Empleo doméstico: creció en una villa, limpió casas desde los 16 y ahora pelea para que registren a 800 mil trabajadoras
Juana del Carmen Britez es una de las referentes del sindicato que representa al personal de casas particulares; su gremio representa los intereses de 1.300.000 personas, la mayoría mujeres que viajan desde localidades vulnerables, cobran cerca de la mitad de una canasta básica y no están registradas por sus empleadores ante la AFIP
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A los 16 años, vio cómo despedían a su mamá sin pagarle ni un centavo. Estaba embarazada de cinco meses y trabajaba de empleada doméstica. Esa impunidad la marcó para siempre. Dejó la escuela secundaria y salió a trabajar para sostener un hogar en donde ambos padres estaban desocupados. Hoy, Juana del Carmen Britez es una de las principales referentes de la Unión del Personal Auxiliar de Casas Particulares (UPACP) y, a los 55 años, busca cumplir lo que se juró a sí misma, mordiéndose de enojo e impotencia, en aquel momento: que nunca más nadie viva lo que vivió su mamá.
“Llevo una mochila muy pesada desde los 9 años. La vida fue muy dura para mí, pero pude resguardar mi corazón, no tener rencores ni violencia. Me hice fuerte y miré para adelante soñando con lo que logramos hoy”, dice Britez, refiriéndose a la promulgación de la Ley 26.844 de Servicio Doméstico, del 2013, para la cual trabajaron mucho durante varios años. Mira fuerte, segura, tranquila. Juega con un pulpo de peluche rosa y verde manzana que tiene en su escritorio para su nieta, cuando la visita.
Debajo de un lapicero de su escritorio, hay un dibujo infantil que conserva porque su vida de abuela se convirtió en lo más importante para ella. “Cuando puedo, la busco por la escuela y salimos juntas. Tiene 6 años y me encanta compartir el tiempo con ella”, dice con una sonrisa, uno de los pocos momentos en que se distendió.
De los 16 a los 20 años, trabajó como empleada doméstica e ingresó al sindicato, donde conoció a Lorenza Benitez de Gómez, líder de la organización desde 1982. “Me dolió dejar la escuela, no son edades para salir a trabajar y por eso también perseguimos el trabajo infantil. Mis hijas, por suerte, vivieron con otras comodidades”, recuerda Britez. Unos meses más tarde, ya integraba la comisión directiva por su carácter resolutivo y dispuesto a cambiar lo que estaba mal.
“Yo era muy chispita y me integraron rápidamente. En aquel momento, nadie tenía registrado a su personal doméstico, las trabajadoras eran invisibles. Yo hacía afiliaciones y estaban reguladas por una ley de 1956, muy injusta y discriminadora, que reconocía muy pocos derechos y era muy desfavorable a los trabajadores de ese gremio”, recuerda.
Gracias al impulso que le dio la secretaria general en aquel entonces, terminó el secundario y se recibió de abogada a los 47 años. “Yo le voy a estar agradecida eternamente a Lorenza, porque nos decía a todas que la única forma de progresar en la vida era estudiando, algo que ella no pudo hacer. Y tenía razón”, agrega con los ojos húmedos de emoción. Lorenza trabajó casi cuatro décadas como empleada doméstica y, a sus 80 años, sigue yendo todos los días a la antigua casona de la calle México, donde hoy se encuentra el sindicato.
Solo un 35% de las trabajadoras están registradas
En 2013, el sindicato logró la promulgación de la Ley 26844 de Servicio Doméstico, un trabajo de muchos años que regula en detalle la actividad. Amplía las opciones de cargas horarias y regímenes de trabajo, para que nadie se quede afuera porque el principal objetivo de la ley es la registración del personal auxiliar de casas particulares para que puedan gozar de los mismos derechos que cualquier trabajador.
De un total de 1.300.000 trabajadores de este sector, solo están registradas alrededor de 500.000 en la AFIP y la Superintendencia de Seguros. Tanto la ley como los programas de incentivos no están resolviendo del todo esta situación, que deja a cerca de 800.000 trabajadores sin derechos ni beneficios.
Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo El COVID-19 y el trabajo doméstico en Argentina, esta actividad representa el 5,6% del empleo total del país y el 22% de las mujeres asalariadas del país. El salario promedio es de $ 65000 y, en muchos casos, trabajan hasta en dos casas a la vez. En general, viven lejos de sus lugares de trabajo y están entre dos y cuatro horas diarias viajando en transporte público.
“Estamos esperando el censo para ajustar los números. Las crisis económicas hacen que los trabajadores tengan miedo de perder su trabajo si exigen ser registrados, pero el principal problema es otro. Culturalmente, ni el trabajador de casas particulares ni el empleador se asumen como tales. Este habla de ‘la chica que trabaja en casa’ y ‘la mujer que me ayuda’. Y los trabajadores hablan de ‘mi patrón’, algo que trato de cambiar desde hace años. Generaciones enteras de mujeres, ya que conforman casi la totalidad del sector, no tienen información y cuesta mucho que se acerquen para asesorarse. Tienen miedo también de perder sus asignaciones y beneficios sociales, todo por desinformación porque están asegurados”, explica.
Britez es la mayor de cuatro hermanos varones, uno de ellos, famoso jugador de Huracán a fines de la década del 80. Su madre vive pero su padre murió hace unos años y no llegó a verla como referente de la UPACP. “Mi negra, mi jefa, me decía. Estaba seguro de que yo iba a cuidarlo hasta la muerte, cosa que hice. Veía en mí esa persona que iba a sacar adelante a la familia”, recuerda.
La UPCP y la AFIP tienen plataformas virtuales muy accesibles, en donde cada paso a seguir para la registración está explicado en detalle y con videos. También allí podrán encontrar todos los detalles en cuanto al régimen de vacaciones, aguinaldo, obra social y seguro de trabajo así como los beneficios especiales que suma la ley a ambas partes. “Los empleadores tienen que saber que la registración es un derecho de las trabajadoras para gozar de sus beneficios sociales y que a ellos también les trae beneficios: cobertura en caso de accidentes, descuento de ganancias, descuento en los viáticos por la tarifa especial con la SUBE”, enumera Britez.
El 95% del personal doméstico son mujeres
“Nuestro sector es el más feminizado y carga, culturalmente, con las tareas de cuidado. Al no estar registradas, las mujeres no solo carecen de los derechos básicos de todo trabajador sino que, además, tienen que buscar reemplazo para el cuidado de su familia a cargo, que termina siempre en manos de alguna hija u otra mujer de la familia”, explica Britez, que hace cinco años fue nombrada vicepresidenta de la Federación Mundial de Trabajadores del Hogar, desde donde la convocan para dar charlas y dar asesoramiento sobre la ley y la experiencia argentina. “También nos ocupamos de perseguir el trabajo infantil, algo muy común, lamentablemente, en el interior del país, más que en Buenos Aires, ya que muchas provincias aún no entienden que esta ley es nacional”, añade.
Hace tres meses, el sindicato abrió el Centro de la mujer, con un equipo de profesionales para dar contención en casos de violencia laboral, acoso y cualquier otro tipo de violencias. “Cuando era adolescente, yo limpiaba en una juguetería en Villa Fiorito y el empleador me maltrataba, en algún momento me quiso levantar la mano”, recuerda Britez.
El centro funciona de lunes a viernes, de 10 a 17 horas, en una de sus sedes. “En las casas de familia, el Estado no puede entrar y todo es muy difícil de probar. Abrimos este centro para que puedan denunciar, sin miedo a perder el trabajo, y también para que podamos asesorarlas en sus situaciones personales”, agrega. Desde febrero de este año, la Argentina adhirió por ley al Convenio 190 de la OIT contra la violencia y el acoso laboral, lo que enmarca estas iniciativas con más fuerza legal.
El día de Juana del Carmen Britez empieza muy temprano. Desayuna con sus compañeras en el sindicato y almuerza en el auto, entre reuniones, muchas veces. Trata de llegar a su casa antes de que anochezca. Vive en Villa Crespo, desde la adolescencia de sus hijas, pero su lugar de pertenencia sigue siendo la zona sur del conurbano: Villa Fiorito, Villa Caraza, Lanús, donde ella vivió toda la vida. “Yo vivía en una villa y no me da vergüenza decirlo. Cuando iba a la escuela, en Capital Federal, nadie se imaginaba de dónde venía”, dice Britez.
Casada hace 35 años, su marido la espera para compartir unos mates y ella tiene el ritual de apartar su celular por una hora, para disfrutar de ese encuentro. “Yo limpio y cocino en mi casa, anoche hice un puchero, por ejemplo y salió muy rico. Mi marido es un compañero ideal, que entendió y acompañó siempre mi trabajo. Los mates van a estar siempre, sea cual sea la hora en que llegue”, confiesa Britez, mirando la hora porque la esperan en el Ministerio de Trabajo para una reunión.
🗨️ "El Día Mundial de la #SST invita a tener presente que, durante la pandemia, el trabajo en casas particulares exige medidas de prevención especiales", dice Elva López Mourelo, especialista de la @OITArgentina, en esta columna ⬇️ https://t.co/FB8aMPFEVT #EsTrabajoNoEsAyuda pic.twitter.com/cplxjUu8w6
— OIT Argentina (@OITArgentina) April 28, 2021
Beneficios de la ley para trabajadores y empleadores
“Tanto trabajadores como empleadores tienen que cambiar la cabeza y entender que la registración trae solo beneficios”, enfatiza Britez. El trabajador tendrá su jubilación, su obra social y su seguro de trabajo, en caso de accidente, y el empleador se asegura una protección también, en esa situación, así como reglas claras a la hora de contratar a alguien que ingresa a su casa. La ley otorga beneficios especiales a ambos lados, con el incentivo de descontar del impuesto a las ganancias los gastos pagados y otorgar una tarifa especial en la SUBE a los trabajadores.
A su vez, el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad junto al Ministerio de Trabajo han lanzado, hace ya un año, el Programa Registradas y las inscripciones están abiertas hasta el 31 de diciembre de 2022. Este programa promueve el acceso y la permanencia del empleo de las trabajadoras de casas particulares, mediante el cual el Estado paga, durante 6 meses, hasta $ 22.258,75 (cifra que se actualiza), a cuenta del pago que realiza la parte empleadora. Por su parte, el sindicato ofrece asesoramiento presencial y virtual para explicar cada detalle del programa y de la ley, además de tener una bolsa de trabajo y una escuela de capacitación totalmente gratuita, para formarse en los distintos rubros del sector: limpieza del hogar, cuidado de niños y adultos mayores, jardinería, así como también talleres de sexualidad, de preparación de currículum y cómo presentarse a las entrevistas.
A Juana del Carmen Britez no le gusta que le saquen fotos, se pone nerviosa y apura al fotógrafo para seguir trabajando. En septiembre viajará a la reunión de la OIT en Bélgica y en noviembre fue invitada a Suiza por una organización sindical de los Países Bajos para hablar de los avances logrados. La esperan muchos viajes al exterior para que dé charlas sobre cómo avanzar con proyectos de ley en sociedades donde no existen los beneficios sociales para este sector.
“Argentina está muy avanzada y es un modelo para muchos países del mundo en tema sindicales”. Se mira las uñas que lucen prolijas y se acomoda el saco de hilo celeste antes de pararse. Su pelo, a la altura del cuello, luce corto y de un color claro. Nada luce llamativo ni lujoso en ella. El mundo del glamour y los honores nunca la tentaron. “Odio que me digan abogada, doctora, porque yo solo soy una líder sindical que está para trabajar. Me sigo considerando trabajadora doméstica como todas. El mejor valor que te puede dar la vida es que nunca te olvides dónde naciste”.
Dónde informarse
- Unión del Personal Auxiliar de Casas Particulares. El sindicato tiene un sitió web en el que informa las novedades del sector y cómo registrar una empleada doméstica. Atiene presencial en su sede de la calle México 1611 o por teléfono al 4372-7150 o al 4372-4000.
- AFIP. El ente fiscal argentino tiene un espacio específico para informar sobre las condiciones de contratación de las empleadas domésticas en su sitio web. También atiende consultas por teléfono al 0800 222 2526, de lunes a viernes de 9 a 16.