Ramón

“Pasó de todo”. Gracias a una nota en LA NACION, aprendió a leer, tiene su propia habitación y una bicicleta para ir a la escuela

Ramón

Ramón Moreno vive en Las Lomitas, Formosa y su sueño era “aprender a estudiar”; gracias a que su historia se hiciera viral, consiguió más apoyo escolar y pudo mejorar su casa

“Como una pantera congelada en la perfecta trama del dibujo. Mi emoción quedó prisionera”, va leyendo despacio Ramón Moreno, sentado sobre un tronco de madera en el patio de su casa.

Hace un año y medio, cuando ya estaba en 1er año de la secundaria, no leía y solo copiaba del pizarrón. “Mi sueño es aprender a leer y a estudiar”, le contaba a LA NACION a principios de 2018, cuando tenía 13 años, en su casa en el Barrio Industrial de Las Lomitas, en Formosa. Hoy, ese sueño está cumplido (aunque todavía le cuesta leer en público).

En ese entonces, la vida de Ramón estaba rodeada de necesidades. Por las mañanas iba a la escuela pero no aprendía y todas las tardes salía con su mamá a vender pan y tortas fritas para salvar el día. “Lo más difícil es cuando me piden algo para comer y a veces no les puedo dar”, confesaba su mamá, Yésica Rojas.

Ramón dormía junto a sus cuatro hermanos en una habitación con dos camas, que también funcionaba de cocina y comedor. “Queremos hacer una pieza nueva para que los chicos no duerman todos amontonados”, decía Yesi. La otra prioridad era construir un baño. “Baño tenemos el del hule negro pero estamos haciendo otro que nos falta construir pero no nos alcanzó la plata. Cuando llueve vamos tapados al baño para no mojarnos”, explicaba Ramón.

Otra de las cosas que necesitaba era una bicicleta para poder ir solo a la escuela. Su familia tenía una moto pero su mamá la ocupaba para llevar a sus hermanos más chicos y Ramón muchas veces se iba caminando.

“Es lindo poder leer”

LA NACION vuelve a su casa a visitar a su familia. El calor golpea fuerte y el termómetro marca 45 grados. Allí nos reciben Ramón, su mamá y sus hermanos Brenda, Thiago y Brandon (que tiene apenas 4 meses). Yael y Alejandro están en la escuela y su papá se fue a hacer una changa.

Muchas cosas cambiaron en su vida desde que su historia apareció en Hambre de Futuro. “Después de verme en la tele pasó de todo. Mis compañeros me preguntaban quién era que me había filmado y les decía que una periodista. En el colegio me empezaron a dar clases de apoyo los mismos días de la escuela pero a la tarde. Siento que pude cumplir mi sueño de aprender a leer. Es lindo. Leo pero en voz baja para mí solo. Me da vergüenza, me quedo callado nomás y no puedo leer lo que dice. Si lo hago para adentro me sale bien”, dice este adolescente que ahora tiene 15 años y pegó un estirón.

HDF
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En 2022 finalmente repitió de curso y recién acaba de pasar a 2do año. “Repetí porque me llevé algunas materias. Las que más me cuestan son Lengua, Matemáticas, Inglés y Geografía. Es difícil la escuela para mí. A veces me explican bien los profesores pero tengo que estar encima de ellos, llamándoles la atención para que me expliquen bien”, agrega Ramón, que también asiste a las clases de apoyo escolar que dicta Cáritas en Las Lomitas.

Su historia llegó a los corazones de muchísimos argentinos que quisieron ayudarlo a cumplir sus sueños. Así fue como consiguió la bicicleta que necesitaba: es de trecking y de color verde fluo. “En esa bici voy al colegio, vendo pan, hago mandados. Se pinchó ayer. Le tengo que cambiar la cámara. Sale como $5000, es muy caro. El otro día fui caminando al colegio. Tardé media hora”, explica Ramón.

Ramón
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Una habitación para Ramón

“Lo más lindo que pasó fue conocerlos a ustedes, que gracias a eso nos ayudaron mucho y se pudo hacer lo que Ramón pedía. Muchísimas gracias a todos. Antes no teníamos nada, únicamente lo que traíamos de la merienda. Los chicos tomaban eso y se iban a dormir. Gladys de Cáritas me ayuda con mercadería. Estamos mejor pero hay muchas cosas que cuestan cambiar y lo podemos hacer muy de a poquito”, explica Yesi.

Con todas las donaciones de dinero que se canalizaron a través de Cáritas, la familia pudo construir una habitación para Ramón y también arrancar con el baño. “Con la ayuda de la nota hicimos la que era mi piecita que me faltaba, después el baño y el contrapiso. Tuvimos que contratar a alguien para que la construyera. Nosotros lo ayudábamos a pasarle el concreto, los ladrillos y así la hicimos. Con lo que sacábamos del pan íbamos comprando las cosas que nos faltaban. Lo último que pusimos fueron la puerta y la ventana, hace unos meses recién. Tardamos como un año y medio en armarla. Ahora puedo estudiar y dormir más tranquilo”, cuenta Ramón.

No fue todo de un tirón. Tardaron casi un año y medio en terminar la obra porque la plata la iban consiguiendo por etapas. “Lo primero que compramos con la ayuda fueron los perfiles, chapa, hierro. Con la segunda ayuda compramos cemento, piedra y arena. Y para que la comiencen a levantar la pieza, nos costó un poquito porque faltaba para el albañil. Hasta que se pudo hacer. Ramón ya va a hacer unos cuantos meses que duerme ahí.

Viene del colegio y se queda en su pieza. Comparte con los hermanos pero es más reservado ahora, tiene su lugar. Si tiene que estudiar, se pone en su pieza porque sus hermanos son todos chiquitos y sino no lo dejan hacer nada”, dice Yesi entre risas.

El próximo paso es poder conseguir la plata para poder hacer la instalación eléctrica (ahora tiran cables de una conexión precaria) y revocar las paredes. “El cuarto tiene cama, mesa y un armario para guardar la ropa. Le falta una silla. Viene el alargue de la pieza de mis hermanos, de ahí sale un foquito y un enchufe para escuchar la radio o cargar el celular. Me falta para hacer el revoque de la habitación y un ventilador para poder soportar el calor”, agrega Ramón.

Ramón
Ramón

“No pudimos avanzar más”

Cuando no está en la escuela, Ramón barre el patio, lava lo que hace falta o va a buscar leña para el horno. “Después de vender el pan voy a jugar a la pelota en una canchita que hicieron allá. Ahora quiero aprender a jugar al tenis”, cuenta ilusionado.

El baño está a medio construir. Arrancaron con la base y las paredes de material pero les falta el techo. “No pudimos avanzar más, nos quedó muy angostito. Se empezó a hacer y no tuvimos más materiales. Está lejos de la casa así que si llueve, nos mojamos. Ducha no tenemos. Para ponerle ducha no tenemos plata y con hacer un bañito común nos alcanza. Este no tiene caños, le tenemos que traer el agua en baldes”, señala Yesi.

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Ramón está más grande. Tanto que quiere aprender a andar en moto para poder repartir él el pan y que su mamá se pueda quedar cuidando a sus hermanos más chicos. “Mi nuevo sueño es aprender a leer más mejor, no tener vergüenza y llegar a ser militar”, refuerza este adolescente que siempre está pendiente de sus hermanos. Y agrega: “lo que más necesito es hacer la instalación de la luz en mi habitación. Mañana estamos por hacer la gala y necesitaba la ropa para poder actuar. Es una remera y un pantalón negro. No la pude comprar. También me faltan biromes, lápices y hojas para la escuela”.

A Brandon Yesi lo tuvo en su casa. Llamó a la ambulancia pero tardó una hora y media en llegar. “Esperé a que llegaran para cortar el cordón. En cuanto nació, empezó a llorar, lo envolví con la colchita que tenía. Yo terminé medio mareada porque perdí mucha sangre. Llegó la ambulancia y me llevaron al hospital”, recuerda.

La economía de la familia sigue siendo muy frágil. Yesi cobra la AUH por sus hijos, su marido hace changas y sacan algo de la venta de pan. “Con lo que sacamos tenemos que apartar de nuevo para la harina, la grasa, la comida de los chicos y la nafta. Con suerte nos quedan $1000 o $1500. Me siguen dando mercadería en los negocios cuando les sobra”, explica.

Cuando piensa en el futuro de sus hijos, para ella lo más importante es que les vaya bien en la escuela y puedan terminarla. “Lo que más me gustaría es que puedan llegar a ser algo en la vida. Con tal de que los chicos estén sanos y no les falte nada, está bien. Yo quiero que ellos tengan para comer todos los días, eso es lo que más me importa”, concluye Yesi.

COMO AYUDAR

Las personas que quieran ayudar a Ramón pueden:

- Comunicarse con Ramón Cubillas de Cáritas Formosa al +54 9 3704 59-4766.

- Donar directamente en esta cuenta:

BANCO NACION SUCURSAL FORMOSA

CARITAS ARGENTINA DIOCESIS FORMOSA

Nro Cuenta 17902620027760

Alias: CISNE.SIGNO.LETRA

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