Embarazo adolescente: en la Ciudad, el sur tiene las tasas más altas
Basta observar las tasas nacionales de maternidad adolescente para que cobre sentido esa frase que afirma que "Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires". Mientras que, en 2018 en Chaco, de cada mil adolescentes de entre 15 y 19 años, la tasa de fertilidad era de 87,8, en la ciudad de Buenos Aires la cifra era menos de la quinta parte: 16,3 cada mil adolescentes. A la Ciudad le sigue Tierra del Fuego, con una tasa de casi el doble: 30,8. De allí la curva no para de ascender.
Hacia el interior del territorio porteño, sin embargo, el panorama replica la heterogeneidad nacional. Mientras que la Comuna 2, integrada por el barrio de Recoleta, presenta la tasa más baja (2,5 cada mil adolescentes fueron madres entre 2016 y 2018), la Comuna 8 multiplica por más de 15 esa cifra: 39,2 cada mil adolescentes en el mismo trienio. Los barrios que la integran son Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo, ubicados en la zona sur de la Ciudad, la más postergada. Lo mismo ocurre con las comunas que le siguen: la 4 (Barracas, La Boca, Nueva Pompeya y Parque Patricios), con 37,2 madres cada mil adolescentes y la 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución), con 32 cada mil.
La conclusión es simple: existe una relación directa entre condiciones desfavorables de vida y desigualdad en el acceso al sistema de salud. La alta tasa de embarazo en la adolescencia en las comunas más vulnerables es apenas una muestra.
"Hay desigualdades evidentes en salud en el Norte y el Sur de la Ciudad. Obviamente, quienes tienen menos capacidad material y simbólica tienen mayores dificultades para acceder a los recursos disponibles", reconoce Fabián Portnoy, director de la Coordinación de Salud Sexual, Sida e ITS del Ministerio de Salud porteño, organismo autor de los datos previamente citados. El estudio destaca que las tasas de fertilidad adolescente registradas entre 2016 y 2018 son menores que las del trienio anterior. De todas maneras, la heterogeneidad persiste.
"Hay que comprender el embarazo adolescente en la intersección entre lo que significa la maternidad en adolescentes y jóvenes de sectores populares (autonomía, pase a edad adulta, reconocimiento social, proyecto "propio", entre otros) y la dificultad propia del Estado para que las jóvenes accedan a información relativa a salud sexual y reproductiva, y a sus derechos en general", analiza Sebastián Fuentes, investigador del área Educación de Flacso y co-coordinador del área.
De todas formas, al tratarse, en la mayoría de los casos, de un evento no planificado, un embarazo durante la adolescencia complejiza la trayectoria de vida de la joven madre.
"Para mí es una responsabilidad enorme. Es un amor, todo lo que vos quieras. Yo fui mamá a los 15 y así como fui mamá tuve que dejar el colegio. Tuve que empezar a trabajar. Porque está bien, el papá está, pero siempre el hombre tarda más en madurar", explicaba Karina, una madre de 24 años, consultada para el estudio "Experiencias de embarazo, maternidad y paternidad en la adolescencia. Trayectorias escolares y políticas públicas en la CABA", realizado el año último en el marco de un acuerdo entre la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa del GCBA y la Fundación Kaleidos, especializada en adolescencia y primera infancia, que cuenta con un programa de acompañamiento tanto a madres y padres adolescentes, como a sus hijos. El trabajo de campo incluyó la consulta a adolescentes y jóvenes que asisten a escuelas ubicadas en las comunas 1, 4 y 8.
Para Alejandra Sánchez Cabezas, fundadora de Surcos, una asociación civil que desarrolla programas de salud en comunidades vulnerables, el embarazo no intencional en la adolescencia es a su vez causa y consecuencia de pobreza. "Puede afectar la salud de las chicas y de sus hijos, es una de las principales causas del abandono escolar en el nivel secundario y genera barreras al momento de la inserción laboral, entre otras consecuencias", explica.
Un eje prioritario
Desde el Ministerio de Salud porteño coinciden que las altas tasas de fertilidad en las comunas antes mencionadas tienen una correlación directa con las áreas de mayor vulnerabilidad. El subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y Comunitaria, Gabriel Battistella, explica que, para revertir esta situación se realizó en los últimos años un fortalecimiento del primer nivel de atención, aumentando la cantidad de centros de salud (Cesac) y el número de profesionales, principalmente en las comunas del sur: 4, 7, 8, 9 y el Barrio 31.
"Hoy contamos con 46 Cesac distribuidos estratégicamente en toda la ciudad de Buenos Aires. Además, definimos a la salud sexual como uno de los ejes prioritarios del Ministerio de Salud y se llevó a cabo una campaña iniciada en 2018 para favorecer el acceso a las prácticas de salud sexual y los cuidados relacionados a la anticoncepción, aumentando el recurso humano y el presupuesto destinado a tal fin", explica Battistella. Además, detalla que de la campaña participaron también los ministerios de Desarrollo Humano y Hábitat y de Educación.
Sebastián Fuentes reconoce la presencia estatal en estas comunas aunque, a su entender, quedan desafíos por delante. "Falta una política más universal, con buena supervisión, que asegure accesibilidad y cumplimiento de derechos a todo el sistema educativo y de salud, que garantice acceso efectivo a derechos y programas de acompañamiento en todos los centros", señala. Y subraya que también es diversa y desigual la presencia de la Educación Sexual Integral (ESI): hay escuelas que logran institucionalizar la ESI más allá de las iniciativas de buenos docentes, y otras que aún no lo han logrado.
"Cuando hay una ESI programática , hay mayores herramientas para la prevención. Y la ausencia también se nota en lo relativo a la interrupción legal del embarazo: no se habla de ese tema, pero las pibas atraviesan esas situaciones, y son pocas las instituciones que acompañan", profundiza el especialista, coautor junto a Eleonor Faur del estudio antes mencionado.
El testimonio de Nadia, una madre de 23 años, también es consignado allí. "Yo estaba en 3er. año. Me había llevado dos materias pero por irme de vacaciones a Uruguay no las rendí. Cuando volví, estaba de novia, quedé embarazada y cambió mi vida totalmente. Dejé el colegio porque yo trabajaba de mañana y de noche" , explicaba a los encuestadores.
Para los especialistas, la permanencia en el sistema educativo es un factor clave en la cadena de eventos que desencadenarán –o no– un embarazo en la adolescencia. Así lo considera, por ejemplo. Georgina Binstock, investigadora y directora del Centro de Estudios de Población e investigadora del Conicet. "La asistencia a la escuela marca fuertemente la conducta reproductiva, no sólo en materia de un uso más sistemático de métodos anticonceptivos, sino también en lo que tiene que ver con la iniciación sexual y en todo lo que representa tener un hijo", reflexiona Binstock, quien cree que en los últimos años se han logrado enormes avances en materia de reducción de tasas. "Pero la cultura no se cambia automáticamente", agrega.
Este punto se ve claramente en lo que hace a las conductas preventivas. Si bien todos los expertos reconocen que hay mayor circulación de material sobre los diferentes métodos anticonceptivos disponibles, esto por sí solo no es suficiente para que la prevención del embarazo se transforme en un hábito. "Las conductas de cuidado personal, tanto en adolescentes como en adultos, no están linealmente vinculadas a la información –señala Sánchez Cabezas, también presidenta del Consejo de Salud Comunitaria de la Sociedad Argentina de Medicina–. El cuidado personal tiene que estar vinculado al contexto social, a la igualdad entre mujeres y varones, a la posibilidad de acceder a servicios sociales de alta calidad". Variables que son, para algunos, un derecho adquirido mientras que, para otros, un sueño por alcanzar. Todo depende, en gran medida, del lugar en que se nazca.
La maternidad de las más jóvenes, en cifras
- 16,3 cada 1000 adolescentes de entre 15 y 19 años fueron madres en la ciudad de Buenos Aires durante 2018
- 30% de las jóvenes que abandonaron el secundario en todo el país lo hicieron por embarazo o maternidad (Fuente: Plan Nac. de Prev. del Embarazo no Intencional en la Adolescencia - ENIA)
- 80% de los embarazos de menores de 15 años no son intencionales y la mayoría es producto de situaciones de abuso y violación (Plan ENIA)
- 70% de los embarazos de adolescentes de entre 15 y 19 años a nivel nacional son no intencionales (Plan ENIA)
- 67% de las adolescentes y jóvenes que no estudian, no trabajan y no buscan trabajo en el país, cuidan niños en sus hogares (Plan ENIA)