Empresas "ecofriendly" que apuestan por el diseño sustentable
Sobras: "Uso las medias de nylon para crear otras prendas"
Alejandra Gougy | Cosecha Vintage | Facebook:
Las clientas se acercaban a ver las prendas por el diseño, pero no advertían su material de procedencia. A un costado de cada vestido, pollera, remera, Alejandra Gougy comenzó a agregar la materia prima para generar conciencia: medias de nylon. "Por una falla, porque se rompían, porque eran sobras. Me encontré con que muchas medias de nylon se tiraban a la basura y era un material rico para diseñar nuevas prendas", cuenta la fundadora de Cosecha Vintage, para quien el contexto de crisis nacional de 2001 le fue significativo. Ya dedicada a la moda, le habían quedado materiales y empezó a reinventarse con lo que tenía. Cambiaba prendas, las arreglaba, guardaba restos de cortes porque no podía comprar nuevos.
En 2008 participó de un workshop en el Centro Metropolitano de Diseño y comenzó a experimentar con las medias de nylon. Sus colecciones con estilo retro hoy se sirven de ese residuo como materia prima junto con lana a través de la técnica del upcycling. "El material tiene un sentido por sí solo. Me gusta respetar su materialidad, su color. Yo sólo trabajo la forma y el concepto que tomará luego", explica Gougy y asegura: "El residuo es el comienzo de una nueva vida".
La diseñadora subraya un desafío aún presente: "El público piensa que tiene que ser barato porque la materia prima es gratis, pero el trabajo que implica detrás es complejo y es bien pago".
Cosecha Vintage trabaja con dos mujeres que tejen en sus casas, pero hoy aspira a incorporar talleres. "Vi trabajo en negro con mis propios ojos. Por eso hoy, cuando trabajo con alguien, voy al taller y lo conozco", destaca Gougy.
Este año se sumó al proyecto su hija de 21 años, Clara Pastorini Gougy. "Cosecha Vintage es una marca que se transmite de generación en generación. Ella le aportará una mirada joven, fresca, actual. Necesitamos de las nuevas generaciones para que la cosecha de la sustentabilidad no se termine", asegura.
Reciclado: "La basura es gratis, pero necesita más tratamiento"
Jessica Pullo | Biótico |biotico.com.ar
Nació en el barrio de La Salada, partido de Lomas de Zamora, donde se ubica una de las ferias textiles que mayor polémica sigue generando.
Estudió Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires, ámbito que le permitió conocer el impacto que tenía el mundo de la moda. "No era una problemática que ocurría del otro lado del planeta, pasaba en nuestro país y yo lo veía a diario en el crecimiento de talleres clandestinos en el barrio y la quema de descartes que contaminaba el aire, suelo y agua del Riachuelo", cuenta Jessica Pullo, de 30 años. Y agrega: "Advertí cómo uno es parte de ese sistema esclavista y hasta tuve ganas de dejar de estudiar, pero me di cuenta de que podía hacer algo desde mi lugar". Así nació Biótico.
En un viaje al norte del país reconoció el contraste entre los desechos y la naturaleza, y la tesis de la carrera en agosto de 2014 se convirtió en la excusa perfecta para "hacer ropa reutilizando materiales y generando impacto de conciencia en la sociedad".
Con su diseño de autor propio, los vestidos, trajes y las remeras de Biótico son elaborados a partir de la reutilización de desechos domésticos urbanos, como sachets de leche, packaging, plásticos blancos, bolsas de nylon y descartes textiles.
"La materia prima es gratuita, pero requiere de un proceso más laborioso. Hay que lavar el material, analizar sus posibilidades de uso, rearmarlo y recién ahí iniciar el proceso tradicional de copia del patrón y confección", explica la diseñadora.
Ese trabajo extra que requieren algunos desechos es realizado por integrantes de la Asociación Laboral para Adultos con Discapacidad Intelectual (Alpad).
Hoy, Pullo está lanzando su colección de forma comercial con prendas a precios competitivos. Además cuenta con una representante en París que busca instalar allí el diseño sustentable argentino de Biótico.
Impacto social. “Empleamos a las mujeres del barrio”
Rocío González | Daravi | daravifabrica.co
“Hacer para dar.” Ese es el lema que define a Daravi. Arquitecta de profesión, Rocío González dio vida a Greca en 2008, proyecto con el que reutilizaba botones de descarte industrial para el diseño de productos de larga vida útil. Un viaje a la India en 2016 le mostró la necesidad de ir por más.
Conoció Dharavi, la villa más grande de Asia, donde la basura se convierte en la oportunidad de generación de valor y trabajo para los vecinos. Decidió replicar esa idea base y creó la fábrica Daravi en el Distrito Tigre Sur, junto a su socia Lorena Núñez, fundadora de Totebag. El principio de reutilización de descartes se mantenía intacto, ahora con un complemento social más profundo: empoderar y dar trabajo a mujeres de la zona. “Nos acercamos al equipo de Vivienda de la Municipalidad de Tigre para involucrarnos y darles una oportunidad de trabajo a las vecinas”, cuenta González.
Hoy son siete las mujeres del barrio que elaboran collares con botones de descarte y cosen bolsas reutilizables que evitan el uso futuro de plástico. Seis de ellas proceden del asentamiento El Garrote y una de la comunidad peruana Nueva Esperanza.
“Vilma no conseguía trabajo desde hacía tiempo y pensó que con sus 65 años no la íbamos a contratar. Vino su hija y hoy trabajan juntas”, explica la directora de Daravi. Conscientes de las necesidades de las mujeres, la modalidad de empleo combina horas en el hogar con otras de aprendizaje en la fábrica.
Daravi es una herramienta de cuidado del ambiente, pero también es un espacio de generación de empleo e impacto social local. Así lo concibe González: “Hoy 10.000 bolsas le dan trabajo sostenido a 10 personas durante un mes, lo que le representaría un salario por encima del básico. Queremos llegar a las 80.000 unidades para reutilizar descartes, hacer productos y dar trabajo. Buscamos seguir creciendo porque sabemos que escalar el producto significa escalar el impacto positivo que realizamos”.
Bienestar: "No sirve cuidar el ambiente si no cuido a la gente"
Alejandra Gotelli | Cúbreme | cubreme.com
No hay temporadas para estar a la moda, sino estaciones para promover un consumo responsable. No hay materiales sintéticos ni tinturas adicionales, sino fibras naturales autóctonas y respeto por los colores originales. No hay un trabajo made in China, sino desarrollo de economía regional. Estas ideas fuerza se comunican a través de cada uno de los abrigos, suéteres y vestidos de Cúbreme.
"Para que un proyecto textil sea sustentable hay que tener una mirada holística relacionada con la innovación, el marketing, el diseño, las materias primas y el cuidado del ambiente", asegura su fundadora, Alejandra Gotelli.
Cada una de sus prendas promueve la economía regional a través del uso de materias primas de América del Sur, como la lana de llama y de oveja merino, el bambú y el algodón agroecológico. La transparencia de los procesos es la clave: "Hay que conocer las características de la producción y de bienestar animal. Hay que tener un cuidado en toda la cadena de suministro". Así se rige por los principios del comercio justo para garantizar un cuidado del ambiente, del trabajador y del producto. "No sirve de nada cuidar el ambiente si no cuido a la gente que desde hace 200 años tiene a la oveja como herramienta de trabajo y deja la vida por ello. Tengo que ir, conocerlos, cuidarlos", reflexiona.
Para la fundadora de Cúbreme, la responsabilidad de los diseñadores va más allá: "No nos tenemos que quedar en que la sustentabilidad está de moda. El desarrollo sostenible se vincula al compromiso que tenemos los diseñadores como transformadores de una conducta social de ser creíbles, de mostrar la transparencia de la cadena de valor".
Con un local en Palermo, Cúbreme se posiciona como ejemplo de que un diseño más consciente en el país es posible: "Es un emprendimiento que apuesta al pensamiento disruptivo, a un nuevo modelo de negocio con economía regional y a un diseño que cause un cambio de conciencia en el consumidor".