Machismo: cómo intervenir frente a un amigo violento
Uno de los temas que expuso el femicidio de Úrsula Bahillo fue el rol “pasivo” que muchas veces tienen los varones frente a la violencia de género: ¿ninguno de los amigos de su asesino pudo ver lo que pasaba? ¿Qué discusiones tienen que darse al interior de los grupos de hombres?
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Pasaron más de diez años y Alejandro sigue recordando aquel momento bisagra en el vínculo con sus amigos de entonces. Una charla trivial había derivado en otra más profunda en la que él y dos amigos intentaron hablarle a Pablo, “el hegemónico del grupo”, “el macho”, el que siempre “gastaba” a los demás. Estaban preocupados porque el alcohol lo estaba poniendo cada vez más violento con su mujer. Pero no resultó como Alejandro esperaba.
En la amistad entre varones, hay temas que no se tocan. Una especie de pacto implícito que deja a las emociones afuera del asado, del partido o de la salida grupal. Entre amigos, por lo general, es un tabú intentar marcar situaciones de violencia o la incomodidad que generan ciertos mensajes machistas que se hablan o se comparten por Whatsapp. Y quien transgrede la norma, corre riesgo de quedarse afuera. O de ser considerado, lisa y llanamente, un marica.
Eso le pasó a Alejandro. “Cuando le mencionamos el temita del alcohol, Pablo se sacó. Nunca llegamos a decirle siquiera lo de su mujer. Yo traté de ir más al fondo del asunto, mientras los otros dos recularon al instante y me dejaron solo. Conclusión: yo terminé peleado con él”, rememora el hombre, de 51 años, quien accede a hablar pidiendo el resguardo de su nombre real y el de su amigo. “Tiempo después, compartimos unos asados más, algunos partidos de fútbol, algunas reuniones… pero la relación con ellos tres y yo se fue enfriando, hasta que no nos vimos más”, agrega Alejandro con una mueca de nostalgia.
Pero el reciente femicidio de Úrsula Bahillo, ocurrido en febrero último, expuso como pocas veces en el debate público que el rol pasivo de quienes rodean a una persona violenta no es inocuo. “Todas tenemos una amiga violentada, pero ninguno tiene un amigo violento. No dan las cuentas”, fue la frase que circuló entonces por redes sociales, dejando expuesta la necesidad de replantear los términos y condiciones de la amistad entre varones.
“Como si a uno le importara más gustarle a los amigos”
Tal y como están las cosas, por lo general, la aprobación y el reconocimiento de los pares lo representa prácticamente todo en las lógicas de socialización masculina. “Las relaciones entre varones son también relaciones de poder y de vulnerabilidad. Como decía uno de los varones que ejercieron violencia a los que entrevisté para mi investigación: Es como si a uno le importara más gustarles a sus amigos varones que gustarle a las mujeres. Cuando se piensa así, mucho de lo que se hace o deja de hacer es para caerle en gracia al grupo, teniendo cuidado de no mostrarse vulnerable”, explica Matías De Stéfano Barbero, doctor en Antropología (UBA) y miembro del Instituto de Masculinidades y Cambio Social.
Este miedo a la reprobación de los pares puede llevar a mirar para otro lado ante alguna violencia perpetrada por un amigo. Y apañados por el lema “son problemas de pareja”, terminar siendo cómplices.
“Yo creo que la violencia simbólica, en sus diferentes niveles, nos empiezan a mostrar la raíz de pensamiento de un varón. Después hay que estar atentos a ver cómo se derraman esas violencias. Para mí, hay un gesto que es clave que es la agarrada del antebrazo del varón a la mujer. Yo nunca en la vida agarré a una mujer de ahí. Cuando veo eso gesto, pienso que puede haber violencia en ese vínculo”, considera Andrés Arbit, co-fundador de la agrupación Privilegiados, que trabaja para desarmar el entramado de creencias machistas que atraviesan a los varones.
Arbit puntualiza que, más allá de exigirle al Estado políticas de prevención, es fundamental romper con la complicidad. “Las personas que rodeamos a esos varones que generan violencia tenemos que estar alertas a todas sus acciones y reacciones. Lograr que esas personas entiendan que los estamos mirando. En ese sentido –agrega–, hay una campaña audiovisual del municipio de Moreno muy interesante (N. de la R.: ver a continuación)”.
Tan naturalizada que no se ve
El director del área de Promoción de las Masculinidades para la Igualdad de la provincia de Buenos Aires, Ariel Sánchez, apunta que, en algunos casos, la violencia entre los varones está tan naturalizada, que no se reconoce como tal. “Hay muchos casos en los que, cuando trabajás con personas que han sido denunciadas, el relato de lo sucedido que hace esa persona no varía del relato de la denuncia. Sin embargo, no pueden reconocer eso como una situación de violencia. Incluso, a veces pasa que los propios amigos minimizan las situaciones por las que un varón está siendo denunciado”, explica.
De todas maneras, el funcionario visualiza algunas señales alentadoras. “En Provincia tenemos la línea Hablemos, que es de primera escucha, seguimiento y derivación ante casos de violencia. Generalmente quienes llaman fueron derivados por la Justicia. Pero cada vez se reciben más llamados de varones que consultan espontáneamente porque se ven en ciertas situaciones de ejercicio de violencia, y también consultas de quienes no saben cómo frenar a un amigo”, enumera.
“Con dejar de festejar, y por tanto de validar, discursos y prácticas machistas, ya estamos generando un pequeño cambio. Porque, muchas veces, no vernos reconocidos por la mirada del otro, ya genera una reflexión”, propone De Stéfano Barbero, también miembros de la Asociación Pablo Besson, donde investiga la relación entre violencia y género en la construcción de las masculinidades de los hombres que ejercieron violencia contra las mujeres en la pareja.
Romper el silencio
De Stéfano también cree que un factor determinante para la complicidad machista es el silencio, incluido el silencio sobre la propia vida íntima. “Si pensamos en cambios profundos, nos debemos un espacio para conversar y reflexionar sobre cuánto de lo que hacemos tiene que ver con la necesidad de sentirnos reconocidos como varones frente a la mirada de otros varones, y en cómo les ‘presentamos’ nuestras relaciones con las mujeres, como si fueran una moneda de cambio con las que regulamos las relaciones de poder entre nosotros”, sostiene.
¿Esto significa que las relaciones entre amigos no son lo suficientemente abiertas o sinceras? No necesariamente. Pero, en ese sentido, Sánchez cree que el machismo terminó transformando a los grupos de amigos en dispositivos de construcción de fronteras acerca de lo que puede o no puede hacer un varón. Y habla de la masculinidad como factor de riesgo, tanto para las otras identidades como para los mismos varones.
“¿Cómo te bajás de una pelea a la salida de un boliche? ¿Cómo sacás a tu amigo de una pelea? Lo cierto es que hay datos bastante alarmantes de asesinatos por riñas callejeras en la nocturnidad. Sin embargo, termina primando el mostrarse temerario, valiente. Demostrar que uno no es un maricón”, concluye.
¿Cómo “pararle la pelota” a un amigo violento?
- “Que nuestra intervención no consista únicamente en señalar el machismo en el otro. Llevarlo siempre a la propia vivencia. No señalar sino señalarnos y hacer esta autocrítica colectiva.” (Arbit)
- “El enfoque no debería ser el de vigilar y castigar. Eso genera más silencio, y obtura el encuentro con el otro.” (De Stéfano Barbero)
- “Hablar con la persona. Pero, antes de hacerlo, asegurarnos de que quien está sufriendo violencia no vaya a quedar más expuesto después de mi charla.” (Sánchez)
- “Quedarnos en donde existen estas resistencias sin estigmatizarlas ni demonizarlas. Cuando se expulsa a algún varón por algún tipo de violencia, no se está generando ningún cambio.” (Arbit)
- “Si es una situación que se presenta a nivel grupal, no hablar en el marco del grupo pero sí de manera individual. Los varones no funcionan de igual modo grupalmente que en la intimidad.” (Sánchez)
- “Más que andar “disciplinándonos” entre nosotros y de generar nuevas normas, me parece más transformador empezar a poner en evidencia cómo construimos nuestros vínculos, que empecemos a ver qué lugar le damos a la violencia y al poder, pero también a la vulnerabilidad, a la duda, a la contradicción.” (De Stéfano Barbero)
- “No olvidar que se trata de un amigo, la charla tiene que ser posible.” (Sánchez)
Para más información:
Línea Hablemos (provincia de Buenos Aires): 0221-602 4003
Instituto de Masculinidades y Cambio Social: http://institutomascs.com.ar/;
Privilegiados: https://www.instagram.com/privilegiados_rrss/?hl=es-la