Economía de supervivencia: Los desafíos que enfrentan los productores rurales
Video publicado por LA NACION el 14/09/2024.
“Ayer salimos al campo a buscar las vacas. Y se nos oscureció porque estaban muy lejos. Las llevamos a vacunar contra la brucelosis que es una enfermedad que hace que el animal no pueda tener la cría”, dice Tiziano Alfaro, un adolescente de 16 años que vive en la zona de Pichi Neuquén, en el norte neuquino. Allí ayuda a sus abuelos con la cría de vacas, ovejas y cabras. Cuando sea grande, quiere ser veterinario para poder cuidar a los animales y quedarse en el campo. “En el tiempo de primavera es cuando más trabajo hay”, agrega.
En todas las provincias argentinas que visitamos con Hambre de Futuro hemos visto que las economías regionales son el sostén de vida de la mayoría de las familias rurales. Estas personas, capaces de producir alimentos, productos y servicios de calidad para su país, en general no cuentan con las herramientas y las oportunidades para que sus hijos puedan crecer y desarrollarse. La única opción, entonces, es migrar a las grandes ciudades en busca de un futuro mejor y enfrentar el desarraigo.
“Es muy dura la tarea del campo. Hay que salir con lluvia, con viento, con nieve. Tenés que estar todo el día y, a veces, la noche. No hay descanso para el criancero. En invierno hay que esperar a que llegue la máquina para despejar los caminos. Por eso quiero que mi hija Milla se dedique a estudiar.”, cuenta Amable Muñoz, un productor del norte neuquino.
Son muchas las cooperativas productivas rurales, de mujeres campesinas, de los pescadores artesanales y de las familias de crianceros que ponen en marcha economías de supervivencia. Ellos podrían ser actores principales de un desarrollo productivo local, sustentable y justo si contaran con más incentivos económicos y fiscales, mejores redes productivas, capacitaciones y canales de comercialización que les permitan vivir de los que sacan de la tierra, de sus animales o de sus producciones. Esa es la deuda pendiente.
Ema Nieto es la presidenta del Grupo de Mujeres Campesinas Organizadas, con sede en Chañar, La Rioja. “Desde que vine hace 24 años acá, estamos reclamando el tendido de electrificación para esta zona, que serían 11 kilómetros. El agua dulce nos largan dos veces a la semana y el agua salada desde octubre que no salía para los animales”, señala para mostrar la falta de infraestructura que sufren.