“Es sinónimo de tristeza” y “no afecta a los chicos”: los seis mitos más frecuentes vinculados a la depresión
A pesar de que se trata de una problemática muy extendida, existen varios mitos que retrasan las consultas y dificultan la posibilidad de acceder a un tratamiento adecuado
- 7 minutos de lectura'
Con frecuencia, en distintas circunstancias de la vida cotidiana y también en los medios de comunicación, escuchamos hablar de depresión. Sin embargo, a pesar de que se trata de una problemática muy frecuente, en la sociedad aún siguen arraigados conceptos erróneos vinculados a la misma. Estos prejuicios o falsas creencias, no solo contribuyen a la desinformación, sino que muchas veces retrasan las consultas con profesionales, dificultando la posibilidad de acceder a un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, lo que impacta directamente en el pronóstico y la calidad de vida de las personas con depresión y sus familias.
Algunos de los mitos más frecuentes vinculados a este padecimiento psíquico son:
- “Es poco frecuente”: Esto es falso. La depresión es un trastorno del estado del ánimo mucho más frecuente de lo que se cree y que, incluso, se agudizó durante el último tiempo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 300.000.000 de personas en el mundo y es la principal causa de discapacidad. En los casos más graves, puede llevar al suicidio, que es el segundo motivo de muerte por causas externas (como los homicidios o los siniestros viales) entre los adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años de la Argentina. Un estudio internacional publicado en The Lancet durante el año pasado, reveló que la depresión aumentó un 28% a nivel mundial con la llegada de la crisis sanitaria, mientras que otro, del que participó la Argentina y que fue difundido por la revista científica European Neuropsychopharmacology, puso sobre la mesa cómo junto a la angustia y la ansiedad fueron las tres secuelas psicológicas más fuertes de la pandemia. Por otro lado, los especialistas advierten que este padecimiento psíquico no distingue entre estratos socioeconómicos, edades o culturas. Si bien hay factores que aumentan los riesgos, cualquier persona puede desarrollar una depresión a lo largo de su vida.
- “No afecta a las niñas y los niños”: Al contrario de lo que muchas veces se piensa, la depresión es una problemática que atraviesan no solo las personas adultas, sino también muchas chicas y chicos, incluso desde edades muy tempranas. Guillermo Thomas, jefe de sección de Psicología Clínica de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano, explica que es una de las principales causas por las que madres y padres se acercan con sus hijas e hijos pequeños: a grandes rasgos, estima que dos de cada tres consultas son por cuadros de ansiedad y depresión. Silvia Ongini, psiquiatra infantojuvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas, detalla que “al niño pequeño uno no lo va a ver tirado en la cama, pero sí más desregulado emocionalmente: más apático, hiperactivo, irritable o con poca tolerancia a la frustración”. Mientras más temprano se detecte la problemática y se busque ayuda profesional, mejor es el pronóstico. “Las redes de apoyo para atravesar los episodios depresivos que cualquiera puede tener a lo largo de la vida son fundamentales”, agrega Ongini. Las y los profesionales señalan que la adolescencia es una etapa especialmente crítica por la cantidad de cambios que se producen a nivel físico y emocional. “A veces hay padres que se enojan con el hijo o con la hija porque dicen: ‘Era un chico aplicado y ahora está todo el día en el cuarto encerrado con los jueguitos, no quiere estudiar’ y empiezan a ponerle más presión, creándole mayor estrés, cuando en verdad no es que se volvió un vago sino que el chico está deprimido”, señala Thomas. Y aconseja: “Cuando empiezan a perder energía vital, a tener problemas para dormir o a dormir de más, o lo mismo con la comida, así como a tener ideas negativas o aislarse, es importante que consulten con un profesional”.
- “Nunca se puede salir”: Ignacio Brusco, vicedecano de la Facultad de Medicina de la UBA y director del Departamento de Salud Mental del Clínicas, enfatiza que hay cada vez más tratamientos concretos para tratar la depresión. “El 95% de las depresiones revierten en un 100% con un tratamiento correcto. Cuanto más joven es la persona, más rápido es y mejor el pronóstico”, asegura.
- “No es una enfermedad”: Hay muchas personas que consideran que la depresión “no es una enfermedad”. “A veces las enfermedades psicológicas y psiquiátricas no son consideradas como tales porque las personas no tienen fiebre o dolores que se puedan exhibir”, señala Brusco. Y advierte: “Están desde las personas que piensan que no es nada hasta los que no piden ayuda porque temen ser considerados locos por ir al psiquiatra. Hay mucha estigmatización de las problemáticas psiquiátricas que hacen que las personas retrasen sus tratamientos y eso genera grandes dificultades”.
- “Es lo mismo que la tristeza”: Thomas considera fundamental distinguir entre lo que es “una tristeza normal” y una depresión. “La primera es un sentimiento displacentero que sobreviene a consecuencia de alguna pérdida o de algo malo que nos está pasando. La depresión es un síndrome, un conjunto de síntomas que involucran lo afectivo, lo anímico, pero también un montón de otras cosas en la esfera cognitiva, intelectual, social, volitiva. En fin, contamina la integridad del ser humano”, resume. Detalla que ese conjunto de signos y síntomas involucran mucho más que un estado anímico de tristeza, y que quien está triste, no necesariamente está deprimido. “Ahora, si estoy deprimido, puedo estar triste, irritable o tener lo que se llama una ‘depresión vacía’, que es una persona que ves que está apagada, como una planta que se está marchitando y no tiene registro de lo que le está pasando”, señala.
- “Para salir sólo se requiere voluntad”: Esto es incorrecto. Quienes atraviesan una depresión necesitan de acompañamiento profesional y de un tratamiento, más allá de redes de contención que los sostengan durante ese proceso. Thomas, advierte: “Lo peor que le podés decir a una persona que está deprimida es ‘dale, ¡vos podés!’, ‘ponéte las pilas: salí a caminar’, porque es alguien que está mal y que no tiene mucha fuerza. Si vos le decís ‘tenes todo, fijate lo que lograste, no puedo creer que estés así’, lo que estás haciendo es objetarle los motivos para estar mal y lo estás llenando de culpa, como si él o ella hubiera elegido deprimirse”. Por eso, considera que siempre es importante validar la depresión de la persona con frases como: “¿Cómo te sentís? Contame” o “¿Por qué pensás que estás así?”. Brusco agrega que a pesar de que los especialistas recomiendan salir a caminar, tomar sol o hacer vida social, “eso no se le puede pedir a un paciente con depresión mayor”. ¿Por qué? Porque a veces esos pedidos pueden ser contraproducentes. “Si la persona no está en tratamiento, es como mandar a una paciente infartado a caminar. No, lo primero es tratarlo, destaparle las arterias, darle medicación para proteger su coagulación, vasodilatación, y además le hacemos rehabilitación cardiológica y que vaya a caminar”. En resumen, la depresión es una enfermedad que requiere tratamiento médico y psicoterapéutico. Si alguien, aunque con buena voluntad, fuerza a quien la padece a que “esté mejor”, en vez de ayudar se generan mayores dificultades.
Metodología. Cómo lo hicimos
Este artículo forma parte de “Hablemos de depresión” una guía de Fundación La Nación que incluye las voces y las recomendaciones de algunos de las y los principales referentes en esta temática de la Argentina, así como testimonios en primera persona. Además de las entrevistas cualitativas, se realizó un análisis de datos estadísticos y una compilación de trabajos elaborados por distintas organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil. Contó con la curaduría de Silvia Ongini, psiquiatra infantojuvenil del departamento de pediatría del Hospital de Clínicas.