Es empleada doméstica y les cumple el sueño a las chicas que no pueden pagar su fiesta de 15
Romina tiene 38 años y trabaja limpiando casas; con la ayuda de voluntarios y donantes, ya organizó 40 cumpleaños de adolescentes que no hubiesen podido festejar; “Vivimos en un lugar donde había y hay mucha necesidad”, dice
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Un vestido lila cuelga de una percha en la esquina de la peluquería. El corset está cuidadosamente bordado y lo adornan perlitas a tono que se mezclan entre los apliques de mariposas. La pollera, de incontables capas de tul, es larga hasta el piso. El sol empieza a caer en el barrio obrero Santa Catalina, en Lomas de Zamora, y Lorena Roda (15) se mira al espejo y gira suavemente sobre su silla, ansiosa, mientras espera que la terminen de peinar.
“Siempre había soñado tener una fiesta de 15″, dice Lorena, algo tímida pero con una sonrisa de oreja a oreja. Su maquillaje y manicura también combinan con el vestido, que eligió especialmente para la ocasión porque “fue el que siempre se imaginó”. Tiene cuatro hermanas mujeres más grandes y un hermanito más chico. Son de Chaco, pero se instalaron en Lomas hace cinco años. “Allá la vida es incluso más difícil”, cuenta su tía, que se llama igual que las cumpleañeras. Su madre, que trabaja de empleada en un local, prefirió no acompañar para sorprenderse cuando vea a su hija entrar al salón.
Lorena es la primera de su familia que va a poder tener su fiesta en un salón. “Todo gracias a ella”, exclama, y señala con alegría a la mujer que espera junto a la puerta. Observa a la gente pasar por la calle de tierra mientras busca que la brisa le alivie un poco el calor. Se trata de Romina Peralta, una vecina que hace un par de años se encarga de juntar donaciones para que las chicas del barrio puedan cumplir el sueño de tener su fiesta de 15.
Romina tiene 38 años, 6 hijos y hace poco dejó su trabajo como barrendera porque “no le alcanzaba el dinero”. Ahora trabaja como empleada doméstica y “le alcanza un poco más”. Para ella, “pasar necesidades no es incompatible con ayudar a los demás. Muchos vecinos la conocen como “el hada madrina de Lomas”, pero ese título la incomoda, siente que no lo merece: “Por ahí para otros lo que hago sí es algo extraordinario, pero para mí no sé si lo es tanto. Es más bien poquito lo que hago. O, al menos, no es para un nombre tan así…”.
La primera fiesta
“Yo siempre busco hacer algo más por nuestros vecinos, porque vivimos en un lugar donde había y hay mucha necesidad”, cuenta Romina. En 2018 su exmarido trabajaba en la panadería de la parroquia y llevaba las facturas y el pan que sobraba a su casa, también en el barrio Santa Catalina, para darles la merienda a chicos de la zona. Empezaron siendo unos 10 pero se fue corriendo la voz y rápidamente su casa se transformó en un comedor que llegó a asistir a 90 chicos. Si bien este año se separó y tuvo que cerrarlo, sigue juntando donaciones que reparte a otros comedores de la zona.
“Ayudar es algo que me nace, no puedo explicar bien por qué lo hago. Pero me hace feliz saber que puedo hacer algo, aunque sea muy chiquitito, para cambiarles aunque sea un poco la vida a los demás”, admite Romina. Ya organizó unas 40 fiestas de 15, pero la primera, en 2020, guarda un lugar especial en su corazón.
“Mami, ¿por qué no le hacemos los 15 a Argelia? Yo puedo esperar”, le dijo un día a Romina su hija mayor, Paula, dispuesta a “donarle” la suya. Faltaba poco para su fiesta y Argelina, una amiga suya que frecuentaba el comedor y que había estado viviendo en la calle con su familia, cumplía años un día antes que ella. Entonces, cuando Romina acompañó a su hija a comprarse el vestido, consiguió que la dueña del local le donara otro. Después, se puso en campaña y consiguió el resto de las cosas que necesitaba para hacer la fiesta.
De repente, Romina se encontraba organizando fiestas de 15. En su casa guarda más de una decena de vestidos de diferentes colores, decoraciones de todo tipo y frascos y bandejas con las que arma el candy bar y las mesas dulces. “Todo el mundo me decía que estaba re loca, que iba a perder el tiempo. Pero después ellas y sus familias me agradecen y yo lloro con ellas, es algo muy lindo. Siento que voy dejando una parte de mí en cada chica”, admite.
“¿Qué más puedo hacer’”
Romina tiene muy en claro que un festejo de cumpleaños no va a solucionar los problemas cotidianos de nadie, pero sí puede “darles una caricia al alma” o hacerlas feliz, aunque sea por un día: “A lo mejor en sus cumpleaños anteriores, las chicas y sus familias no tuvieron la posibilidad de festejar o de hacer una torta. Entonces, es como recolectar todos esos años en una noche”.
El objetivo de Romina es que las chicas cumplan su sueño de sentirse como princesas, y que disfruten un lindo momento con sus familias y amigos. Su parte favorita es la entrada, cuando la quinceañera se encuentra con su familia, especialmente con su mamá: “Me agarra una emoción terrible, una cosa en el alma cuando pienso ‘guau, todo esto se hizo gracias a la colaboración de la gente, que no es mucha y que por ahí solo donó alguna cosita, pero que se convirtió en un montón´”
En general, las familias se ocupan de conseguir el lugar. “La mayoría son muy humildes y lo hacen en su casa, con poca gente”, aclara Romina. Son los mismos vecinos, entonces, quienes, según su rubro, aportan desde donde pueden: una torta, un servicio de belleza, sanguchitos de miga, decoraciones y, lo más importante, el vestido. Las quinceañeras suelen ser chicas que frecuentan los comedores con los que trabaja Romina. Sus padres “trabajan pero que con su sueldo no podían pagarles una fiesta”.
La donación más linda que recibió fue un vestido para el 15 de Priscila, una chica de Córdoba que aún lucha contra un cáncer y que cumplía años poco después de una cirugía que, afortunadamente, salió bien. Su cuñada, que vive en Lomas y conoce a Romina la contactó para pedirle ayuda, y ella ni lo dudó. “Automáticamente le dije que sí, que le iba a llevar el vestido. Me fui sola, sin pensar dónde iba a dormir”, se acuerda la mujer, que terminó hospedándose en la casa de unas chicas que se enteraron de la iniciativa por las noticias.
“Fua, ¿hasta acá llegué? ¿Qué más puedo hacer?”, pensó Romina en ese momento, extasiada, aunque pronto entendió la respuesta: “Esto. Esto es lo que me da el tiempo. Esto es lo que puedo”. Le encanta buscar su nombre en Google y repasar las historias de todos los sueños que ayudó a cumplir. “Es algo que voy guardando en el fondo de mi corazón. Cumplir sueños es, para mí, un sueño”, dice emocionada.
Ya peinada, Lorena se calza el vestido y coloca una tiara con brillos plateados sobre su cabeza. “Me encanta cómo me veo. Es la primera vez que me maquillan, peinan y hacen las uñas”, cuenta. El día anterior, sus amigas compartieron fotos de lo que se van a poner para la fiesta, y parecen estar casi más emocionadas que la cumpleañera: “Saben que es algo muy importante para mí y en unas horas me van a ver cumpliendo algo que siempre soñé”.
Cuando sale de la peluquería y se para en el medio de la calle de tierra para que le saquen fotos, el barrio se alborota. Mientras cambia de pose al ritmo de los flashes, un grupo de niñas un poco menores que ella, se acercan, tímidas pero curiosas, a ver el espectáculo. Un par de horas más tardes, ya habrá hecho su gran entrada, bailado el vals con Romina y el resto de los invitados, y cortado la torta decorada con maripositas, igual que su vestido.
Más información
- Si querés colaborar con las fiestas de 15, escribí al 1131639274 o mandá un mail a mis15.solidarios@gmail.com
- Si querés donar dinero podés hacerlo al siguiente alias: Mis15.solidarios (Flavia Romina Peralta)
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