Cáritas: “Los padres de los chicos de los barrios populares se dan cuenta de que sus hijos no aprenden”
Para Nicolás Meyer, director ejecutivo de Cáritas Argentina, la falta de conectividad es un factor de inequidad social muy explícito; ayer, junto al Observatorio de la Deuda Social de la UCA, presentaron un nuevo informe sobre la radiografía de la pobreza
- 11 minutos de lectura'
Ayer se presentó el informe “Un rostro detrás de cada número. Radiografía de la pobreza en Argentina”, que el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA realizó en forma conjunta con Cáritas Argentina. Los datos muestran un claro aumento, no sólo en los niveles de pobreza, sino también en los de indigencia. Hoy caen en la pobreza familias que siempre tuvieron trabajo, pero a las que no les alcanzan sus ingresos.
Desde Cáritas, reconocen que son muchas las personas que se acercan por primera vez a recibir un plato de comida. “Una persona que quizás antes vivía en un barrio popular pero no se autopercibía pobre porque gestionaba las necesidades de su familia con su trabajo, se le corta la changa y a los dos días tiene que ir al comedor”, explica Nicolás Meyer, director ejecutivo de Cáritas Argentina.
El informe también da cuenta de que, en la Argentina, más de la mitad de los chicos son pobres, porcentaje que alcanza casi el 75% en el Conurbano bonaerense y otras zonas del país. También que cayó el empleo formal y las medidas sanitarias afectaron, con mayor fuerza, a quienes contaban con empleos precarios y a los trabajadores de la economía informal.
Sobre la desigualdad educativa que trajo aparejada la pandemia, Meyer señala que hoy la falta de conectividad profundizó la brecha en los aprendizajes. “La sensación de los barrios populares de ser una isla en medio de otros barrios que sí tienen servicios como Internet, tiene una percepción de muchísima injusticia y de sentirte al margen de un derecho básico. Antes eran las ambulancias, que tampoco siguen entrando, y ahora pasa con este derecho vital para que los chicos puedan tener conectividad y vínculo con los maestros”, dice.
En relación a la Mesa del Hambre, de la cual Cáritas también es miembro, es muy crítico: “La realidad es que no percibimos que sea una mesa de trabajo constante sino que nos enteramos de los anuncios que hace el gobierno. Queremos ser los que lleven las voces de estos territorios a los espacios de diseño de políticas públicas y en la Mesa del Hambre eso no pasó”.
El fin de semana del 12 y 13 de junio se realizará la tradicional Colecta Anual de Cáritas en forma presencial en todo el territorio nacional y ya se está llevando a cabo de manera virtual. “Hay un colectivo grande de voluntarios que ya le están poniendo el cuerpo a esta pandemia. Solo necesitamos un poco más de recursos para hacer lo que ya hacemos pero con mayor escala e impacto”, agrega Meyer.
- ¿Cuáles son los resultados que más te sorprendieron del informe presentado ayer ?
Me sorprendió la proyección dramática que ellos hicieron de cuál hubiera sido el impacto si no hubieran existido el IFE, la Tarjeta Alimentar, la AUH y los programas sociales. En vez del 44% de pobreza sería un 53% y en cuanto a la indigencia pasaríamos del 10 al 20%. Cáritas es una organización que quiere ir por la promoción y que hace años que quiere salir de la asistencia, salir del comedor y del ropero. Pero con la pandemia tuvimos que volver a lo básico de sostener y ser canales para que las políticas y la ayuda estatal llegue.
Cuando nos preguntamos por qué tanto dinero destinado a la emergencia y no a la promoción, este dato nos dio claridad. Porque si no lo ponés en la emergencia, te sube 10 puntos la pobreza y esa es la vida concreta de un montón de familia.
Y unido a este dato, el otro que fue llamativo es que 4 de cada 10 niños tiene algún tipo de cobertura alimentaria. Son familias que si no tuvieran este apoyo, podrían caer en inseguridad alimentaria. El número en infancia siempre te pega muchísimo más.
- Es una mirada muy positiva la tuya porque de todo rescatás dos cosas que ayudaron a estar un poco mejor. ¿Percibís que de alguna manera la sociedad se termina acostumbrando a esta realidad de la pobreza?
La sociedad se acostumbra pero las familias también se acostumbran a que su destino es organizarse en torno a la asistencia y a que otros les cubran lo que ellos no pueden. Y eso también me gustó mucho del informe de ayer cuando se habla de que el malestar psicológico creció del 22 al 24% en los sectores bajos. Nuestras voluntarias pertenecen a estas familias de la comunidad que viven esa inequidad. Eso no solo se traduce en tener que organizarte diferente para gestionar recursos sino también se traduce en un desgaste anímico y en una falta de horizonte. ¿Cómo le decís a una familia de un barrio popular que puede salir adelante, si lo único que escucha es que se aumentan los montos para asistirlos?
- Mencionás la importancia de canalizar las políticas públicas a los territorios, ¿les aumentaron las partidas estatales durante la pandemia?
Aumentamos mucho las conversaciones y los acuerdos. Aumentó el Plan Abrazar Argentina contra el frío, que pasó de 20 millones de pesos a 79 millones. Pero cuando tenemos que repartirlo en 66 diócesis a nivel nacional, el aporte termina siendo bajísimo. Se estuvo en conversaciones de cómo aumentar, hubieron algunos gestos pero todavía falta mucho recorrido. Los mecanismos que tiene el Estado Nacional para proveer recursos o alimentos cuando no es a través de la Tarjeta Alimentar son muy engorrosos, burocráticos y discrecionales. Nos damos cuenta de que los funcionarios tiene la voluntad pero se quedan sin las herramientas para hacerlo. Tuvimos una reunión en la SIGEN con 5 ministerios y organizaciones sociales para repensar los procesos administrativos de la gestión de programas de tierra, techo y trabajo. La cosa es o muy compleja o casi imposible de gestionar o con información muy escasa. Si eso avanza, hay una punta para empezar a tirar por ese lado.
- ¿Qué otros tipos de pobreza ves vos hoy?¿Más allá de lo económico, cómo ves que impactó la pandemia?
El tema conectividad es un factor muy explícito de inequidad social porque tenés algunos barrios populares en donde en el entorno hay Internet o fibra óptica y en ese barrio no entra. La sensación de ser una isla en medio de otros barrios que sí tienen servicios, tiene una percepción de muchísima injusticia y de sentirte al margen de un derecho básico. Antes eran las ambulancias, que tampoco siguen entrando, y ahora pasa con este derecho vital para que los chicos puedan tener conectividad y vínculo con los maestros. El informe de la UCA muestra que el 60% de los chicos de 3 a 5 años se vincularon con la escuela, solo a través de redes sociales. Y esto es imposible que tenga contenidos, que tenga llegada y que tengan una experiencia pedagógica. Los padres de los chicos de los barrios populares se dan cuenta de que sus hijos no aprenden.
- Por todo el trabajo territorial que hacen, ¿qué dificultades tuvieron por la pandemia?¿Dejaron de ir a los barrios en algún momento?
Son muchos los voluntarios de Cáritas que murieron, primero, por porque muchos viven en esos contextos de vulnerabilidad y, segundo, por estar más expuestos por ser voluntarios. A nosotros se nos presentó el dilema internamente de cómo pararnos frente a esta pandemia porque una de nuestras directivas es “cuidar a los que cuidan” y por otro lado queremos ser una iglesia que está presente y sale a buscar a la gente. Esta es una contradicción que tenemos todos los que estamos haciendo servicio. A todas las Cáritas Diocesanas nos impactó mucho este dilema de no dejar de estar con los que sufren pero tampoco descuidar a nuestros voluntarios.
- ¿Ven muchos nuevos pobres, Personas que antes no recurrían a Cáritas y ahora sí lo hacen?
Lo vemos en temas alimentarios. una persona que quizás antes vivía en un barrio popular pero no se autopercibía pobre porque gestionaba las necesidades de su familia con su trabajo. Se le corta eso y a los dos días tiene que ir al comedor. No tienen ahorros y enseguida tienen que salir a buscar como comer. Si vemos mucho de eso y también que se vuelven a generar muchos emprendimientos.
- Contanos alguna historia de esas personas que están cada vez más afuera del sistema que te haya conmovido en estos últimos meses.
Rescataría a María Rosa Acosta. Se acercó a la parroquia porque sentía que le estaban dando ropa y alimentos y quería devolver algo. Empezó laburando en la Cáritas, en lo diario, se empezó a involucrar con otros proyectos y termina en el de costura para hacer barbijos y batas para donar al hospital. En esa tarea es que le agarra Covid y fallece a los 56 años. Es esa historia de vida de una mujer que logra de entender como funciona la dinámica de reciprocidad y gratuidad. A mí me asistieron porque alguien tuvo la iniciativa y puso el tiempo. ¿Por qué no puedo ser también yo la que haga eso?
- Ustedes están en la Mesa del Hambre, ¿qué avances concretos se hicieron hasta ahora?
Te puedo decir que no participamos en acciones concretas de la Mesa del Hambre pero sí en programas que gestionó algún ministerio en particular. Por otro lado, Desarrollo Social planteó un foro para hablar de las políticas de trabajo que tiene el ministerio y el Estado para hacer crecer el trabajo de la economía popular y ahí sí vemos que es una mesa más de trabajo. En donde ya hubo un primer espacio y ahora están convocando a otro.
- Siempre se dice que los argentinos son muy solidarios durante las tragedias como las inundaciones o los incendios. ¿Ustedes notan que esto se dio durante la pandemia o no?
El año pasado fue un año de muchísimo trabajo en responder a la cantidad de propuestas de colaboración que hubo. La gente se acercó más a lo local, a la parroquia o al comedor más cercano. Vemos también que no superamos la colaboración espasmódica. Con lo que estoy muy desilusionado es con la no reedición de Seamos Uno, que fue una experiencia muy positiva con un volumen y un alcance medido, que se llevó a cabo solo en el AMBA. Y yo lo que esperaba es un Seamos Uno 2, 3 y 4 y escalado a nivel nacional. Y esto no pasó.
- ¿Qué acciones hace Cáritas y no son tan conocidas por la sociedad en general?
Una iniciativa que no se percibe como que es de Cáritas son los Hogares de Cristo, que consisten en centros barriales de acompañamiento a jóvenes y adultos que están con problemas de adicciones. Es de las pocas organizaciones que tiene un método, un dispositivo y un acompañamiento barrial para estas personas. Tenemos 200 en todo el país , en 36 diócesis y con 4400 personas alcanzadas. Es de las iniciativas a las que más nos cuesta que la gente aporte y en definitiva son de las personas más necesitadas. Porque es alguien pobre, que vive en un barrio pobre, que su familia tiene necesidades alimentarias y que se enferma más porque tiene una nutrición débil. Es sumado a toda la pobreza estructural. Y ahí hay un laburo enorme porque además se lo acompaña en su reinserción laboral. Lo nuevo de la metodología es que es comunitaria porque es el barrio el que se hace cargo de ese chico o esa chica y no que lo llevamos a una granja.
El que también es poco conocido es el de vivienda. Tenemos dos proyectos en Córdoba pero estamos tramitando 11 expedientes en el Ministerio de Hábitat para construir 3000 viviendas en los próximos 3 años, en 11 puntos del país. Son procesos de autoconstrucción con los vecinos de lotes con servicios.
- ¿Qué le dirías a la gente que ya está resignada frente a la pobreza?
Ya hay 36.000 voluntarios de Cáritas que están trabajando en el territorio. No es empezar algo de cero. Estos voluntarios están en la primera línea de fuego, están poniendo el cuerpo en plena pandemia y necesitan que te sumes desde lo que podés. Desde el celular, desde tu casa, desde la computadora. Hay un colectivo grande de gente que ya le pone el cuerpo. Solo necesitamos un poco más de recursos para hacer lo que ya hacemos. Yo tengo pedidos para hacer más Emaús que son los centros educativos o centros barriales y solo nos faltan los recursos para que suceda.
COMO AYUDAR
- Las personas que quieran colaborar con donaciones o como voluntarios pueden ingresar a www.caritas.org.ar