“Está al límite del bajo peso”. Gracias a controles mensuales, una iniciativa logra que los niños del Impenetrable chaqueño estén sanos y bien alimentados
La asociación civil Monte Adentro junto con UNICEF Argentina, llevan adelante un programa de seguridad alimentaria, atención de salud y capacitaciones laborales en 20 comunidades rurales; el objetivo es mejorar las condiciones de vida de las familias
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Es una mañana de muchísimo calor en el Impenetrable Chaqueño. Son las 9:00 de la mañana y el termómetro ya marca los 41 grados. Marisa González llega al Centro de Salud “Omar Aguido Gómez” del paraje Boquerón para hacerle un control nutricional a su hija Gimena de un año. Alrededor de 15 madres hacen cola en la puerta, esperando su turno con sus hijos en brazos.
“Hasta el año solo tomó la teta y no quería probar la comida”, le cuenta González a Yohana Solís, la Licenciada en Nutrición lleva adelante la atención, dentro de un programa de desarrollo humano impulsado por la asociación civil Monte Adentro, con el apoyo de UNICEF Argentina. El mismo tiene un abordaje integral y por eso busca potenciar a las madres en diferentes ejes: seguridad alimentaria, atención de la salud, prevención de enfermedades transmisibles y formación para el empleo para la generación de ingresos.
“Está al límite del bajo peso”, le explica Solis. Y agrega: “Necesitamos que empiece a incorporar distintos alimentos como frutas, verduras y legumbres para que suba de peso”. La madre escucha atenta.
Como ella, todas las que pasan por el consultorio van sacándose dudas y aprendiendo qué tienen que modificar en la alimentación de sus hijos para que estén más sanos: no darles edulcorantes en las bebidas como el tereré, agregarle más nutrientes a los guisos o que no tomen la mamadera tan cerca de las comidas.
“En estos hogares se repiten mucho las mismas comidas siempre. Es muy difícil lograr salud a través de la alimentación en nuestra zona rural del monte, más bien se logra fuerza. No existe el hábito de las comidas diversas, de incorporar muchas verduras y esta atención nutricional nos está permitiendo que las personas sepan que puede comer rico, generando salud de otro modo. Gracias a Unicef estamos pudiendo retomar estas atenciones nutricionales que son tan necesarias y valoradas por las familias de la zona”, explica Juan Chalbaud, director general de la asociación civil Monte Adentro.
Tener los pies en terreno
“Sabíamos que en el Gran Chaco hay niveles elevados de pobreza y desafíos en cuanto al acceso a servicios y a la calidad educativa. Es por eso centramos nuestra atención en esa zona”, cuenta Fernanda Paredes, Oficial de Políticas Sociales de UNICEF Argentina.
Las comunidades rurales del Impenetrable en Chaco son unas de las poblaciones prioritarias para UNICEF Argentina. A través de su actual programa de cooperación están trabajando desde hace varios meses con Monte Adentro con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las familias.
“Para nosotros es importante tener los pies en el terreno, estar presente en las comunidades. Al trabajar con organizaciones como Monte Adentro, UNICEF quiere tener el pulso de lo que está pasando y no quedarnos en un escritorio. Sino ponerle una cara a las personas que están en situación de pobreza, entender su situación y así hacer mejores recomendaciones de políticas o que nuestros programas sean más adecuados para esa realidad”, señala Paredes.
La forma de plantar bandera en el Impenetrable fue apoyar a una organización como Monte Adentro que ya está asentada ahí y tiene un largo camino recorrido. “Empezamos a dialogar una propuesta de desarrollo integral, que comience en la primera infancia, incluso en el embarazo, y que pueda llegar hasta la adultez. Y de ese modo, desarrollar un marco de posibilidades que habilite tanto a la persona más pequeña como a la más adulta, a desplegarse como ser humano aquí en su tierra, y su lugar de origen”, agrega Chalbaud.
Esta iniciativa se propone alcanzar a 250 niños de primera infancia hasta 6 años, 500 niños de 6 a 12 años, 300 adolescentes de 13 a 18 años y 900 personas adultas que viven en 20 comunidades rurales ubicadas en Chaco.
Laura Ortiz es mamá de Yaneth de 4 años y llega a la consulta en moto, porque vive a 8 kilómetros de Boquerón. “Siempre le hago control pero la traje a la nutricionista para saber si está saludable o no. Porque a veces nosotros decimos que comemos saludable pero no es así. Y nada mejor que el consejo de una especialista”, dice convencida, mientras Yaneth cuenta que sus comidas preferidas son el guiso y la sopa.
Después de salir del consultorio, Ortiz señala todo lo que aprendió: “Nosotros ocupamos mucho edulcorante como la Stevia porque con el calor tomamos tereré todo el día y la nutricionista me dijo que es mejor que ella no lo consuma. Y también que coma menos dulces. A ella le gusta mucho el chocolate”.
Que coman mejor y más variado
Específicamente, están trabajando en tres ejes: el primero es promover la salud, el manejo seguro del agua, y prevenir enfermedades transmisibles como Dengue o Chagas; el segundo es fortalecer la seguridad alimentaria de las familias rurales; y el tercero consiste en la capacitación en oficios y el desarrollo de pequeños y medianos emprendimientos. El principal objetivo es incrementar los ingresos y la autonomía económica de las familias. Los proyectos productivos que Monte Adentro ya tiene funcionando son el del costura, panadería y gastronomía con su marca propia “Manos del Monte”.
Lo primero que hace Solís es pesar a cada chico, medir su estatura, tomarle el perímetro encefálico y a partir de eso, evaluar su percentil y su estado nutricional. Ellos se dejan, juegan con la balanza y se divierten con los instrumentos. Los menos se asustan y solo quieren volver a upa.
“Tenemos varios casos de bajo peso y también de sobrepeso, eso quiere decir malnutrición tanto por exceso como por déficit. Vamos trabajando para acompañarlos y mejorar su calidad de vida. Lo que más se observa es la falta de frutas y de verduras. Y les cuesta mucho incorporar las legumbres. Tratamos de que usen menos las grasas saturadas y priorizar preparaciones básicas”, agrega Solís, que durante la entrevista les va preguntando detalladamente qué alimentos consumen sus hijos y cuáles no.
Otro punto importante de la charla con las madres es consultarles sobre la manera en la que preparan los alimentos y sobre la periodicidad de las comidas. “En vez de cocinar con tanta grasa, la podes reemplazar por el aceite que es más nutritivo. Y también es bueno que vayas reduciendo el uso de azúcar”, les explica Solís, mientras se ayuda con diferentes láminas de las familias de alimentos para explicarles cuáles necesitan sumar.
Identificar casos de malnutrición
Los controles – que a partir de esta articulación se van a hacer de forma mensual – apuntan a la identificación temprana de los casos de malnutrición en las comunidades rurales. Una vez detectados los niños que están en riesgo nutricional, son monitoreados por un nutricionista o pediatra y se les entregan a las familias bolsones de alimentos. “Cuando hay malnutrición en los hogares pueden convivir una persona con características obesogénicas con una persona que está malnutrida o puede haber una persona que tiene sobrepeso y a su vez está desnutrida”, señala Paredes.
Gisela Zelaya lleva al control a su hijo Josías de 10 meses. Pesa 9 kilos. Cuando Solís le pregunta si consume carne, Gisela le contesta que no. “No le doy porque tengo miedo de que se atragante”, confiesa un poco avergonzada. Se va de la consulta con la confianza suficiente como para empezar darle al menos hígado, que “es lo más blandito”, dice entre risas.
En julio de este año, una comitiva de UNICEF visitó los parajes en los que trabaja Monte Adentro para conocer de cerca esta realidad. “Lo que más me impactó fue cómo la dispersión de estas comunidades limita el ejercicio de derechos y el acceso a servicios públicos, y cómo marca la dinámica de cómo viven e interactúan las familias ahí. Veo que hay una necesidad de implementar programas integrales, no únicamente de seguridad alimentaria, sino estrategias que ayuden a las familias a mejorar sus condiciones de vida en diferentes ámbitos”, agrega Paredes.
Después de una convocatoria abierta, Monte Adentro quedó seleccionada para empezar una cooperación que combatiera la pobreza y se enfocara en la diminución de las desigualdades territoriales. “Lo que encontramos es que Monte Adentro y Unicef tienen una visión muy afín en cuanto a la perspectiva de derechos humanos y la promoción del desarrollo social y económico en las comunidades. También tenemos una visión de sustentabilidad y de cuidado del medio ambiente compartida. Nos encontramos con una organización que no solo brinda asistencia social, sino que busca transformar la vida de las comunidades, en su propio lugar, para evitar el desplazamiento. Y esto nos parecía muy interesante”, dice Paredes sobre esta organización que hace 8 años busca que las familias del monte puedan tener una vida digna y en armonía con la naturaleza.
Uno de los aspectos que más valora Paredes de la aproximación de Monte Adentro con las comunidades, es la participación y el trato horizontal que generan con las familias. Las decisiones se toman entre todos a partir de distintos tipos de rondas que hacen. “Y eso empodera a las familias, las saca de una posición de asistencia social y las pone en un lugar en el que ellas pueden transformar la vida”, afirma la especialista.
Este programa buscan aplicarlo también de forma horizontal y desde un enfoque democrático. “UNICEF ha puesto en marcha un mecanismo para ir relevando las inquietudes de las familias, cómo se sienten, si les parece adecuado el programa, y a partir de esos testimonios, hacemos adecuaciones y vemos si es necesario hacer algún ajuste”, concluye Paredes.
Aprender a cocinar
Después del control nutricional, la actividad continúa con un taller de cocina saludable, en el que las mamás aprenden a hacer canastitas de verdura con zanahorias, zapallitos, cebollas, morrón y huevo.
“Es algo sencillo, nutritivo y completo, entonces lo pueden hacer tranquilamente en su casa con los alimentos que tienen. Y es para que sepan cómo prepararlo e incluso que aprendan a combinar distintas verduras y sumarle legumbres”, explica Solís, mientras las madres se ubican alrededor de la mesa de madera y empiezan a cortar las verduras en cuadraditos.
Mientras preparan el relleno, Solís aprovecha para seguir dándoles consejos que les pueden servir en su día a día. “Usamos el huevo para que sea una preparación más completa. Este relleno también lo puede usar en empanadas y tartas. Para incorporar las verduras, la idea es ir siempre ofreciéndosela a los chicos enmascaradas al principio en una empanada, canastita o tarta”, señala.
Un par de horas después, cada una se lleva la comida lista y se comprometen a volver a repetir el menú en sus casas. “El taller de cocina viene a ser novedoso. Porque nos viene a presentar, que con verduras muy sencillas, que las conocemos de todos los días, podemos preparar algo rico y saludable, señala Chalbaud.
Dalma Ruiz se acerca al centro de salud con su hijo Julián de 9 meses y después se suma al taller. Mientras Julián duerme en el cochecito a la sombra, ella corta las verduras y charla con sus compañeras. “Los controles se los hago siempre acá. Me dijeron que está bien de peso y talla, y que lo estoy alimentando bien así que me quedé tranquila. Hoy nos enseñaron a hacer conitos de verdura. Yo nunca los había hecho así. En casa la verdura la uso más en guisos y sopas”, cuenta.
Para Chalbaud, es fundamental apostar por un desarrollo social e integral en el Impenetrable y eso implica la presencia de profesionales como una nutricionista, una enfermera o un médico, que tanto escasean en el monte. “Para nosotros es muy importante que acerquemos ese derecho a las comunidades rurales del monte. Una parte del proyecto es sostener los puestos de salud comunitarios para que en todos los parajes, la atención primaria de salud, exista todas las semanas”, concluye.
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