Chicos y chicas cuyos padres no terminaron la escuela, que tienen que trabajar para ayudar a sus familias, sin acceso a servicios básicos y, en muchos casos, tampoco a computadoras, celular ni Internet. Una situación que se repite en muchos barrios vulnerables de la Argentina y con la cual el profesor Alejandro Barbosa está acostumbrado a lidiar desde hace muchos años. Sin embargo, todo se exacerbó con la pandemia y, durante los más de cuatro meses que lleva la cuarentena, este docente tuvo que pensar nuevas estrategias para que sus estudiantes de la escuela Escuela Malvinas Argentinas, ubicada a pasos del asentamiento La Matera, en Quilmes, no se queden sin clases y terminen abandonando sus estudios.
Una de sus primeras iniciativas fue llevar a las casas de los estudiantes los equipos de la sala de computación de la escuela que estaban en desuso por la cuarentena. Pero la innovación más importante para él fue entender que tenía que convertirse en un profesor "full time". "En la educación virtual uno recibe mensajes en días y horarios imprevistos y hay que responder entendiendo que es el momento en que los chicos y las chicas pudieron conectarse. Muchas veces, en sus casas hay un solo celular y el papá o la mamá se lo llevan cuando salen a hacer changas", resume Alejandro, que tiene 38 años y vive en San Francisco Solano, Quilmes.
Licenciado en biotecnología, Alejandro no podría decir cuándo nació su vocación docente, porque siente que esa misión estuvo siempre dentro suyo, así como la necesidad de enseñar en contextos excluidos socialmente: villas, asentamientos y penales. En 2013, inició el Programa de Liderazgo Social y Educativo de Enseñá x Argentina, lo que le permitió desarrollar las herramientas para convertirse en "un agente de cambio" para sus estudiantes. Nunca se imaginó que una pandemia lo llevaría a repensar las estrategias de enseñanza. "El contexto actual hizo que tuviera que sacar una nueva versión de mí. No estamos acostumbrados a este tipo de educación totalmente a distancia y lo primero que tuve que tener en cuenta es que hoy más que nunca debemos tener mucha empatía con la realidad de nuestros estudiantes", asegura Alejandro.
Esa empatía fue la que lo empujó a iniciar, con la colaboración de Enseña x Argentina, una campaña para recolectar computadoras en desuso, ya que las que había en la escuela y que durante la cuarentena fueron repartidas a los chicos y las chicas, no eran suficientes. "Hasta las más viejita nos sirve, para nosotros es una herramienta importantísima para que los jóvenes no queden fuera del sistema", cuenta Alejandro y aclara que todavía siguen necesitando más máquinas.
Sentir que por su condición económica se quedan afuera de ese derecho fundamental que es la educación, para los chicos y las chicas es muy fuerte
El que los estudiantes pudieran llevarse las computadoras generó un gran impacto en ellos. "Lo valoran muchísimo. Dentro del aula intentamos que todos sean iguales, pero con la educación a distancia, cada familia es una realidad distinta. Para aquellos sin computadoras era muy duro ver que sus compañeros sí podían conectarse con la escuela y ellos no. Sentir que por su condición económica se quedan afuera de ese derecho es muy fuerte", describe Alejandro.
Romper prejuicios
Desde hace ocho años, Alejandro es profesor de todas las materias de exactas en el secundario de la Escuela Malvinas Argentinas. La mayoría de sus estudiantes viven en La Matera, un asentamiento cruzado por la falta de servicios básicos, donde las casas de material se alternan con casillas levantadas con maderas y nylon entre la basura. La familias sobreviven, principalmente, de changas. "Es un barrio complicado por las drogas y que se inunda mucho, porque está lindante a un arroyo. Todos esos factores repercuten en que los chicos y las chicas puedan asistir a la escuela", señala el docente.
Hasta que se acercó a Enseñá x Argentina, Alejandro había dado clases particulares y trabajaba en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA como investigador. "Siempre tenía ese bichito dentro mío diciendo: en algún momento te tenés que dedicar a lo que más querés. No es que no quería ser científico, pero convertirme en docente era uno de mis sueños y tuve que tomar una decisión", recuerda Alejandro, que dio un paso al costado en el laboratorio y se dedicó de lleno a la educación.
Para él, la pandemia implicó no solo estar a disposición plena a través del mail o WhatsApp, sino atender a las particularidades de cada estudiante. "Las preceptoras son muy importantes porque hacen un trabajo de seguimiento y nos cuentan qué está pasando con las familias, si están teniendo problemas de salud o sin trabajo, por ejemplo", dice Alejandro. Y agrega: "Tenemos que hacer malabares y adaptarnos. Hoy la educación se volvió muy personalizada, nos dirigirnos a un alumno en especial dada su situación". No es fácil. Tiene unos 35 estudiantes por curso, unos 100 en total. Sin embargo, que ninguno pierda "ese derecho importantísimo a educarse", es para el docente indispensable.
Lo vivió en carne propia. Cuenta que viene de una familia "muy humilde". "Mi papá siempre me inculcó que el estudio me iba a dar las herramientas para salir adelante y soy testigo de que eso es verdad. Muchos de los chicos que se criaron conmigo y que no tuvieron la oportunidad que yo tuve de estudiar terminaron muriendo por las drogas. A otros me los encuentro cuando voy a dar clases al penal", cuenta Alejandro.
En la cárcel de Florencio Varela, da clases en las unidades 24, 32, 42. Cuando le surgió la oportunidad cinco años atrás, Alejandro tuvo la certeza de que no podía verlo como un trabajo más: "Quería pensar qué podía brindarles. El trabajo de los docentes marca a las personas". Viendo la mejor forma de llegar a sus alumnos, diseñó un plan de estudios en el que les fue enseñando matemática a partir de elementos de la construcción, la pintura y la carpintería. "Me siento muy bien porque creo que estoy funcionando con un agente de cambio. Hoy sigo en contacto con muchos de los que terminaron la condena y me permito sentirme un poco orgulloso de verlos con el título, si bien el mérito es de ellos", confiesa.
Para estar al frente de un clase con chicos y chicas que viven en asentamientos o villas o en el aula de una cárcel, Alejandro dice que lo primero es sacudirse los prejuicios y no condicionar a estudiantes. Trabajar en esos contextos lo motiva porque cada aporte puede ser fundamental: "El docente es una llamita, no digo que va a iluminar los caminos de todos, pero algunos que son tan oscuros que esa luz cobra una intensidad importante y puede cambiar la vida de las personas", reflexiona. Ahí es donde entra en juego algo que no se aprende en los libros: la capacidad de generar el vínculo entre el docente y sus estudiantes, "a partir de ahí se va a empezar a crear el aprendizaje".
Durante la cuarentena, seguir en contacto con sus estudiantes en la cárcel es sumamente complejo. Pero hace lo que puede. "No pueden entrar visitas por el riesgo de que ingrese el virus. Por eso, preparamos cuadernillos con distintas materias y actividades, los vamos entregando y lo buscamos. Sin embargo, es complicado porque ellos no tienen a quién consultar", se lamenta.
Uno de sus sueños a futuro es desplegar con sus estudiantes proyectos que generen un impacto positivo en la comunidad: que sean iniciativas que salgan de la escuela y busquen resolver problemas concretos, por ejemplo, hacer bastones y andadores para personas mayores o con discapacidad. "A la escuela la construimos entre todos, no tiene que ser un nombre o un establecimiento sino un agente de cambio", concluye.
Más información
- Alejandro y su escuela necesitan donaciones de computadoras para que más estudiantes logren conectarse durante la cuarentena. Todos los dispositivos sirven. Para colaborar, escribirle a Alejandro a: biobarboza@gmail.com
- Premio Fundación La Nación a la Educación: Organizado por Fundación La Nación junto a Banco Galicia y Osde, lanzó su 14º edición con el apoyo de Cimientos, Proyecto Educar 2050, VIACOM-CBS, Fundación Varkey y la Universidad de San Andrés. Este año, se busca destacar la incesante labor de los docentes que durante la pandemia desarrollan estrategias pedagógicas innovadoras para asegurar la continuidad educativa de sus alumnos en contextos vulnerables. La postulación se encuentra abierta hasta el 2 de octubre de 2020 y solo se podrán presentar las iniciativas que se hayan desarrollado en el contexto de la pandemia. Entre las escuelas participantes se seleccionarán tres ganadoras que recibirán 300.000 pesos cada una y, también, se otorgarán tres menciones especiales que recibirán 100.000 pesos cada una para invertir en la capacitación de los docentes involucrados y el equipamiento de la escuela para facilitar el acceso a las tecnologías de la comunicación. Asimismo, se les brindará difusión de sus iniciativas y capacitaciones sobre diversas temáticas relacionadas al proceso de enseñanza-aprendizaje. Para postularse, las escuelas deberán completar todos los datos requeridos en la ficha de postulación online que está disponible en el sitio web. Más información: escribir a premiocomunidad@lanacion.org.ar o llamar al celular: 11-4915-9533. Bases y condiciones en: www.fundacionlanacion.org.ar/premio
- Enseñá x Argentina: durante la pandemia, muchas de las actividad con docentes y estudiantes se transformaron sin perder su esencia. Como muchos de los chicos y las chicas a los que acompañan no tienen acceso a Internet, trabajan de forma mucho más personalizada. Además, tienen propuestas semanales y abiertas de encuentros virtuales de aprendizaje para docentes, sobre cómo planificar y adaptar distintas actividades, por ejemplo, de qué forma usar WhatsApp como herramienta pedagógica o cómo trabajar la Educación Sexual Integral (ESI) en este contexto. Por otro lado, ofrecen a los chicos y las chicas "cápsulas de aprendizaje" para desarrollar habilidades socioemocionales y académicas, con actividades que se comparten por WhatsApp. Cuentan con un ciclo de entrevistas virtuales todas las semanas con voces de distintos ámbitos de la educación e impulsaron una comunidad de aprendizaje entre directivos. Todas las actividades son abiertas y se comunican en sus de redes sociales como Facebook e Instagram.