En Quilmes, un incendio dejó sin trabajo a 100 familias de cartoneros
Por un desperfecto técnico, el galpón de la Cooperativa de Villa Itatí quedó en ruinas y se estima que las pérdidas ascienden a los 8 millones de pesos; además de ayuda estatal, buscan fondos para volver a ponerla en marcha
Un par de lágrimas se deslizan sobre el rostro de la hermana Cecilia Lee al mostrar lo que quedó del galpón donde nació la cooperativa de Cartoneros de Villa Itatí, en el municipio de Quilmes, provincia de Buenos Aires.
Allí, al borde del Acceso Sudeste, donde el asentamiento se hunde en un enorme pozo conocido como La Cava, hoy sólo quedan algunas paredes que fueron apuntaladas, máquinas carbonizadas y algún que otro libro escolar calcinado entre los escombros. El sábado 10 de diciembre de 2016 un voraz incendio, producto de un desperfecto técnico, arrasó con toda la cooperativa de reciclaje antes de empezar la jornada laboral y dejó a más de 100 familias sin saber cómo seguir adelante.
"Se perdieron estimativamente entre 7 y 8 millones de pesos. Y seguro vamos a necesitar más para reconstruir el lugar", asegura Lee y explica que allí se reciclaban materiales de todo tipo: papel, cartón, plásticos, chatarra y vidrios.
En el predio ubicado a tan solo 20 minutos de Puerto Madero los chicos que asisten al taller de apoyo escolar son "la excusa" que da vida a todo este proyecto desde que se fundó en 2001 y que incentiva a la reconstrucción del lugar.
"Desde el inicio los compañeros sabían que, además de juntarse para trabajar, el objetivo era mejorar la calidad de vida de los socios y de sus hijos. Por eso casi en al mismo tiempo abrieron el apoyo escolar", cuenta la hermana franciscana de origen coreano. "Empezamos con mamás y algunos jóvenes que podían ayudar a hacer las tareas, porque no teníamos profesionales que dieran clases, y hoy hay 25 educadores, todos referentes del barrio y más de 130 chicos de todas las edades y niveles escolares".
Sentados en las ruinas de lo que hasta hace unos días era la sala de apoyo escolar, algunos de los integrantes de la cooperativa recuerdan que fue todo un proceso apropiarse del concepto de unión que encierra esta metodología de trabajo.
José y Claudia Villalba son pareja hace 25 años, tienen ocho hijos y en 2001 ofrecieron el patio de su casa para emprender la organización. "No había plata y nosotros queríamos trabajar, vender el material que recolectábamos en la calle y necesitábamos un espacio para acopiar. Fue muy difícil porque el cartonero vive del día a día y éramos como 200 carreros", cuenta José y explica que primero tuvieron que formar una asociación y recién en 2012 salió la cooperativa.
A José le cuesta poner en palabras lo que vivió aquel sábado tras el incendio. "Llegamos justo y vimos que se derrumbaban los techos -asegura-. Ahora estamos un poco más tranquilos, pero fue un golpe muy duro. Tengo 51 años y no quería tener que arrancar de nuevo. La verdad, cuesta. Pero hay muchos jóvenes que pueden seguir adelante con esto."
Plan en marcha
Desde la cooperativa señalaron que, hasta el momento, obtuvieron respuesta por parte del Estado, tanto desde Nación, a través del Ministerio de Desarrollo Social, como de la provincia de Buenos Aires y del Municipio de Quilmes.
"A partir del incendio se armó una mesa de trabajo conjunta con el objetivo de la reconstrucción. Se acordaron una serie de etapas de corto, mediano y largo plazo", explica Lee y añade: "Ya se limpió el terreno y ahora estamos esperando los materiales para poder empezar a trabajar en la construcción del galpón. Luego quedará por ver el tema del techo y las maquinarias".
Las tres áreas gubernamentales acordaron dividirse la asistencia al grupo de trabajadores de Villa Itatí. Desde el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires informaron que la destrucción del lugar fue total y se comprometieron a entregar los materiales necesarios para la reconstrucción del espacio que se utilizaba para brindar clases de apoyo escolar y el galpón.
"Se brindarán 8300 ladrillos huecos, 100 bolsas de cemento, 130 bolsas de cal, 100 chapas, 95 hierros, 45 tirantes, machimbre de pino, piedras partidas, 20 ventanas de aluminio natural, puertas de chapa, 10 kilos de alambre de fardo y pintura, entre otros elementos. Un total de entre 800 y 850.000 pesos en materiales", según especificaron.
Aprendizaje continuo
"Hay que comprender que la cooperativa es la esperanza de vida del barrio. Es donde se gesta todo lo que tenga ver con una vida digna, feliz para los niños, para las familias. Es una construcción diaria, que requiere del cuidado intensivo de todos", define la hermana franciscana.
Para Marcos Núñez, integrante de la organización desde sus comienzos, esta es mucho más que su fuente de trabajo. "Con esto mantenemos a nuestra familia pero también hay muchos chicos que dependen del apoyo escolar, donde desayunan, almuerzan, meriendan y también se los contienen."
Omar Elías, secretario de la cooperativa, agrega: "Uno conoce las necesidades que tiene la comunidad porque vivimos en el barrio. Sabíamos que muchos carreros no tenían plata para pagarle a una maestra particular que les enseñara a sus hijos, por eso surgió el apoyo escolar".
Mientras que sus compañeros hablan, Vicente Báez, su presidente, no emite palabra. "Es que todavía estoy medio mal -acota minutos después-. Teníamos muchos planes, todos los días se nos ocurría algo nuevo. Ver el trabajo destruido por el fuego y no poder hacer nada fue muy difícil."
Omar rescata que el espíritu de la organización fue siempre el de brindar oportunidades para volver a empezar. "Hay muchachos, por ejemplo, que andaban por mal camino, que cayeron presos, después no podían conseguir un trabajo y empezaron de cero acá y muchos cambiaron para bien. Yo empecé cuando tenía 17 años, hoy tengo 35, viví de todo en este lugar: tengo tres hijos que vienen al apoyo escolar, fui creciendo y aprendiendo a pensar en el barrio y no en uno mismo", sostiene.
Lee afirma que esta iniciativa se erigió gracias a una construcción comunitaria. "La Cava era inaccesible y gracias a la cooperativa se transformó en un sitio de referencia para el barrio: somos reconocidos por la trayectoria, por el compromiso y por la seriedad, entonces está a la vista", explica, mientras repara en las paredes caídas y en que no quedó ninguna máquina de pie.
Sin embargo, ella siempre logra ver el vaso medio lleno: "Pudimos rescatar el libro de actas y un crucifijo que nos preside. Y las sonrisas de los chicos, que siempre están, algunos hoy ya son educadores y otros estudian en la universidad. Ese milagro de vida no se ha acabado ni destruido. Ellos siguen siendo nuestra inspiración".
Como colaborar
Cooperativa de cartoneros
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