindar alguna solución para estas familias. "Estamos cumplimentando todos los trámites administrativos para que comience la obra por parte de la Nación y de la provincia", agrega Murina.
En cuanto a la inversión en obras de infraestructura, Murina señala que en estos últimos años, han realizado 80 kilómetros de canales circundantes a Arroyo Seco y han canalizado los dos arroyos más importantes, que son el Arroyo Seco y el Savoca.
Por su parte, los vecinos dicen haber sido engañados. "El intendente nos prometió en julio que nos iban a hacer las viviendas pero ya sabemos que es mentira. No hay ningún movimiento. Dijeron que iban a mandar a una asistente social para que cada uno anotara lo que le hace falta pero nunca llegaron. Cuando nos dimos cuenta de que no nos iban a dar nada, tuvimos que empezar a construir nuestras casas de nuevo", cuenta la mamá.
Los vecinos explican que lo que le están pidiendo a la municipalidad es que los relocalicen en un terreno que ellos pueden ir comprando de a poco con su trabajo. "Nosotros solo queremos que nos den una vivienda y un plan de pago. Todos trabajamos y podemos pagar. Siempre que las autoridades tengan la voluntad de ayudarnos", dice el padre.
El trauma de esa experiencia se materializa en el cuerpo de Ruth en cuanto empiezan a caer unas gotas o se siente algún relámpago. "Siempre estamos con miedo. Llueve poquito y enseguida preparamos las bolsas para salir rápido. Mi sueño es tener mi casa propia, con mi familia, vivir tranquila, sin tener que estar con la angustia de que va a venir el agua y nos va a llevar todo de vuelta", dice Ruth.
El agua no es la única amenaza. La suciedad es otro de los principales riesgos a la salud de todas las familias. Los vecinos denuncian que en los arroyos se tiran residuos cloacales y también de algunas fábricas de la zona. "A veces el olor es tan insoportable que no se puede estar ni adentro ni afuera", cuenta Ruth.
Su madre agrega: "Cuando se inundó el barrio quedó como una grasa en los pisos de las casas que deben ser los residuos de las fábricas. La gente decía que era veneno".
Otro de los principales problemas del barrio es la basura. Como el camión recolector no entra, las familias tiran todo tipo de residuos en el arroyo o la queman. El olor resulta insoportable, además de los enormes riesgos a la salud a la que están expuestos todos los vecinos. "El único volquete está en la esquina y queda muy lejos", dice Ruth.
Este año, Ruth no se llevó ninguna materia. Todos los días hace el esfuerzo de ir caminando o en bicicleta a la escuela, con la esperanza de en el futuro poder recibirse y conseguir un trabajo. "Voy a ir a la universidad en Rosario porque quiero ser arquitecta. Voy a salir adelante", agrega.
En la casa de Ruth, la chapa no sirve para protegerlos ni del frío ni del calor y recién hace unos meses pudieron poner el piso de material. "Cuando hace frío, hace frío y cuando hace calor, mucho calor. No podés estar. Por eso estamos pidiendo que nos den una casa para pagar, para poder estar tranquilos", dice la madre.
Sobre el futuro de sus hijos, Suárez afirma que quiere que estudien y puedan tener un trabajo. "Con esfuerzo se llega a mucho, hay que pelearla nomás. Pero el esfuerzo vale. A ella le gusta estudiar y nunca se lleva materias", dice sobre Ruth, esta mujer que abandonó la secundaria en 3er año. "Ahora me arrepiento porque si hubiera seguido, hoy podría tener un mejor trabajo", agrega.
Cómo colaborar:
En este momento, la familia de Ruth está necesitando una heladera, una cama su hermana, una cocina, mesas, silla, y una bicicleta para poder ir a la escuela.
Las personas que quieran ayudar a la familia de Ruth a mejorar sus viviendas o equiparlas, pueden comunicarse con Ana Fernández, directora de la Escuela Técnica Nro 650 al 0340-049-9236.