“Los tuyos, los míos y los nuestros” de una matrimonio que, además, decidió adoptar
“La familia no tiene tanto que ver con los lazos biológicos. Para mí, son construcciones, porque uno se predispone a formarla y mantenerla. Se puede estar en pareja y luego separarse, pero seguir siendo una familia para criar a los hijos y tomar decisiones juntos”, comenta Majo Vidal, artista plástica de 49 años. Junto a Rolo De Bianchetti, profesor de educación física de 50 años, son los pilares de una “familia ensamblada”.
Se conocieron cuando tenían 14 años en un club. Desde ese momento fueron novios, hasta los 21, que se dejaron de ver. Después de un año, Rolo se casó y tuvo a su primera hija, Azul. Al poco tiempo, se reencontraron y empezaron un matrimonio de 17 años, dónde Majo colaboró en la crianza de Azul.
Luego de buscar tener un hijo, por mucho tiempo y sin éxito, decidieron adoptar un bebé. Pero a través de reuniones organizadas por Fundación Prohijar, actualmente disuelta, entendieron que la mayoría de los chicos en condiciones de ser adoptados ya no son más grandes.
“Teníamos muchos ganas de agrandar la familia. Uno de entrada cree que va a adoptar a un bebé, de máximo 2 años. Yo creía que eso ya era grande. Pero entendimos que un niño es un niño, no importa su edad”, asegura Majo. Así fue como Lucía, de 6 años, llegó a la familia en el 2008.
Rolo recuerda: “Estábamos muy ansiosos por conocerla. Nos dimos cuenta de que ella enseguida nos eligió como padres”. Algunos días más tarde, cuando Lucía conoció a Azul, le preguntó si la podía llamar hermana. “Se abrazaron como si se hubiesen reencontrado después de mucho tiempo y no como si recién se hubiesen conocido”, continúa. Al año, Majo y Rolo se separaron. Él formó otra familia y tuvo a su tercer hijo, Gian Luca.
Actualmente Azul tiene 25 años, está casada y vive en Alemania. Mientras que Lucía y Gian Luca, tienen 15 y 6, respectivamente. Sin embargo, Majo remarca: “La última vez que Azul nos visitó, vino a comer con su mamá a mi casa. Fuimos pasando por muchas etapas distintas. Pero lo más importante fue abrir el corazón. Yo sabía que si quería tener una familia feliz no podía poner barreras ni restricciones”.
En la misma sintonía Rolo afirma: “Cuando uno tiene una familia ensamblada, tiene que adaptarse y ceder muchas cosas. Son muchas piezas distintas que hay que tratar de acomodar. Pero con la base del respeto y el amor se puede lograr”.
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Asociación Civil Ser Familia por Adopción