Varias parejas de Pilará, Estancias del Pilar y Chacras del ocho crearon una serie de proyectos para que los vecinos del barrio lindero tengan baños dignos, aprendan oficios y los chicos puedan tener clases de apoyo escolar
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En la enorme cocina donde se dictan las clases de Arte Culinario, siete alumnas se preparan para dar el examen final de primer año. Con sus cofias, chaquetas y delantales blancos, dejan las mesadas de granito impecables y se preparan para cortar cebollas, rúcula y zanahorias.
El proyecto se llama Escuela Profesional de Cocina San Francisco de Asís y se desarrolla en el comedor comunitario del barrio Los Grillos, en San Francisco, justo al lado de la gran huerta. El menú que van a preparar consta de bruschetta con rúcula, palta y tomates cherry como entrada, carne o pescado al horno mediterráneo con timbal de arroz como plato principal y arrollado de vainilla con chantilly, frutillas y moras de postre.
Todas las alumnas viven en Los Grillos, donde las casas son pequeñas y están construidas con ladrillos, techos de chapa y rejas detrás de las que ladran perros y crecen muchas plantas y flores. Desde 2017, el lugar forma parte de la localidad de San Francisco –una de las 14 que conforman Pilar, junto con varios countries como San Jorge, La Cañada y Pilará–, cerca del campo de la Asociación Argentina de Polo.
Seis parejas que viven en Pilará, Estancias del Pilar y Chacras del Ocho crearon Unidos x San Francisco hace tres años, con el objetivo de lograr una comunidad unida, solidaria y organizada para autoabastecerse. Hoy suman un equipo de más de 100 voluntarios, personas que ponen al servicio de Los Grillos lo que cada una sabe hacer. Su lema es: “San Francisco, más que una localidad, una comunidad”.
El primer paso fue organizar una encuesta sobre las necesidades de sus vecinos de Los Grillos, realizada durante las prácticas de voluntariado de Responsabilidad Social por alumnos del último año de la Universidad Austral. Los principales problemas que encontraron fueron que muchas casas no tenían baños, que un gran porcentaje de los chicos no podía terminar la escuela por falta de apoyo, y que los adultos mayores se quedaban solos durante todo el día. Así nacieron varios proyectos que ya cobraron vida, gracias al trabajo conjunto de todos y al apoyo de varias empresas, y otros muchos que se están generando.
La escuela profesional de cocina
“La idea de brindar clases de cocina surgió cuando encontramos muchas madres que habían dejado sus trabajos para cuidar a sus hijos. Por eso, mientras ellos están en la escuela, les enseñamos todo lo que necesitan para trabajar como cocineras”, cuenta Mechi Figoli, que es contadora pero estudió cocina y pastelería, y fue la primera en llegar desde su casa en Estancias del Pilar. Después de lavarse las manos y ponerse el delantal y la cofia, dejó el lugar prolijo y ordenado.
La gran cocina, reconstruida y equipada con artefactos donados por vecinos y empresas, con un hermoso mural de un cocinero pintado en el exterior, empezó a funcionar este año en el fondo de la casa de Humberto y Susana, en el corazón de Los Grillos, conformado por unas 18 enormes manzanas. Allí Humberto había armado un comedor junto a su hija Mariela y sus nietos, con el apoyo de Unidos x San Francisco, donde los vecinos retiraban sus viandas durante la pandemia. El hombre quiso cumplir el sueño trunco de su esposa Susana, que había fallecido poco antes.
Este año, la profesora de Cocina Marcela Donati armó allí mismo la Capacitación de Cocina Profesional, de tres años de duración, con la ayuda de Mechi. La escuela es sustentable, ya que allí mismo –fuera del horario de las clases– las alumnas y las voluntarias preparan unos deliciosos alfajores de dulce de leche que se venden en hermosas cajitas en el country cercano Estancias del Pilar y ayudan a comprar los productos que ellas necesitan para cocinar.
Mary Ayala es ama de casa en Los Grillos y desde el primer momento colaboró con el comedor, cocinando para sus vecinos. “Me encantó la oportunidad de aprender a cocinar y también me sumé para hacer los alfajores para vender, aunque soy diabética y no los puedo probar… Mi objetivo es empezar a hacer alfajores, budines y pan dulce para vender en mi casa”, cuenta mientras lava zanahorias y rúcula.
“Además, el curso me sirve porque siempre comíamos pastas o fritos, todo muy parecido. Y acá me enseñaron cosas fáciles pero distintas, con mucha técnica. El otro día preparé ratatouille con berenjenas, morrones y zapallitos. Para mí era una película, pero aprendí que es un plato simple que se hace con ingredientes que ya tenía en mi casa. Mi marido, Ismael, está feliz”, agrega con una gran sonrisa.
Roxana Correa también vive en Los Grillos y llegó a la escuela con el objetivo de empezar un microemprendimiento. Le encanta cocinar carne al horno con verduras y cosas dulces, pero quiere preparar tartas, empanadas y sándwiches gourmet para vender en el barrio.
También está concentrada en el examen final, que ya llega, pero cuenta que las dividieron en dos grupos por sorteo, para que el escenario sea tal como “si estuvieran cocinando en un restaurante o un hotel”. A un grupo le tocó carne vacuna y al otro, pescado, que quedaron deliciosos y sirvieron en mesas bellamente armadas y decoradas.
La profesora Marcela, que vino desde su casa en el Mayling Club de Campo, está segura de que todas van a aprobar –lo que finalmente ocurrió–, porque lograron el objetivo del primer año: ayudar a un chef con la preparación de cinco litros de bechamel o lo que sea necesario, y preparar sus propias comidas con los ingredientes que estén disponibles y las técnicas apropiadas.
El primer baño
Soledad Inurrigarro tiene una alegría y una energía que desbordan y contagian. Es dueña de una empresa de etiquetado industrial y vive en Pilará, pero desde hace un año trabaja voluntariamente para el proyecto del primer baño en varias casas de Los Grillos. Ya los instalaron en 37 casas, donde cambió para mejor la vida de sus habitantes.
“Encontramos que la mayoría de los hogares tenían un inodoro y un tacho para tirar agua, sin cadena, botón ni ducha, por eso hicimos un relevamiento con ayuda de voluntarios de la Universidad Austral y la Universidad de El Salvador coordinados por Josefina Seresi, para decidir a quiénes se ayudaba primero. La prioridad es de quienes están enfermos o tienen necesidades especiales”, relata.
El trabajo es en equipo, con una enorme ayuda de la fundación Hábitat para la Humanidad, que entrega los kits con las mochilas de los inodoros, los tanquecitos con ducha y los caños. Además, la empresa Rotoplas dona los tanques de agua e Ilva regala los cerámicos, mientras los vecinos deben instalarlos después de terminar una capacitación.
Horacio Núñez vive con su esposa Gladys en una de las casas más espaciosas de Los Grillos, justo enfrente del gran salón donde se dictan las clases de apoyo escolar de Unidos x San Francisco. Es albañil y tiene diabetes, por eso fue uno de los primeros en recibir el kit y ya tiene el baño casi listo. “Nos cambió la vida. Teníamos una pileta para llenar el tachito y hacer correr el agua del inodoro, pero era muy difícil bañarse”, cuenta mientras muestra las instalaciones, orgulloso.
A dos cuadras de allí, Noelia Prieto también tiene su baño terminado, gracias a la ayuda de su mamá Miguela (de 55 años, que trabaja como empleada doméstica en Estancias del Pilar) y su hermano Silvio. Ella tiene 41 años y seis hijos, pero muchas veces también cuida a sus seis sobrinos. Antes, cargaba el pequeño tanquecito con una manguera para bañarlos, pero se inundaba la casa. Ahora están los tanques en el techo, el kit de baño y los caños instalados, y ya no tienen problemas.
Además, gracias a que los chicos van a apoyo escolar los lunes, miércoles y sábados, finalmente aprendieron a leer y ella cree que van a pasar de grado.
Pero el sueño de Sole va mucho más allá. Orgullosa porque se quebró el paradigma de que “solamente los hombres pueden construir”, ya se conectó con la empresa que fabrica los carísimos biodigestores que permitirán transformar las aguas servidas para que puedan usarse para el riego. “Ahora, como no hay cloacas, esas aguas servidas van al pozo y generan contaminación. Además forman charcos verdes en las zanjas que rodean las casas, que cuando hace mucho calor largan mal olor y son criaderos de mosquitos”, se lamentó la empresaria.
Los sueños para 2024
Unidos x San Francisco tiene muchos más sueños. El director ejecutivo de la asociación civil, Guillermo Caro, es publicitario y creador de “Publicitarios sin fronteras” y “Buenas causas”. Llega desde el barrio Champagnat, del otro lado de la Panamericana, y afirma: “En Unidos x San Francisco creemos en un futuro diferente, con más oportunidades para todos”.
Además, explica que por ahora ofrecen un taller de arte donde pintan platos de cerámica, brindan clases de apoyo escolar para 40 chicos, tienen una escuela de taekwondo y organizan actividades para los abuelos que se quedan solos durante el día.
También están construyendo un enorme Centro Comunitario en dos lotes donados y, para el año próximo, quieren sumar nuevas actividades. Entre ellas, una escuela de oficios, un coro en donde los chicos aprendan a tocar instrumentos musicales, un taller de informática y robótica, programas para mejorar la salud y la calidad de vida, y eventos solidarios para recaudar fondos para apoyar los proyectos y ser una de las fuentes de sostenibilidad.
Cómo colaborar
- Si querés colaborar con dinero, alimentos, ropa, útiles u otros elementos, podés ingresar al sitió web de Unidos x San Francisco.
- Si querés sumarte como voluntario de Unidos x San Francisco, podés ponerte en contacto con la organización ingresando a este link.
- Si tenés una empresa y creés que podés promover una alianza para colaborar con el progreso del barrio Los Grillos, podés ingresar a este enlace.