Fernando Reimers: “Hay que llevar los desafíos del mundo real a la escuela”
Cuando Fernando Reimers cursaba el bachillerato en su Caracas natal, leyó dos libros del político venezolano Luis Alberto Machado que le marcaron el camino. La tesis detrás de La revolución de la inteligencia y El derecho a ser inteligente es muy simple: el talento no se hereda, sino que se adquiere como resultado de las oportunidades y es obligación del Estado democrático crear las condiciones para que todas las personas tengan esas oportunidades.
Con esta idea como punto de partida, comenzó su carrera en educación, recorrió el mundo estudiando los distintos sistemas educativos, trabajó en el Banco Mundial, asesoró para la creación de currículums innovadores, escribió 37 libros y desde hace ocho años dirige la Iniciativa Global de Innovación Educativa de la Universidad de Harvard. Su cruzada busca que lo que se enseñe en la escuela sea más relevante y útil para el mundo en el que los estudiantes están creciendo, y considera que la pandemia abrió una nueva oportunidad educativa. En definitiva, para dibujar un futuro mejor.
¿Qué es la educación global?
Es la que permite tener las competencias necesarias para comprender el mundo en el que viven los estudiantes, desarrollar un proyecto de vida y poder colaborar con los demás en mejorar las comunidades de las cuales forman parte. Es una manera de llevar los desafíos del mundo real a la escuela y que refleje objetivos sostenibles como los impulsados por la ONU: un mundo sin pobreza, sin hambre, con buena salud y educación para todos, con igualdad de género, etc. Estos son objetivos globales, pero su logro requiere acción local.
¿Cuáles son esas competencias globales?
Son las que ayudan a las personas a funcionar en comunidad. Un tema esencialmente global es por ejemplo el cambio climático, adaptarse a él para mitigar sus efectos y, con suerte, revertirlo. La educación global incluye la educación ambiental y para la sostenibilidad, la comprensión del proceso de globalización, el desarrollo de la competencia intercultural, los derechos humanos y la educación para la paz, entre otras.
¿Cuál es el rol docente en esta propuesta?
Es un rol multidimensional y complejo, muy exigente. Los docentes tienen que crear las condiciones para que sus alumnos desarrollen su propia voz, su agencia, la capacidad de desarrollar un proyecto de vida, la capacidad de comprender y transformar el mundo, un sentido ético, la capacidad de colaborar con los demás. Los sistemas educativos que logran avanzar en reformas audaces crean condiciones de mejoramiento profesional de los docentes. Sin duda es una de las profesiones más importantes de nuestro tiempo y del futuro.
¿Hay casos de éxito en el mundo?
Hay muchas escuelas, universidades e instituciones que toman muy en serio la educación de ciudadanos globales. Por ejemplo, la organización de colegios del Mundo Unido del Atlántico en Gales tiene el propósito de promover la comprensión intercultural. Hace más de diez años desarrollé un currículo llamado “curso mundial”, inicialmente para las escuelas Avenues, que existen en Nueva York, San Pablo y Shenzhen, pero luego quise regalarlo al mundo y que cualquier escuela pueda utilizarlo y actualizarlo. Entonces, por ejemplo, la institución SEK, una red de colegios en España, Irlanda, Francia y Qatar, desarrolló un currículo de ciudadanía global basado en este curso mundial y están haciendo cosas bellísimas. Yo quisiera que esto pase en todas las escuelas del mundo, no solo en las que tienen recursos.
¿Qué incluye este currículum?
Este curso mundial hace dos cosas: suponer que los niños son inteligentes y que lo que aprenden en la escuela es interesante para ellos. Lo que tratamos de enseñar es que todas las personas tienen el mismo valor. Un currículum de educación global puede incluir muchas lecciones que involucren a los alumnos. Por ejemplo, para tercer grado, se propone que aprendan sobre la interdependencia global estudiando el proceso de fabricación del chocolate en ocho unidades, que incluyen la historia del chocolate, hacer su propio chocolate, comprender la cultura del mercado local, comercializar el chocolate en la escuela, hablar sobre trabajo infantil, llevarlo al mercado, entre otros temas. También hay lecciones sobre pandemias, revoluciones, etc.
La experiencia global por el COVID-19, ¿es una oportunidad para impulsar la ciudanía global desde la escuela?
Efectivamente, creo que de diversas maneras la pandemia contribuyó a promover elementos importantes para una educación global. El primero es que nos dio a todos una experiencia compartida de que “nada humano nos es ajeno”. El segundo, la pandemia misma es un parangón de temas globales. Su estudio y comprensión, y poder resolverla, requiere el desarrollo de capacidades globales, sobre temas como el cambio climático, las migraciones, el comercio o las relaciones internacionales.
En algún sentido, la pandemia rompió los muros de la educación, se trasladó a las casas, a las plataformas, salió de la escuela como edificio, ¿qué es lo positivo de esto?
La pandemia sin duda ha interrumpido las oportunidades educativas de muchos estudiantes en todo el mundo y los arreglos alternativos que se han hecho han funcionado mejor para algunos estudiantes que para otros y mejor en algunos países que en otros. En general, la pandemia ha aumentado las brechas de desigualdad que ya existían. Pero ha habido varios elementos positivos que la crisis hizo evidentes. El primero, el gran compromiso de la sociedad con la educación, la comprensión de lo importante que es la educación. El segundo, nuevas formas de colaboración entre docentes y entre sistemas educativos y organizaciones de la sociedad civil que han permitido mucha creatividad e innovación. En muchos casos los docentes han demostrado mucho profesionalismo en hacer todo lo posible por crear formas alternativas de continuidad educativa en condiciones muy difíciles. La pandemia ha permitido también a las familias comprender más de cerca la tarea de enseñar y aprender, y ha exigido que se involucren más directamente en apoyar la educación de sus hijos. Los profesores han tenido oportunidad de conocer mucho mejor las condiciones en que viven los estudiantes. Todo esto es positivo, una luz en lo que ha sido sin duda alguna una calamidad global.
¿Surgieron casos de innovación educativa en la crisis?
Un montón. Hace más de un año un colega de salud pública me dijo que me preparara para no viajar por 18 meses. Me di cuenta de que se venía un problema grandísimo en materia educativa. Entonces pensamos qué podemos hacer para que esta no se convierta en la peor crisis educativa en un siglo. Hicimos una encuesta, recogimos datos de 100 países y escribimos un informe que arrojó que todos sabían lo que se venía, pero había poca claridad sobre qué hacer. Discutimos esto en foros virtuales y vimos que mucha gente estaba buscando luz. Entonces empezamos a mirar casos por muy pequeñitos que sean, donde alguien estaba haciendo algo. Por ejemplo, en Chile, dos jóvenes que trabajan en escuelas de alta vulnerabilidad y participan en una red de educadores de 55 países habían leído que en Nigeria sus colegas habían grabado clases y las habían hecho circular por WhatsApp. Entonces decidieron hacer lo mismo. Aparentemente estas clases fueron muy divertidas y en una semana no solo los estudiantes, sino el barrio y sus familiares estaban escuchando las clases. El alcalde se enteró, convocó a una reunión de alcaldes y en dos semanas más de doscientas municipalidades estaban transmitiendo estas lecciones. En Bogotá, la secretaría de educación convocó a los directores de escuelas para pensar juntos cómo iban a enseñar en pandemia y entonces se utilizó una web del Ministerio de Educación que no tenía mucha repercusión para subir los currículums y materiales, y hacer evaluaciones, luego se hicieron alianzas con televisoras y radios, y se imprimieron materiales. Esta es una innovación interesante porque ilustra un tipo de liderazgo que permite resolver un desafío adaptativo, es un liderazgo que no es arrogante, que dice “yo los necesito a ustedes”.
Esta colaboración entre los distintos sectores es lo que plantea en su último libro Educación global para cambiar el mundo, donde describe cinco perspectivas que en su interacción pueden cambiar el sistema educativo.
La educación es un proceso de comunicación y para comunicarse uno tiene que entender al otro, y para entender al otro uno tiene que entender cómo está mirando el mundo el otro. Una reforma educativa es, esencialmente, un ejercicio de comunicación. En el libro explico que existen cinco maneras de mirar el cambio educativo: una cultural, una psicológica, una profesional, una institucional y una política. Para poder comprender la perspectiva de otros actores es necesario identificar de qué manera ven ellos el cambio. Si cuando estamos haciendo una reforma educativa logramos hacer el ejercicio de pensar un problema desde estas cinco miradas podríamos ver más en profundidad.
¿Cómo aprovechar este “regreso” a clases?
En primer lugar, diagnosticando dónde están los estudiantes, quiénes han regresado y quiénes no, y en qué niveles de aprendizaje, para en forma inmediata poner en marcha programas acelerados de nivelación y recuperación. En segundo lugar, ofreciendo formas diferenciadas a los estudiantes que fueron más impactados por la pandemia, no solo en sus aprendizajes sino en sus condiciones de vida resultado del impacto de la pandemia en sus familias. En tercer lugar, esta es una oportunidad de ocuparse de la agenda pendiente de los muchos desafíos educativos que precedían a la pandemia. Por ejemplo, la pandemia dejó claro que no todos los estudiantes tenían las capacidades para aprender de forma autónoma, para aprender utilizando recursos digitales. Esta es una excelente ocasión de acelerar la integración de tecnologías en las aulas, no para sustituir a la educación presencial sino para complementarla.
¿Es optimista sobre el futuro cercano de la educación?
En todos lados hay educadores trabajando diariamente por hacer las cosas mejor y tengo la confianza en que la pandemia y la pospandemia pondrán de relieve esos liderazgos efectivos, constructivos, potenciándolos. Esto me hace optimista de que seguiremos avanzando en materia educativa en el mundo.
Para agendar
En el marco del regreso a clases presenciales en el país, el 9 de marzo a las 11 horas Educar 2050 realizará el seminario virtual “Educación global para mejorar el mundo” con la participación del profesor Fernando Reimers, entre otros invitados. Inscripción: http://bit.ly/37ugnhX