Escuelas que apuestan al futuro
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Si Sarmiento dijo alguna vez que los discípulos son la biografía del maestro, hay una biografía que se está escribiendo en este mismo momento en cientos de escuelas argentinas que, contra viento y marea, pugnan por abrir el camino hacia un futuro mejor. De allí la importancia de un reconocimiento como el Premio Comunidad a la Educación, para recordarles que su esfuerzo vale la pena y que hay un país que las mira con anhelo y satisfacción.
Los proyectos ganadores han cumplido con creces las premisas del certamen: compromiso docente, creatividad, búsqueda de calidad educativa, integración con la comunidad. Reciclar para cuidar el planeta, mejorar la producción de la leche y donar lo producido, responder a las necesidades educativas especiales de alumnos con discapacidades fueron los surcos elegidos hacia ese gran camino común, pero también pudieron ser otros, porque este año la variedad y calidad de las propuestas postuladas hizo especialmente difícil la tarea del jurado. Y esto cobra un valor trascendental, porque detrás de cada una de esas iniciativas hay un equipo docente que une el esfuerzo, la dedicación y el ingenio para apostar al mejoramiento de los procesos de aprendizaje y a la vez a promover la integración con la comunidad, sabiendo que la escuela es una pieza clave en la estructura social. No ajena al entorno, sino consustanciada con él.
Pero... ¿se puede hablar de ganadores y perdedores en un certamen de esta naturaleza? Definitivamente no. En realidad, todas las escuelas ganaron, porque apuestan al futuro, y el futuro –cuando se trata nada menos que de forjar a los hombres y mujeres que harán el país– es hoy. Más cuando rondan los fantasmas de la deserción, la desigualdad, el deterioro de la calidad de la enseñanza y muchos otros factores que no son más que el reflejo de una sociedad en crisis. En ese contexto difícil, en el que sería fácil caer en el desaliento y el pesimismo, hay cientos de escuelas en todo el país dispuestas a luchar con las mejores herramientas.
A todos esos maestros que en silencio construyen diariamente ese camino por un futuro mejor va el reconocimiento por su labor. No están solos. Es nuestro deber, también, darles las gracias, para que esa biografía que escriben sea la de un país exitoso. Allí ganaremos todos.
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