Hugo Duarte es un joven de 20 años que vive en la comunidad Guapoy, en Puerto Libertad, Misiones; a través de sus canciones busca contar su historia y la realidad de su pueblo
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“Yo se bien lo que se vive en un lugar sin dirección,
cuando falta el alimento y cuando falta el amor”
“No puedo decir que mi vida fue un lecho de rosas,
si crecí en la pobreza, en este mundo así son las cosas.
Me faltaba el sustento día a día en mi casa,
mis hermanos en la calle esperando las migajas”
Hugo “Hache” Duarte escribe para sanar. Pero también para que el resto del mundo conozca su realidad y la de miles de chicos – como él – que se crían con hambre y con pocos abrazos. Estas son las estrofas de su primera canción de rap llamada “Mi historia”, en donde este joven de 20 años que vive en la comunidad Guapoy, en Puerto Libertad, Misiones, habla de sus orígenes Mbya Guaraníes y de una infancia de indigencia y soledad. “Me hizo bien escribir sobre la comunidad y sobre mi vida. Lo hago en castellano porque me gusta más y no se cantar en guaraní. Pero algún día voy a tratar de hacer música para la comunidad”, dice con una voz apenas audible y siempre mirando al piso.
El sueño de la música arrancó en 2011. Hache escuchó un tema de Picky 3p, el rapero Maximiliano Cottet que nació en Mar del Plata, y algo se encendió en él. Con un papel y una birome empezó a escribir algunas letras. “Arranqué con cosas románticas porque no sabía tantas palabras en español. Y grababa en el celular de mi hermano. Siempre le prometía a mi mamá que iba a llegar lejos y que no íbamos a sufrir más”, recuerda sobre sus primeros tiempos.
Buscando estudios para grabar conoció a un amigo por Facebook que tenía uno en Iguazú. “La persona que me ayudó se llama Pablo y ahí grabé mi canción”, dice Hache, quien pudo publicar su primer videoclip en agosto de 2019. Allí aparece con un pañuelo rojo atado en la frente y canta junto a Octavio.
Infancia difícil
Sentado en el tronco de un árbol a la sombra, Hache se quiebra a cámara cuando recuerda los momentos de chico cuando iba con sus hermanos a pedir un pedazo de pan a la ciudad de Iguazú o revisaban entre lo que se desechaba en el mercado. “A veces nos acompañaba mi mamá o mi hermano mayor. Mi padre fue alcohólico y ahora está recuperado. Lo que pasé con mis hermanitos fue muy feo. Yo me hacía cargo de ellos”, dice este chico que a los 10 años empezó a trabajar con su papá en el yerbal. “Era muy duro. No iba a la escuela porque no se podía hacer las dos cosas. Una semana iba a la escuela y otra semana iba a trabajar. Por eso ahora estoy atrasado”, dice Hugo, que vive junto a su mujer y sus dos hijos, y está cursando el 2do año de la secundaria.
Su profesora Alba Nidia Chaparro es la que más fe tiene en Hache y la que siempre le refuerza que es importante que siga estudiando. Actualmente trabaja como tutora de la escuela rural que funciona en la comunidad a la que asisten 59 alumnos. “Cuando me dijeron Hambre de Futuro se me vino Hugo a la cabeza. Porque él iba a cantar a los bares de Iguazú, llegó a grabar un videoclip con otro rapero y con esto de la pandemia se le truncaron todos los proyectos que tenía con su música. Creo que tiene muchas posiblidades y sería fabuloso para él y para toda su comunidad por el impacto que puede generar”, cuenta Chaparro emocionada.
Por su parte, Hache tiene muy en claro que la secundaria no solo lo ayuda a saber más, sino que le permite ampliar su vocabulario y adquirir más herramientas para su futuro. Durante la pandemia, algunas tareas se hacían con fotocopias y otras a través de los celulares. Por suerte Hache tiene uno y en la comunidad se instaló una antena de Wifi para poder conectarse. “Quiero darle a mis hijos lo que nadie me dio a mí. Mi madre estudió hasta 5to grado y mi padre terminó solo la primaria. Me gustaría seguir estudiando algo relacionado con la música”, dice convencido.
Una economía muy precaria
En la comunidad Guapoy viven 27 familias, la mayoría con hijos pequeños. Cocinan a leña, tienen acceso a luz, a Internet y poseen un pozo perforado de agua que cuando hay sequía no alcanza para todas las viviendas. La mayoría cobra algún plan social, pero viven principalmente de la agricultura y del turismo.
La economía de la familia de Hache es muy precaria ya que viven de la AUH que cobran por sus hijos y de la venta de orquídeas a turistas sobre la ruta 12. Con el parate del turismo por el Covid 19, esos ingresos bajaron muchísimo y hoy sobreviven sembrando maíz y mandioca.
Elisa Raquel González, su mujer, también asiste a la escuela (está en 4to año), se ocupa de sus hijos y de la venta de orquídeas. “La vida acá es difícil. Con el plan y lo que sacamos de las plantas compramos alimentos y ropa. Durante la pandemia no vendimos nada, recién ahora volvimos de a poco. Necesitamos chapas para que no nos entre agua cuando llueve en la casa”, dice, mientras con Hache se acercan al puesto que tienen sobre la ruta para hacer las ventas del día. Durante el trayecto, Hache aprovecha para rapear otra parte de su canción:
“Soy hijo de esta tierra, soy nativo de esta selva
no me mires de reojo si me ves en esta escena
yo también llevo en mi sangre los sonidos de la selva
de su fauna, de su flora y de su aroma, de su tierra”
“Llevo historias en mi sangre de la vida, de mi raza
el cielo era mi espejo y la selva era mi casa
siendo dueños de estas tierras nos tocó lucharla más
fue nadar contra corriente como en el río Paraná”
“Si les cuento mi pasado es que no quiero volver más
A vivir la misma vida y a sufrirla nunca más”
El futuro de los jóvenes
Para Chaparro, su preocupación más importante es el futuro de sus alumnos. “Uno los va impulsando a seguir estudiando pero no hay carreras acá cerca. De todos los que terminaron en la escuela, ninguno pudo seguir. En Puerto Libertad no hay carreras terciarias. En Banda, que queda a 13 kilómetros tienen el magisterio, es de noche, a esa hora ya no hay transporte y sino Iguazú que les queda a 45 kilómetros. Se les dificulta mucho”, dice con tristeza.
Hache tiene muy en claro cómo quiere ir construyendo su carrera. Después de publicar su primer videoclip, este joven se convirtió de alguna manera en “la voz de su comunidad” pero necesita seguir ganando apoyos para sacar su primer disco. “Si llego lo que deseo es ayudar a mi gente, a toda la comunidad. Y también a los blancos. Me entristece ver a los vagabundos que no tienen nada. Yo quiero ayudar a todos. Tengo canciones para grabar pero me falta el dinero”, dice con la esperanza de conseguir alguna ayuda.
Javier Martínez es primer representante de la comunidad y recibe con mucha alegría la visita de LA NACION. Sobre Hache, Martínez solo tiene palabras de admiración: “Que nazca dentro de esta comunidad un muchacho que tiene un sueño infinito, que va narrando su historia con talento, a mí me increíble y muy valioso para que la gente nos conozca. Porque cuando habla de su historia también habla de la nuestra. Es un orgullo de la aldea tener a Hugo rapeando. Ojalá que esto sirva para que pueda representarnos más allá de esta comunidad y de esta provincia”.
COMO AYUDAR
Las personas que quieran ayudar a Hache a cumplir su sueño de ser rapero pueden comunicarse con Alba Nidia Chaparro al +54 9 3757 54-3512.
Los que quieran seguir su trabajo en las redes sociales puedan hacerlo a través de IG https://instagram.com/hache_duarte_?utm_medium=copy_link y en Facebook https://www.facebook.com/hache.darky