Ingenio y ganas, la fórmula de un equipo salteño de educación hospitalaria para hacer frente a la pandemia
Trabajan con chicos que no pueden asistir regularmente a clases por cuestiones de salud, como Héctor que tiene diabetes y perdió la vista casi por completo; cuenta con un plantel de docentes que se esfuerzan para adaptar los contenidos a la medida de cada estudiante
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La pandemia podría haber sido un obstáculo insalvable para la trayectoria educativa de Héctor Guanuco. Pero no. El equipo docente y directivo de la escuela a la que pertenece viene ocupándose de adaptar los contenidos curriculares con un claro objetivo: que el aprendizaje continúe pese a las dificultades y que no quedara en meras abstracciones, sino que pudiera ser internalizado a través de la propia experiencia.
Y aunque quizás algunos puedan pensar que no hay demasiado margen para la experiencia cuando se ha perdido la visión casi por completo, como es el caso de este chico salteño de 17 años, las anécdotas cotidianas que puede enhebrar Héctor junto sus docentes del Instituto Especial 7215, –una escuela secundaria que brinda atención hospitalaria y domiciliaria a chicos que no pueden asistir regularmente a clases por cuestiones de salud–, lo desmienten.
“Me gustan más las actividades en las que yo puedo experimentar. Con lo que es estudiar también soy bueno, pero es solo escuchar y escribir”, cuenta Héctor desde su casa, en el Barrio Solidaridad, ubicado en una zona humilde de la periferia de la capital salteña. Acompañado por Ana Silvia y Macarena, sus docentes de Física y Matemática respectivamente, el joven relata cómo pudo internalizar con esta forma práctica de estudiar, conceptos complejos de la Física, como presión, fuerza y superficie.
“La profe trajo dos tablas, una con muchas chinches y otra más chica con una sola chinche. Les apoyamos unos globos y vimos qué pasaba. Cuando me dijo que íbamos a hacer experimentos dije: “¡Ah!, experimentos”, porque hacía mucho que no hacía”, comenta.
Ana Silvia se suma al relato: “Tuvimos que buscarle la vuelta para que no quedara en algo abstracto, para que él pudiera comprenderlos mejor. El resultado es que logró internalizar y desarrollar esos conceptos y hoy puede explicarlos. Aquel día, recuerdo que me dijo: ‘Gracias profe, creía que ya no podía hacer experimentos’”.
La docente destaca que este camino junto a Héctor le está dejando valiosas enseñanzas. “No solo me tuvo que enseñar cómo funciona el narrador visual que utiliza para su computadora, sino que, sobre todo, me enseña que sí se puede, solo hay que tener muchas ganas, buscarle la vuelta con los recursos que tenemos disponibles, pedir ayuda si es necesario. Héctor enseña todos los días. Es una luz de esperanza que tenemos que cuidarla, incentivarla, y por eso estudiamos y estamos en constante perfeccionamiento para poder brindarle este tipo de clases”, sostiene.
“El mañana sigue estando”
Esta escuela salteña, que el año pasado resultó ganadora del Premio Fundación La Nación a la Educación, tiene un plantel de 20 docentes se reparte entre los hospitales de cabecera de la capital salteña y los domicilios de quienes continúan su recuperación en sus casas, una vez que son dados de alta. Actualmente, tiene 70 alumnos en domicilios y 273 en hospitales.
“La asistencia domiciliaria se complementa con trabajos en la virtualidad. Y la virtualidad no es solo Internet. Virtualidad también puede ser que el docente prepare una clase en su casa y ese material después viaje en pendrives a la casa de los alumnos”, explica Fabio Cruz Antúnez, director de la institución, quien agrega que, durante la pandemia, y para afrontar la virtualidad exclusiva, el equipo docente se organizó para lograr que todos los alumnos tuvieran dispositivos, o contaran con impresiones del material a trabajar.
“La pandemia nos pegó a todos, de manera personal, directa, con pérdidas muy dolorosas, pero el docente tiene que ser portador de un mensaje esperanzador, de que el mañana sigue estando. Debemos hacerlo por nuestros estudiantes, ellos tienen derecho de seguir teniendo muchas ganas de estudiar”, reflexiona Cruz Antúnez.
Acto seguido, el directivo destaca el entusiasmo de Héctor. “Su enfermedad, la diabetes, es lo que lo trajo a nosotros. Pero no tiene maestro especial ni fue a una escuela para personas ciegas. Por eso, todo es un aprendizaje constante. Para él y para nosotros. Porque somos docentes con una formación disciplinar de base de las diversas asignaturas: Matemática, Lengua, Física, Historia, Filosofía, materias de nivel secundario”, explica.
Así y todo, el docente reconoce que la inclusión, en su sentido más amplio, es un valor que guía a todo el equipo. “Nuestro alumnado, por lo general, suele tener algún tipo de vulnerabilidad, generalmente socioeconómica. También contamos con población que viene de pueblos originarios. Y en los casos en que hay una discapacidad producto de la enfermedad, nos esforzamos para encontrar la manera de que el chico pueda aprender con entusiasmo y ganas”, agrega Cruz Antúnez.
A modo de ejemplo, menciona también el caso de otro alumno que no posee movilidad y se encuentra acostado, por lo que uno de los profesores le proyecta el material en el techo de la habitación. “Como docentes, tenemos que reconocer que, a veces, la misma formación de base nos ha ido dejando mochilas vacías. Entonces, hemos tratado de romper con ciertos prejuicios, por ejemplo, que el docente necesita siempre de alguien que lo habilite para hacer lo que hace falta. No existe un libro donde le diga al docente que puede proyectar la imagen en el techo para que el alumno vea, pero existen las ganas”, reflexiona.
Héctor cuenta que sueña con seguir estudiando una vez que termine el secundario. “Estudio porque me motiva, y aparte viste como está la situación económica del país, ¿no? Hoy es difícil conseguir trabajo, pero si estudio, voy a poder hacer una mejor carrera”, dice, esperanzado. Agrega que no tiene definida una carrera específica, aunque se imagina estudiando varias. Y que no descarta que alguna de ellas sea la enseñanza. “Sería un profe divertido –destaca–, como mis profes”.
Escuela galardonada
El Instituto Especial 7215, de Salta, fue una de las escuelas ganadoras de la última edición del Premio Fundación La Nación a la Educación, organizado por Fundación La Nación junto a Banco Galicia y Osde.
A raíz de la pandemia y su impacto en la educación, la edición 2021 –que cuenta con el apoyo de Cimientos, Proyecto Educar 2050, Viacom-CBS, Fundación Varkey, Enseñá por Argentina y la Universidad de San Andrés– se centra en apoyar los esfuerzos y logros de equipos docentes de todo el país que desarrollan proyectos innovadores para asegurar la continuidad pedagógica y la calidad educativa de sus alumnos en contextos vulnerables. Está abierta la inscripción https://premio.fundacionlanacion.org.ar/2021/ y hay tiempo de postular proyectos hasta el 6 de agosto.