Una Navidad diferente: vio en Instagram su historia, movió a sus contactos y junto con Mami albañil le construyeron una casa de material
Constanza Narice se conmovió tanto con la realidad de Joselin Cáceres, que viajó a conocerla y se ocupó de que ella y su familia tuvieran una nueva vivienda confortable, con acceso a luz y agua
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Mientras hacía reposo después de una intervención médica, Constanza Narice se topó en Instagram de LA NACION con la historia de Joselin Cáceres, una nena de 9 años que vive junto a su familia en una isla de Entre Ríos, en Corte San Carlos. Le encanta pescar, cuando sea grande quiere ser médica y su sueño era poder tener “uno de esos bebés que lloran”.
“La historia de Joselin me atravesó. Yo creo que las cosas no son casualidades sino que pasan por algo. Nosotros estamos en la búsqueda de tener un bebé y se ve que estoy muy sensibilizada. Lo que yo vi en ella son ganas de ir para adelante, como la sección que se llama Hambre de Futuro, yo le veo la chispa de ir por más. Cuando vi ese brillito que tenía en los ojos dije “es acá, es ella”. Con que ayudemos en esta Navidad a una Joselin, ya es un montón”, dice Constanza, antes de subirse a una lancha en el Puerto de San Pedro, que la va a llevar a conocer a esa nena que tanto la conmovió. La acompañan su marido Ronaldo y su amiga María Cristina Asselborn.
Como ella, fueron muchos los que se emocionaron con la realidad de Joselin y decidieron ayudarla. Una persona mandó $50.000 desde Estados Unidos y una mujer le compró el bebé llorón que tanto quería. Por su parte, Constanza armó una movida mandándole mensajes a todos sus contactos y empezó a apilar donaciones en su casa: recibió alimentos, juguetes, ropa, camas, colchones y regalos de navidad. Con la plata que recaudaron, además empezaron la obra para construirles una casa de material de cero, con un baño, un panel solar y una bomba de agua.
Al proyecto solidario y a la entrega de donaciones también se sumó María Cristina Asselborn, amiga de Constanza, que con más de 30 grados de calor descargó y cargó las cajas en la lancha. “Cerca de 30 personas nos ayudaron para poder comprar todo lo que trajimos. Yo hice varias ferias para poder conseguir plata y hacer una compra solidaria de comida”, explica. Alrededor del mediodía, la barcaza está completa y lista para emprender el viaje a la casa de Joselin.
“Qué lindo conocerte!”, es lo primero que Constanza les dice a Lidia y a Joselin cuando pone pie en el patio de su casa. Y agrega: “Lidia vos ya sos una más de la familia. Todos preguntan por vos”.
Los chicos – hermanos y primos de Joselin – se abalanzan sobre las cajas de juguetes y corren a buscar un cuchillo para poder abrirlas. Para ellos, es una Navidad anticipada. Joselin se puso una vincha con corazones y plumas, una muñeca nueva de Frozen, un collar y un vestido de princesa. Sus hermanos agarraron guitarras de juguete, pelotas de futbol, pistolas y muchas otras cosas más.
Un huracán dejó la casa hecha escombros
La carga es enorme, y los familiares de Joselin arman una pasamanos para ir bajando las bolsas y las cajas para llevar hasta la casa que la semana pasada sufrió una tragedia: un huracán tiró abajo la vivienda de ladrillos y se tuvieron que refugiar en una improvisada con paredes de nylon y techo de chapa.
“Era una nube que venía girando. Eran las ocho de la noche y estábamos todos adentro de la casa. Se vino la pedrada y al rato se vino el viento, cerramos la puerta y se empezó a volar todo. Estábamos todos colgados del techo para que no se soltara y volamos dos metros sobre el suelo. Por suerte pudimos sacar a los chicos y estamos todos bien. Dentro de todo fue temprano porque si nos hubiera agarrado a la madrugada durmiendo, la mitad de los chicos hubieran quedado debajo de los escombros”, cuenta Lidia. Solo pudieron recuperar cinco chapas, perdieron el lavarropas, el panel solar y la cocina.
El calor es insoportable y todos se refugian debajo de los nylon de la casa. En la mesa de la cocina, una carne de carpincho espera a ser cocinada. Afuera, algunos colchones se secan al sol sobre unos arbustos. Por las noches los ponen en el piso y los comparten. Mientras entre todos degustan las medialunas y tartas que trajeron Constanza y Cristina, Lidia cuenta que Joselin quiere ser doctora porque su abuelo se enferma mucho y ve que no lo curan. Además, tiene que irse por mucho tiempo al continente. Entonces ella quiere ser doctora para curarlo y que está cerca.
“Nosotros lo que te queremos proponer es apadrinar a Joselin en todos sus estudios para que ella llegue a ser doctora o lo que quiera. Queremos ayudarla para que pueda seguir con su educación y apoyarla con los útiles. Es un compromiso a largo plazo, nosotros vamos a seguir estando, queremos generar un vínculo, estar con ustedes. Lo que más tenemos que hacer acá es invertir en la educación y Joselin necesita una mano para salir adelante”, le propone Constanza a Lidia que solo atina a decir: “Sería lindo que ella pueda a estudiar lo que quiera”.
Otra persona que también se movilizó para mejorar la vida de Joselin es Bernardita Siutti (@mami.albanil en IG) que llegó a juntar 910.000 pesos entre sus seguidores. El dinero se va a destinar a comprar materiales de construcción para levantar de cero la casa de Joselin, con dos habitaciones, una cocina y un baño. Ella también fue con sus hijas a conocer a la familia Cáceres. “Fue una dosis de realidad. Es muy fuerte como viven. Son todos divinos”, cuenta sobre ese momento.
Lidia está muy agradecida con toda la ayuda. “Nadie se portó como se está portando Coni. Asi que les di un abrazo grande. Estamos en el medio de la nada. Si no fuera por la maestra de los chicos, no tendríamos nada. Y ahora todo esto que nos trajeron hoy”, dice.
Cuando está partiendo, Constanza se compromete a conseguirles un televisor y a volver después de Año Nuevo para traer el resto de las donaciones que no le entraron en este primer viaje. “Lo que más me llegó es la felicidad que tenían. Les está pasando una tragedia tras otra y, sin embargo, ellos están felices. La realidad fue mucho más fuerte de lo que me imaginaba. Nos abrieron su casa, ellos se brindan enteros, lo poco que tienen te lo comparten. Joselin es divina, es tierna. Es tímida pero igual se quiere acercar. La nena es hermosa, se nota que tiene ganas de más y por eso queremos apostar por su futuro”, concluye Constanza.
En primera persona
La ilusión de volver a verlos era enorme. No siempre podemos regresar a visitar a las familias que conocemos por Hambre de Futuro, sobretodo porque están en los rincones más aislados del país. En el caso de Joselin y su familia, solo teníamos que subirnos al auto, llegar hasta el Puerto de San Pedro y hacer un trayecto en lancha de 40 minutos. Hasta allá fuimos y Lidia nos recibió con un enorme abrazo de oso. No son muchas las personas que los visitan, y menos las que llegan con ayuda y regalos. Fue hermoso ser testigo de ese primer encuentro entre Constanza, Ronaldo y Cristina con Joselin: la magia del amor estaba presente.
El primer impacto fue ver los escombros de esa casa que nos había refugiado de la lluvia y el granizo cuando fuimos a grabar hace dos meses. Solo quedaban en pie dos paredes. Todo lo demás, se había volado con el viento. Como en el juego de la Oca, Lidia y su familia fueron para atrás, y tuvieron que volver a vivir en una casilla con paredes de nylon y un techo improvisado con las chapas que lograron salvar. “No queda otra que darle para adelante”, me dijo Lidia para resumir ese espíritu de lucha y superación constante que les transmite a sus hijos.
El panorama era desolador y cuando llegamos empezó a la fiesta: los chicos de todas las edades abrían desesperados las cajas y bolsas para encontrar, quizás, el primer regalo de su vida. Esas sonrisas, valen oro. Esa chispa de asombro, también. Eran chicos que miraban una guitarra y aprendían a tocarla. Que le enchufaban el micrófono y se sentían “rockstars” por un rato. Las chicas se ponían sus vestidos de princesas, las coronas, las joyas y se inventaban historias en las que vivían en palacios.
Compartimos juntos la comida, nos contaron sus desventuras y craneamos posibles soluciones. Éramos un equipo y como siempre que prima lo humano, ya teníamos el partido ganado. Solo nos queda el compromiso de levantarle una casa nueva a Joselin y a su familia, para que ellos también puedan irse a dormir con una sonrisa.
COMO AYUDAR
Las personas que quieran seguir colaborando con Joselin y su familia pueden ponerse en contacto con Constanza Narice al +54 9 11 3059-8941.