Es sorda, se recibió de profesora y ahora cursa una maestría: “Quiero ayudar a transformar la educación de las personas de mi comunidad”
Gladys Guanca tiene 42 años y está al frente de una clase de 15 adolescentes; de jóven debió sortear muchas barreras para que la dejaran estudiar y graduarse; “el 95% de los niños sordos viven en hogares con padres oyentes que no saben Lengua de Señas”, dice
- 6 minutos de lectura'
Gladys Guanca decidió que iba a ser maestra poco después de terminar el secundario. Hacía poco había conocido a la comunidad sorda y estaba aprendiendo Lengua de Señas. En sus tiempos libres de estudiar la Licenciatura en Sistemas, les daba clases de apoyo a otros adolescentes sordos, como ella. Esos encuentros volvieron a encender la llama de su vocación, que además comparte con su madre: la docencia.
“Es gratificante poder guiar a niños y jóvenes en su aprendizaje”, cuenta Gladys, que finalmente se recibió de profesora de Educación Especial en 2011. Ahora trabaja como maestra de apoyo en la escuela bilingüe para Sordos N°7044 EFETA, en Salta, donde cada día en el aula “es una nueva aventura”.
Gladys, que tiene 42 años, les da clases a 15 adolescentes que vienen de colegios comunes y que tienen que reforzar sus conocimientos. “Cada uno de ellos es diferente porque fue construyendo su mundo a su manera y es necesario ponerse en su lugar para comprenderlos. Esa diversidad hace que siempre pueda redescubrir y entender las formas en las que aprenden. Y esa es la parte de mi trabajo que más me gusta, que me motiva y que me hace disfrutarlo”, cuenta. Para ella, estudiar significó encontrarse -y tener que superar- obstáculos y barreras. Por eso, ahora trabaja cada día para “ser la docente que le hubiera gustado tener”.
Las barreras
El primer día de clases en el profesorado pidió sentarse adelante para poder leerles los labios a los profesores, ya que no había un intérprete de Lengua de Señas Argentina (LSA) que pudiera traducir las clases. Sin embargo, cuando se trataba de exposiciones muy largas y sobre temas nuevos, le costaba entenderlos y seguirles el hilo. Algo parecido le pasaba cuando tenía que hacer trabajos prácticos con sus compañeros, que eran oyentes y tampoco sabían LSA.
“Tenía que hablar con cada uno de mis profesores y pedirles que consideraran mi situación de persona sorda”, explica Gladys. De esta manera, acordaba entregar los trabajos de manera individual y que la evaluaran de forma escrita. Aunque todos accedían, Gladys cuenta que algunos lo hacían “de mala gana”: “Si bien puedo hablar bien, el discurso oral me es más difícil, porque no tengo acceso a él ni a sus particularidades. Tampoco podía estudiar de otra cosa que no fuera el material escrito”.
A las evaluaciones, entonces, las recuerda como la parte más difícil de su carrera: “Hubo una profesora que hasta me gritó en la mesa de examen y no lo supe hasta que salí del aula y mis compañeras me miraron preocupadas. Habían escuchado los gritos de la docente mientras me hablaba y me contaron que me había insultado”. Esa fue la primera vez que, mediante una nota formal a la dirección, denunció las situaciones de discriminación que experimentaba.
Pero eso no fue todo. Cuando llegó el momento de hacer las prácticas docentes, se demoraron en asignarle una escuela. Como pasaba el tiempo y la situación no cambiaba, decidió hablar con las autoridades. Allí se enteró de que, aunque había cursado las materias formativas de distintas especialidades, estaban evaluando darle el título de profesora de sordos, en vez de profesora educación especial. Pero Gladys insistió para que la dejaran completar su formación, y pudo hacer el resto de las prácticas.
Pero tampoco en esa instancia dejaron de ponerle trabas. Al principio, la asignaban en aulas en conjunto con otra practicante, cuando se suponía que eran individuales. Además, la practicante se comunicaba con la docente titular de manera oral, y ella quedaba afuera. “Sentí que no me consideraban capaz de estar sola al frente de un grupo”, dice.
“Necesitamos más científicos sordos”
Gladys tiene tres hijos oyentes y un marido que también es sordo y tiene una cafetería, CafeLSA. Queda en Salta y es la primera del país atendida por personas sordas. Todos son bilingües. Es decir, para comunicarse usan el español hablado y/o escrito pero también la LSA.
La mujer de 42 años se quedó sorda a los cinco, por causas desconocidas, cuando ya sabía hablar y leer. Después, con ayuda de una fonoaudióloga, aprendió a leer labios y se las rebuscaba para comunicarse con sus compañeros del colegio, cuando no los entendía, a través de papelitos en los que escribía.
Pero la vida le cambió cuando a los 17 años asistió a un curso en el que aprendió LSA y conoció a otros jóvenes sordos como ella. “Me sentía comprendida y, a su vez, yo los comprendía a ellos. Sentí que la barrera comunicativa con el mundo se rompía, que podía interactuar sin miedo a tener que pedir repeticiones, a comprender mal alguna cosa o a preguntar. Me permitió conocer mejor el mundo en que vivía y darle sentido a todo, incluyendo el mismo español”, relata.
Gladys cree que es importante que haya docentes sordas en las aulas que compartan y transmitan la cultura sorda, muy ligada a la lengua que les es propia. “El 95% de los niños sordos viven en hogares con padres oyentes que no saben LSA, por lo que el aula aparece como un entorno lingüístico accesible en el que pueden adquirir y desarrollar naturalmente su LSA y así comprender y construir su identidad”, señala.
Ahora está cursando una maestría en lenguaje y cognición, con orientación en bilingüismo. “El principal motivo por querer seguir estudiando viene más por una necesidad actual de la comunidad sorda”, aclara. Según ella, hay poco conocimiento profundo sobre la lengua y el funcionamiento cognitivo de las personas sordas. Además, cuenta que muchos de los estudios y teorías fueron hechos por personas oyentes que “aunque bien intencionadas, no pueden entender plenamente la realidad de las personas sordas desde adentro”.
Para Gladys, la comunidad científica necesita más científicos sordos, que conciban a la LSA como una parte del desarrollo cognitivo y no solo como una herramienta de comunicación. Por eso, una vez recibida, esperar poder contribuir a la generación de conocimiento: “Estoy segura de que las personas sordas, y más específicamente los científicos, somos quienes podemos liderar ese cambio y beneficiar no solo a los niños sordos de hoy, sino también transformar la manera en que se concibe y se valora nuestra educación en el futuro”.
Más información
- La Ley 27.710 fue sancionada luego de años de reclamos de la Confederación Argentina de Sordos (CAS) y organizaciones de la sociedad civil. Fue sancionada el 13 de abril del año pasado. Desde este año, el 13 de abril es el Día Nacional de la Lengua de Señas Argentina.
- El 19 de septiembre es el Día Nacional de las Personas Sordas. Entre el 23 y el 29 de septiembre se celebra la Semana Internacional de las Personas Sordas. El 23 de septiembre es el Día Mundial de las Lenguas de Señas. En la Argentina, el día de la Lengua de Señas Argentina es el 13 de abril.
- La Asociación Civil Canales trabaja para garantizar el acceso de niños, niñas y adolescentes sordos a una educación de calidad en Lengua de Señas Argentina. Elaboran material educativo. Actualmente desarrollan un proyecto de Alfabetización Inicial, que incluirá videos para las infancias y sus familias en LSA, de 0 a 5 años.