En estas fiestas, regalos para dejar huella y no para hacernos sentir más flacos o lindos
Se acerca fin de año. Corremos detrás de los regalos y las compras de último momento. Por estos días, la maratón del consumo parece no tener fin. Salimos a la calle sin calentamiento previo. Poco hemos entrenado la conciencia y quedamos librados al impulso. El esfuerzo que nos cuesta ganar el dinero pierde toda dimensión en estas fechas. Y nada parece satisfacer las ¿necesidades? de grandes y chicos.
Pero lamentablemente todo lo que compramos tiene fecha de vencimiento. Y no vendrá detallado en el resumen de la tarjeta. Algunos objetos llevan el sello oculto de la obsolescencia programada y percibida (consiste en convencernos de tirar a la basura objetos que se encuentran perfectamente funcionales y de aceptar que cada vez tengan menor vida útil). Con mucha suerte, y dependiendo de si las sacamos en 3, 6 o 12 cuotas, las cosas sigan con vida cuando terminemos de pagarlas. El resto irá a engrosar la lista de bienes innecesarios que compramos, creyendo que seremos más lindos, más jóvenes, más altos, más flacos y hasta más felices.
Por eso estamos llamados a entrenar la conciencia para que "el tener" no nos gane la carrera. "Más ser, menos tener", reza una remera que le compré hace unos años a una emprendedora social. Y cada vez que la uso siento que llevo una bandera que me identifica.
Cuando nacieron mis hijos me empeñé en hacerles entender que no somos por lo que tenemos, que lo que nos define es ser. Les enseño a conjugar el verbo ser en todos sus modos y tiempos. Ser conscientes de nuestros hábitos de consumo. Ser solidarios con nuestras compras y actitudes. Ser honestos con nosotros mismos y con los demás. Ser desapegados de lo material. Ser generosos, equitativos y austeros. Ser felices.
Hay mucho que podemos hacer antes de que se termine el año. Tengo amigos que cada Navidad eligen pasarla al servicio de las personas que más necesitan, otros que entendieron que el consumo que se viene es el colaborativo, que ya no compran bienes, sino que acceden a ellos a través de la Web y poco importa la posesión individual, porque el paradigma cambió: lo que es mío, es tuyo. Y Papá Noel está un poco desorientado, tratando de aggiornarse a lo que ya se considera como una de las grandes ideas que van a cambiar el mundo.
A la hora de comprar lo que sí es necesario, también se puede hacer de manera responsable. Lo primero que hay que hacer es revisar las compras. Qué, a quién y para qué compro pueden ser algunas de las preguntas disparadoras hacia la toma de conciencia. Y hay más: ¿a quién elijo apoyar con mi compra? ¿De dónde viene lo que consumo? ¿Cómo son los procesos productivos? ¿Cómo lo descarto una vez que ya no lo necesito? Estamos llamados a repensar el consumo. Reducir, reciclar, redistribuir, reutilizar, recuperar, reparar y revalorizar. Deberíamos repetir estas palabras todos los días como un mantra.
Comprar de manos directas de productores locales, apoyar a aquellas organizaciones que trabajan cuidando y dando trabajo a los grupos más relegados, elegir ropa que provenga de cadenas de producción ética, darle nuevo uso a las cosas que ya tenemos, reparar las que se rompen, pedir prestadas las que usaremos sólo una vez. Informarnos es clave. Preguntar, leer etiquetas y exigir a las marcas a que se comprometan a ser mejores empresas para el mundo. Ya no da lo mismo.
El desafío es que los regalos vuelvan a contar historias de vida y de producción artesanal. Incluir a los grupos vulnerables y a los pequeños productores en nuestras fiestas, para que abrir regalos tenga un verdadero sentido social es otra de las tendencias que se afianzan.
Más tiempo con los hijos
"Quiero que pases más tiempo conmigo, que hagamos más experimentos en casa, que juguemos al fútbol, que me cuentes un cuento, que vuelvas temprano a casa para comer juntos" son algunas de las frases incluidas en las cartas que los chicos le escriben a sus padres en un experimento en el que la tienda de muebles sueca Ikea les propone redactar dos cartas: una a sus papas y otra a Papá Noel, en la que piden la Wi, una guitarra, un juego. Pero a la hora de elegir, sólo pueden mandar una carta. ¿Y qué eligen por unanimidad? Mandar la carta a sus padres.
Los regalos en estas fiestas pueden ser producto de un gran trabajo ético, social y medioambiental. Tienen además la capacidad de enseñar y dejar huella. Papá Noel somos todos. Y de nosotros depende que esa bolsa se llene de sentido o siga alimentando un vacío imposible de llenar.
La autora es fundadora de Sabe la Tierra, www.sabelatierra.com
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