El sueño de Pía (51) siempre fue tener gemelos y de chiquita preguntaba si había antecedentes en la familia. Quién iba a decir que a los 48 años, Beltrán y Bautista, los gemelos que tuvo sin pareja a partir de la donación de gametos, iban a cumplir finalmente su deseo.
Hoy ya tienen 3 años y 10 meses, y adoran a su hermana mayor, María Elena, que tiene 15, y nació después de una historia muy fuerte que tuvo Pía a los 36 años, pero la relación no funcionó y cuando su hija tenía ocho meses comenzó a criarla sola.
"Hay mujeres a las que el amor y la maternidad no le llegan de la mano. Con mis grandes amores no tuve hijos. Cuando cumplí 40 estaba en pareja, pero él decía que no quería tener hijos y aunque yo estaba superenamorada, no iba a renunciar a la maternidad por nadie. En mi caso, el amor no coincidió con la maternidad", confiesa.
Hay mujeres a las que el amor y la maternidad no les llegan de la mano.
Nunca es tarde
Muchos le decían que ya tenía una hija, que para qué quería más, pero ella siempre sintió que los hijos no son un casillero, que no se trata de escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo, sino de lo que cada uno necesita para que su maternidad sea plena. Así fue que a los 45 años, cuando creía que no le quedaba más tiempo para concretar su sueño, se acercó a Halitus, pagó de su propio bolsillo tres tratamientos que iban increscendo en complejidad y para el cuarto, como no le quedaba más dinero, recurrió a su obra social, que le rechazó el pedido, a pesar de que la Ley de Fertilización Asistida la habilitaba.
"Yo estaba en todas las zonas grises de la ley. Una mina sola, con más de 40 años y recurriendo a la donación de gametos", aclara Pía. Pero después de un amparo y su consiguiente apelación, de seleccionar el donante masculino anónimo según el que más se parecía a ella y su familia, pero no intervenir en la decisión de la donante femenina, quedó embarazada.
A pesar de que su obra social le rechazó el pedido, amparó y apeló contra esta decisión.
Le implantaron dos óvulos, uno se abrió y como consecuencia se formaron los gemelos, pero el otro se detuvo antes de las 12 semanas. "Si bien yo soy una luchadora y luchar tiene sus beneficios, hay una línea muy finita entre deseo y obsesión. Cuando el cuerpo te dice no y vos seguís con hormonas y más hormonas. Yo había puesto mi propio límite en este tratamiento", cuenta.
Beltrán y Bautista pesaron más de tres kilos cada uno, el embarazo fue hasta mejor que el de María Elena y después de nueve meses de licencia Pía volvió a su trabajo de azafata.
Hoy vuela a destinos internacionales y sus hijos se quedan en casa bajo el amoroso cuidado de Nina, que vive con ellos y que desde un principio fue una segunda referencia en la vida de los gemelos.
Otra de las estrategias que puso en práctica fue consultar con un espacio de asesoramiento a padres, al que ya había ido cuando quedó sola con María Elena. Como las preguntas de los chicos se vuelven inevitables en algún momento, y de esas respuestas depende en muchos casos su crecimiento, allí le dijeron que una herramienta útil es armar como un cuento sobre lo que pasó para cuando sus hijos empiecen a preguntar por la figura paterna.
Pía consultó con un espacio de asesoramiento padres, donde le recomendaron armar un cuento en caso de que sus hijos preguntaran por la figura paterna.
"Todavía no lo empecé a armar pero está entre mis próximos planes. Voy a contarles que mamá tenía muchas ganas de que vinieran al mundo y que se lo pidió mucho a un doctor medio mago y medio Papá Noel, Sergio Pasqualini, y que él la ayudo a cumplirlo. Ellos lo conocen porque los llevo de visita una vez al año", cuenta.
Su deseo de Navidad es enamorarse y casarse: "Ya tengo mis hijos, ahora voy por el novio. Aunque estamos felices así, y los domingos soy yo la que hago el asado", remata.
Ya tengo mis hijos, ahora voy por el novio. Aunque estamos felices así, y los domingos soy yo la que hace el asado.