Identifican cómo impacta la pobreza en los chicos que van a la primaria: preocupación por lo que pasa en Chaco, Santiago del Estero, San Juan y Catamarca
Desde el “hambre” como factor que les impide aprender al desafío de alfabetizar a chicos de familias analfabetas; en las provincias más rezagadas, solo el 30% de los niños llegan a sexto grado sin repetir y con los conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática
- 9 minutos de lectura'
Después de leer, el niño miró a su maestro con una sonrisa grande. La alegría que sentía era porque había logrado leer de corrido, porque había hecho los pequeños silencios en cada coma y cada punto, porque había dicho las palabras sin abandonar en las más difíciles. Esa felicidad brotaba porque mientras leía había podido entender lo que querían decir esas oraciones.
Esa sonrisa, la de ese chico que va a una escuela rural a la que asisten en su mayoría hijos de familias de muy bajos recursos socioeconómicos y que queda en el paraje rural El Gramillar, en Chaco, debería replicarse en muchos más niños y niñas de su provincia e incluso del país.
Es que si bien el 94% de los chicos que ingresan a primer grado en la Argentina llegan a sexto en el tiempo esperado, solo el 45% llega a ese grado sin repetir y con los conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática. Esta situación recrudece en las provincias más pobres del país, como Chaco, donde ese porcentaje es el más bajo: apenas tres de cada 10 chicos llegan a sexto en tiempo y forma.
Las cifras fueron difundidas por el Observatorio de Argentinos por la Educación, que actualizó el índice de resultados escolares en base a los resultados de las pruebas Aprender de 2023. Lo interesante es que por primera vez se hizo un desagregado por jurisdicción. Y en ese sentido, los autores del estudio marcan que hay una fuerte correlación entre la pobreza de cada distrito y los rendimientos más bajos.
“En la Argentina, solo uno de cada dos chicos de tercer grado entiende un texto básico. Cuando analizamos los sectores más vulnerables, esa relación asciende a seis de cada 10. Entonces, el 60% de los niños y niñas de bajos recursos no comprende lo que lee”, explica a LA NACION Leyre Sáenz Guillén, una de las coautoras del estudio.
Así, las dos jurisdicciones con mejores resultados escolares son la ciudad de Buenos Aires (61%) y Córdoba (57%), mientras que en el otro extremo se encuentran Santiago del Estero (34%), San Juan (34%), Catamarca (34%) y Chaco (30%).
De acuerdo con los especialistas en educación, esto habla de una crisis en la alfabetización desde la base. “Si bien estamos peor en matemáticas, ambos conocimientos van de la mano porque un niño puede no saber resolver bien un problema matemático porque no entiende el enunciado”, explica a LA NACION Guillermina Tiramonti, investigadora del Área de Educación de Flacso y docente de la Universidad Nacional de La Plata.
Luego, refuerza: “La lectura es un instrumento básico de la cultura para poder acceder a todo el saber producido. Alguien que no sabe comprender lo que lee no puede acceder a casi nada, desde leer un cartel en la vía pública o una calle. Por eso muchas veces es importante que en lo posible, la misma familia sea quien pueda incentivar a los chicos”.
Al respecto, esta semana, en el marco de la Campaña Nacional por la Alfabetización, el Consejo Publicitario Argentino (CPA), en colaboración con el Observatorio Argentinos por la Educación, lanzó la iniciativa “Leeles. Siempre hay algo para leer”. Con spots en redes sociales, la idea es sugerirles a los adultos que incentiven la lectura de los niños en las actividades cotidianas: a la hora de cocinar, que lean una receta; si están en la calle, alguna publicidad o cartel; en los momentos compartidos, que busquen y lean letras de canciones; en un restaurante, que lean el menú o alguna revista.
En contextos de pobreza donde son los padres los que no saben leer ni escribir, la situación se hace más compleja. “Entre otras funciones, la escuela es una institución creada con la finalidad de poder superar las limitaciones de cuna de un chico, independientemente de la situación de sus padres, algo difícil en estos tiempos, cuando las escuelas tienen tantos frentes, como la ayuda con comedores”, señala Tiramonti.
Esa situación es la que se vive en la escuela anexo 916 del paraje rural El Gramillar, en Juan José Castelli, a más de 200 kilómetros de Resistencia, Chaco, donde van 13 alumnos que cursan desde las 7 a las 12 del mediodía.
“Los padres de los chicos en general son analfabetos, trabajan como jornaleros o sus mamás se dedican a la casa. Cuando los chicos aprenden a leer y escribir, para el día de la madre o el padre, les hago escribir cartitas para que ellos se las lean, y los padres se ponen muy orgullosos, es un momento muy emotivo”, dice el docente primario Santo Montes, que hace ocho años trabaja allí. Entre los niños y niñas que terminan el primer grado, algunos saben deletrear palabras y otros llegan a leer palabras sueltas. Es en segundo cuando afianzan más los conocimientos.
“Los que aprenden más rápido son los que tienen a los papás alfabetizados, porque los ayudan en la casa”, dice, dando cuenta de una de las razones que indican los especialistas por las cuales en las zonas estructuralmente más pobres, menos chicos terminan en tiempo y forma la primaria.
La desigualdades y el aprendizaje
“A los chicos les damos el desayuno y al mediodía el almuerzo. Un chico con hambre se distrae y muchas veces vienen sin haber cenado el día anterior”, explica Santo para graficar las carencias que atraviesan sus alumnos. Él es el único docente de la escuela y como su casa queda lejos, vive en una habitación cercana al colegio. Las madres se turnan para cocinar guisos, con verdura y carne, y hacer la limpieza en la escuela. Los alimentos los consiguen a través de donaciones o el municipio. Santo también hace las veces de apoyo, cuando algún chico llega con algún problema de la casa. Esta tarea, se replica en muchas escuelas, en su mayoría, con población humilde.
“En el contexto de una situación socioeconómica difícil, en los últimos años la escuela tiene un rol más social e integrador, lo que a veces no ayuda tanto a que se centre en el aprendizaje”, explica Sáenz Guillén.
Si bien la respuesta puede ser obvia, es importante analizar las razones de por qué en las zonas más pobres, los índices de aprendizaje son más bajos. Sáenz Guillé asegura que de acuerdo a sus estudios, no depende de si la escuela es de gestión privada o estatal, sino del nivel socioeconómico que tiene el chico detrás. Incluso, explica que muchas veces en las zonas rurales el IRE es mejor que en escuelas urbanos porque son mucho menos los alumnos que asisten y se los puede asistir en la enseñanza de manera más personalizada.
Habla no solo de la falta de una familia que tenga un nivel primario, también destaca la calidad de la educación que se puede brindar en los colegios. “Las escuelas con población más vulnerable, el 30% de los docentes son suplentes cuando en las esferas más favorecidas, son el 14%. Esto hace que los docentes con menos experiencia lleguen a esas escuelas a la espera de pasar a otras. También hay que considerar que los docentes tienen trabajos secundarios o muchos cargos porque no les alcanza el salario”, indica.
Y suma: “El marco normativo que tenemos en la Argentina desde el año 2006 dice que hay que invertir un 6% cada año del PBI a educación y desde hace 18 años solo se cumplió en tres ocasiones. El presupuesto nacional se recortó, allí entra entre otros el Fondo Docente. En tanto, 12 de las 24 provincias redujeron su esfuerzo presupuestario en educación. CABA y Mendoza fueron las que más redujeron el financiamiento educativo”. Algo que no quiere dejar de aclarar es que el 65% de ese presupuesto va a los sueldos, pero es insuficiente, por lo que el resto que queda (infraestructura, formación docente, material educativo, etc.), lo es aún más.
Por su parte, Tiramonti, destaca la importancia de “valorar el trabajo docente” con una mejor remuneración así como mejorar la capacitación docente. “En los Institutos de Formación Docente se debería reforzar la enseñanza de las metodologías de lecto escritura. Muchas veces consideran que los chicos deben aprender solos a desarrollar su propias sus propias hipótesis, pero no debería existir un solo método porque cada chico es diferente. Entonces, siempre debe ser importante el rol del docente para hacer el esfuerzo de que el chico aprenda desde diversos métodos”, explica.
Con la intención de que haya un compromiso para enfrentar la crisis de alfabetización, desde el sistema educativo nacional y de cada jurisdicción, el Observatorio Argentinos por la Educación logró que el actual presidente Javier Milei y 18 gobernadores firmaran el año pasado el Compromiso por la Alfabetización que “se materializó este año en el anuncio de 24 planes de alfabetización jurisdiccionales y un Plan Nacional de Alfabetización”, explica Leyre. Los resultados podrían verse a fin de año.
Ese plan nacional busca garantizar el desarrollo de los niveles de lectura y escritura apropiados para los estudiantes de tercer grado, garantizar oportunidades equitativas de alfabetización como motor para la aceleración de aprendizajes en los estudiantes de cuarto grado y desarrollar dispositivos de seguimiento y evaluación que permitan mejorar la calidad y la equidad de la educación.
Mientras, desde la escuela rural de Chaco, Santo prefiere hablar de un momento que para él es mágico. “Cuando los chicos empiezan a leer, a entender las palabras, se ponen felices, se entusiasman. Se dan cuenta enseguida de que es una herramienta que les va a servir. Eso los hace sonreír”.
Más información
El Consejo Publicitario Argentino (CPA), con el apoyo de Argentinos por la Educación y en el marco de la Campaña Nacional por la Alfabetización, busca fomentar el hábito de la lectura en casa. En ese contexto, lanzó la campaña “Leeles. Siempre hay algo para leer”. El objetivo es comprometer a los adultos a fomentar la lectura diaria en los niños.
- La iniciativa busca resaltar por medio de una serie de spots gráficos y audiovisuales la importancia de leer en los hogares para construir un futuro mejor para los niños y niñas de nuestro país.