Crisis educativa: ¿Cómo se enseña hoy a leer y a escribir en la Argentina?
Existen dos enfoques en puja: la conciencia fonológica y la psicogénesis constructivista, que es la que se impulsa desde el Ministerio de Educación
- 6 minutos de lectura'
En la Argentina existen dos enfoques de enseñanza de la lectura y la escritura en puja: la conciencia fonológica y la psicogénesis constructivista. Hasta fines de los 80, en las aulas se alfabetizaba con el método fónico o con la palabra generadora, métodos muy estructurados y rígidos de enseñanza.
A partir de la irrupción de la psicogénesis (que tiene su origen en 1979, con la publicación de “Los sistemas de escritura en el desarrollo del niño”, el libro de Emilia Ferreiro y Ana Teberosky) y su desembarco en nuestro país, se pasó a un modelo en el que el proceso de alfabetización en los alumnos es de inmersión: la maestra crea las condiciones y da lugar a que los chicos construyan su lectoescritura de manera más integral a partir de la interacción con el medio y las experiencias culturales.
En la década del 90 se comienza a difundir en el mundo el concepto de conciencia fonológica, que reconoce que para escribir una palabra es necesario reconocer los sonidos que la forman. Llevado a las aulas, este concepto implica que la maestra enseñe de manera explícita la naturaleza del código alfabético, con énfasis en el desarrollo de la conciencia fonológica y la presentación del sonido de cada letra. Los niños empiezan a detectar sonidos, sílabas y rimas en las palabras que escuchan y leen.
Actualmente, el enfoque que se impulsa desde el Ministerio de Educación es la psicogénesis. Para Bea Diuk, investigadora independiente del Conicet y fundadora de la propuesta Dale!, la idea de que no hace falta enseñar el sistema de escritura, de que el mero trabajo en contextos y algún trabajo ocasional con el sistema de escritura alcanzan para que los chicos aprendan a leer y a escribir, es muy dañina para los sectores más vulnerables. “Esto en muchos casos es cierto respecto de los chicos de los sectores medios de la sociedad porque en estos hogares la alfabetización ocupa un lugar central en la vida cotidiana. Pero cuando este proceso que los chicos de los sectores medios hacen plácidamente durante cinco años, otros chicos lo tienen que hacer en cinco meses, se necesita un nivel de sistematicidad en la enseñanza que hoy la escuela no le da”, explica la especialista.
Lo que sí celebra es la introducción de los textos en las aulas pero que, lamenta, se hizo derribando todo lo anterior. “Haber traído los textos al aula es maravilloso pero de ninguna manera es aceptable que esto se haga en detrimento de la educación sistemática. Las dos cosas pueden convivir bien. Pero esto se impuso con un nivel de dicotomía tan grande que suponía que o sos moderno y trabajás con textos o sos antiguo y enseñás las letras”, resume Diuk.
Según el informe realizado por Argentinos por la Educación en abril de este año sobre trayectorias educativas solo 16 de cada 100 estudiantes que comienzan 1er grado de primaria llegan al final del secundario en el tiempo teórico esperado, y alcanzan conocimientos suficientes de lengua y de matemática.
“A nivel estructural, un buen primer paso sería que los 24 ministerios provinciales de educación tuvieran sistemas de información que permitieran seguir la trayectoria de cada alumno. Esto posibilitaría, de manera masiva, acompañar mejor cada trayectoria”, sostiene Ignacio Ibarzábal, director ejecutivo de Argentinos por la Educación.
Las provincias mejor posicionadas son la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con 33% de estudiantes, Tierra del Fuego con el 21% de los estudiantes y en tercer lugar se ubican Río Negro, La Pampa y Mendoza con el 19%. Las situaciones más críticas se encuentran en Chaco, Santiago del Estero y Formosa con solo un 5% de los alumnos con trayectorias exitosas.
Muchos críticos señalan que la psicogénesis no resolvió los problemas de comprensión lectora en las aulas del país y que es la responsable de los problemas de repitencia y abandono escolar.
“Hay una creencia de que hay un modo de enseñar que es tradicional, rígido y rutinario y que lleva a una educación muy básica y otro modo creativo que produce comunidades de escritores y lectores. Es una ilusión muy bella pero luego de 30 años de ir abandonando la enseñanza sistemática lo que vemos es que esto ha tenido un costo feroz para los más pobres. No podemos seguir sosteniéndolo. La escuela puede estar llena de literatura y también de enseñanza sistemática. No son contradictorias estas ideas”, argumenta Diuk.
Escuelas pobres para alumnos pobres
Todos los especialistas consultados coinciden en que cuando existe una buena estrategia pedagógica y un acompañamiento integral, los chicos aprenden. Por eso la escuela siempre funcionó como trampolín de movilidad social.
“Las diferencias iniciales existen y la escuela está justamente para cerrar esa brecha que se genera en el hogar. Hoy lo único que hace la escuela es consolidar el círculo de la pobreza”, afirma Ana María Borzone, doctora en Letras e investigadora principal del Conicet, especializada en alfabetización.
Uno de los datos más preocupantes de las Pruebas Aprender 2021 es la enorme desigualdad educativa entre los chicos que más y menos tienen. Mientras que sólo el 8,6% de los chicos del nivel socioeconómico alto tuvo resultados por debajo del básico, esta cifra se multiplica hasta llegar al 43,1% en los chicos del nivel socioeconómico bajo.
“Uno ve que en la primaria que hay marcadas diferencias en términos de apropiación de aprendizajes, y cuando se cruza esta información por sector de gestión, las escuelas públicas son las que tienen más dificultades para lograr que los chicos aprendan. Esto está siendo así a nivel regional y a nivel global. Pero en América latina se están viendo las brechas más grandes, y a nosotros nos preocupa muchísimo”, señala Cora Steinberg, especialista de Educación de Unicef Argentina.
Lamentablemente, los chicos más pobres siguen teniendo las escuelas más pobres en términos de infraestructura y recursos, y también los rendimientos más pobres. Para Ibarzábal, las razones que explican esta relación incluyen las dificultades para aprender que surgen de un entorno de privaciones, el capital cultural de las familias y las condiciones estructurales donde se dan los procesos de enseñanza y aprendizaje. “En Argentina, además, las brechas que ya existían se ampliaron por la pandemia. Ahora bien, estas dificultades pueden compensarse en mayor o menor medida por las políticas estatales. Lo que los datos demuestran es que en Argentina, no estamos logrando mitigar estas diferencias”, agrega.
La escuela por sí sola no puede cerrar la brecha pero sí puede ser parte de un proceso que ayude a reducirla, mantenerla o profundizarla. “Nuestro sistema educativo se ha segmentado mucho y eso es un mecanismo de reproducción durísimo. Cada uno va a una escuela relacionado con el nivel socioeconómico al que pertenece y eso hace que sea muy difícil cambiar las cosas. Quienes hacen estudios económicos lo que te dicen es que las escuelas a las que van los más pobres reciben menos equipamiento, tienen edificios en peor estado, los docentes menos formados y eso habla de que hay un círculo de reproducción”, dice Diuk.