“Necesitamos luz en el campo”. Es abanderado de su escuela y su sueño es seguir estudiando para convertirse en veterinario
Noel Barrera tiene 16 años y vive en El Simbolar, una zona rural de La Rioja. Su papá tiene todo el cuerpo dolorido del trabajo en el campo y él apuesta a poder tener un futuro mejor
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“Fue lindo vivir en el campo porque no tuve malos vicios”, dice Noel Barrera, un adolescente de 16 años que se crió en El Simbolar, una zona rural que queda a 10 kilómetros de Chañar. Es sábado y está de visita en su casa natal, ayudando con el trabajo con los animales. Tienen ovejas, cabras, vacas, chanchos y gallinas.
“Lo que más me gusta del campo son las plantas y las vacas. De chiquito aprendí a hacer el trabajo de campo con mis papás. Entraba a la mañana al chiquero y salía a la tarde. Teníamos un montón de cabras rubias y bóer”, dice mientras revisa una por una a las cabras que están preñadas y a punto de parir.
Noel es el menor de cinco hermanos y hace poco dejó de vivir con sus padres. “Noel es mi bebé. Para mí es todo él. Lo tuve después de que el más chico tenía 15 años. Al nacer después de tantos años, él no quería que nadie le dijera lo que tiene que hacer”, dice María Alicia Peña, su mamá.
Del campo al pueblo
Su trayectoria escolar fue en una escuela rural y desde el año pasado de lunes a viernes vive en el pueblo de Chañar junto a una de sus hermanas para poder asistir al Instituto Privado Dr. P. J. de Castro Barros, un bachillerato con orientación agraria que depende del obispado de La Rioja.
“Cuando estaba acá era calladito, todo silencio y por eso me costó mucho la bulla en el colegio. Creí que me iba a costar mucho el cambio de escuela porque acá tenía 7 materias y allá tenía 18. Me va bien, me gusta. Soy abanderado del instituto”, dice orgulloso.
El objetivo de la escuela es darle herramientas a los alumnos para que puedan encontrar soluciones para los problemas de su vida cotidiana. Por la mañana se trabajan las propuestas pedagógicas en el campo de la formación técnica y de la práctica profesionalizante y por la tarde las materias teóricas. “Lo que queremos es asegurar la terminalidad de estos alumnos. Nosotros les ofrecemos la posibilidad de que puedan reconocer aquellos recursos que les ofrece el medio y tomando esa materia prima que puedan manufacturarla, agregarle valor y que puedan construir un proyecto de vida que les permita quedarse, radicarse en estos lugares y hacer patria”, sostiene Luis Aráoz, rector del instituto.
Todos esos conocimientos que mamó de chico sobre cómo manejar la hacienda le sirvieron cuando empezó con las prácticas en el instituto. “Hay muchas cosas que aporté en el campito que no hacían correctamente gracias a mi mamá y a mi papá. Por ejemplo en la revisación de los animales, identificar los que tenían deformaciones genéticas. Algunos tenían tres tetas o los dientes les salían para adelante. O cabras que votaban verde. Hay un veterinario que es amigo de mi papá y me enseñó muchas cosas de los chivos”, dice Noel vestido con jogging gris y remera roja.
Trabajar con animales implica que las familias tienen que estar dedicadas todo el tiempo a eso. No existen los feriados. Por eso, para Aráoz, uno de los principales aprendizajes que construye el futuro técnico, es el compromiso con su emprendimiento.
“En la escuela aprendo muchas cosas. En el campito de la escuela me gusta mucho la agroecología, producción animal, fisiología animal y a la tarde me gusta matemática, historia, lengua y física. Yo les enseño a mis papás y ellos me enseñan a mí”, cuenta Noel, al que le falta un año para terminar la escuela. Y agrega: “Mi sueño a futuro es ser veterinario porque me gustan mucho los animales”. Para eso, se va a tener que ir a Chamical o a La Rioja.
“Pasta” para estudiar
Su mamá cree que Noel tiene “pasta” para seguir estudiando. “Yo siento mucha satisfacción y orgullo de que mi hijo sea abanderado. Yo quiero que estudie, que se reciba, que sea algo. Siempre digo que es feo estar mirando a otro en la cara para que te den algo o depender de otra persona. A mí no me gusta depender de nadie”, agrega.
Muchas de estas familias que viven de la cría de animales y de su pequeño emprendimiento productivo, prácticamente no conocen la posibilidad de acceder a un crédito. Ese es uno de los desafíos que se propuso superar el Grupo de Mujeres Campesinas, una organización que potencia la producción en la zona y logró que muchos de los productores pudieran mejorar su situación.
Su mamá forma parte de este Grupo y desde allí fue una pieza fundamental para conseguir que el agua llegara a la zona. “A mí las mujeres campesinas me ayudaron muchísimo en mi casa: ahora tenemos el chiquero, el gallinero, la pileta, la cisterna. La primera vez que me dieron un crédito yo tenía el baño pero no estaba instalado y, lo pedí para eso. Le puse los cerámicos y todo. El agua potable la pusimos hace dos años”, dice contenta de los cambios que fueron generando.
Lo que todavía les está faltando es tener luz eléctrica. Hoy solo tienen instalado un panel solar que les alcanza para las bombillas de luz y para cargar el teléfono. “Nosotros para comprar carne, tenemos que comprarla para el día. Por lo calores. No tenemos heladera ni frezar. Cuando no hay sol, estamos en el oscuro. A las 6 de la tarde como las gallinas, nos tenemos que acostar”, dice María Alicia.
Desde que hace unos años su papá tuvo una parálisis facial, Noel intenta volver lo más que puede a su casa para ayudar con las tareas del campo. Esa noche fatídica Noel estaba en haciendo un viaje a la ciudad de Olta y no puedo estar presente para ayudarlo. Eran las 3 de la mañana y me llamó mi hermano para contarme que había que derivarlo a La Rioja. Y no sabía qué hacer. Y ahí fue como que me dejó de gustar un poco el campo. Es lindo pero es mucho trabajo”, dice Noel.
De a poco su papá se fue recuperando, pero él prefiere estar cerca por si le pasa algo. “Ahora Noel tenía que haberse ido a La Rioja porque ganaron en la Feria de Ciencias y no se quiere ir por miedo a que a su papá le pase algo y él no estar”, cuenta su mamá.
Pensar en su futuro
Mientras está con ellos, aprovecha para hacer las tareas del colegio y se ocupa de los animales. En su tiempo libre, asiste a una academia de folclore en Chañar o va al gimnasio. El año pasado estuvo trabajando de delivery. “Quería tener mi propia plata. Después renuncié porque no me pagaban bien. Salía a las 6 de la tarde de la escuela y entraba a trabajar a de 7 hasta las 12″, recuerda. Como Noel ya maneja, aprovecha cuando puede para hacer algunos viajes como remis e ir ahorrando.
La mayoría de los padres de los alumnos del instituto no terminaron la secundaria. En la galería de su casa, su papá se pone a recordar su infancia. Su mamá quedó sola y él no tenía a nadie que se pudiera ocupar del campo. “Quería ir yo a la escuela pero no pude seguir la secundaria. Me tuve que hacer cargo de los animales”, dice este hombre que hizo hasta 7mo grado y hoy tiene muchos problemas de salud. El trabajo pesado, de sol a sol en el campo, le dejó dolores permanentes en el cuerpo.
“Para mí es un orgullo que Noel sea abanderado. Porque ya desde la primaria siempre fue elegido como el mejor de la escuela. Está muy bien que siga así de esa forma. Siempre los maestros lo felicitan por como estudia y por su conducta. Por la crianza que le dimos”, agrega.
Aráoz confirma estas apreciaciones sobre Noel: “Es un chico muy aplicado, muy respetuoso y que nos sorprende a diario con sus actitudes. Todos los días vivenciamos situaciones que nos resultan altamente gratificantes y eso es el estímulo que nos impulsa a seguir trabajando como lo hacemos”, resume.
Si Noel pudiera pedir tres deseos serían “que ellos tengan luz porque siento que es lo único que les hace falta y salud”, concluye.
COMO AYUDAR
Las personas que quieran apoyar a Noel en sus estudios o a su escuela pueden:
-comunicarse con Luis Aráoz al +54 9 3826 41-5122
-donar a la cuenta de la escuela Instituto Privado Doctor P. De Castro Barros
BANCO RIOJA
Cuenta Nro Caja de Ahorro 0050010002013887
CBU: 3090005703000120138875
ALIAS: tiza.pluma.morada