#ElsueñodeTincho: vive en un hogar, necesita un trasplante de riñón y hace 14 años espera una familia
El adolescente tiene una insuficiencia renal por la que debe hacerse diálisis cuatro veces por día; dice que su sueño es tener una familia que lo cuide
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Casi toda su vida la pasó en un hogar de protección. Tincho tenía 4 años cuando, con sus derechos elementales vulnerados, un juez determinó que debía ser separado de su familia de origen y, junto a sus hermanos más grandes, llegó al hogar El Alba, en Longchamps, Almirante Brown. Hoy está por cumplir 18 y su deseo más profundo permanece intacto: “Me gustaría tener una familia para que me cuide y compartir el resto de mi vida con ellos”, dice el adolescente. Hace 14 años, espera que se cumpla.
En los últimos días y para visibilizar su historia, desde el hogar El Alba lanzaron, con el apoyo de Red Solidaria y a través de un video, la campaña #ElSueñoDeTincho, que tiene dos objetivos: encontrar una familia para el joven y visibilizar su necesidad de recibir un trasplante de riñón.
“¿Y? ¿Qué novedades hay? ¿Llamó alguien? ¡Contáme!”, le pregunta todos los días, desde que se lanzó la campaña, Tincho a Karina Cittadino, la directora del hogar. El chico no se imagina a futuro sin una familia. Quienes más lo conocen lo describen como valiente, supercariñoso y muy compañero. Le encanta jugar a la pelota, andar en bicicleta, estar al aire libre y cocinar. Pero lo que más disfruta es la compañía de otros: compartir un juego de mesa, una comida o un paseo. Actualmente, está cursando 5to. año de la secundaria.
Cuando los jueces agotan todas las instancias de búsqueda dentro de la red de registros de postulantes a guarda adoptiva, se recurre a las convocatorias públicas, un llamado a toda la comunidad. Son el último recurso con el que se cuenta y Tincho está en esa instancia.
Son infancias y adolescencias que pasan años en los hogares de protección, donde llegan cuando el Estado determina que deben ser separados de sus familias de origen tras sufrir distintas violencias. Las trabas que prolongan esos tiempos son varias y van desde la escasez de recursos hasta la enorme dificultad de encontrar postulantes a adopción para chicas y chicos que ya no son bebés, que tienen alguna problemática de salud o que formen parte de grupos numerosos de hermanos.
La vida en el hogar
A lo largo de los años que lleva en el hogar, los hermanos más grandes de Tincho fueron egresando y solo quedó él. A los 12, su vida pendió de un hilo: tuvieron que ingresarlo de emergencia en terapia intensiva por una insuficiencia renal que le había afectado su corazón y pulmones. “Esa primera noche nos dijeron que nos quedáramos cerca porque era muy probable que no la pasara. ‘No sabemos cómo, pero está respirando. No se ilusionen’, nos dijeron después los médicos”, recuerda Carina Minaverry, trabajadora social del hogar.
El pronóstico era desalentador: “Queríamos pelear para que tuviera las mismas posibilidades que otros chicos. Empezamos a gestionar la pensión y una obra social, con la ayuda de muchísima gente lo logramos. Cuando salió del hospital, después de más de 50 días internado, 30 de ellos con respirador y muy grave, sabíamos que iba a necesitar diálisis”, detalla Minaverry.
Tres veces por semana, Tincho viajaba acompañado, durante dos horas, desde el hogar hasta la ciudad de Buenos Aires para hacer otras tres horas de hemodiálisis. “Ahí nos hablaron de la posibilidad de hacer un trasplante, pero nos dijeron que no iba a ser fácil. Me acuerdo de que cuando estaba internado un médico nos dijo que nunca iban a desperdiciar un órgano en un nene como Tincho”, recuerda la trabajadora social, quien supone que el especialista “se refería a que iba a necesitar un apoyo y acompañamiento constante para los controles y la medicación que pensaba que desde el hogar no íbamos a poder darle”.
Desde la institución lo acompañaron de forma incondicional durante todo el proceso. Finalmente, en noviembre de 2018 llegó el llamado más esperado: había un riñón para Tincho. “La operación salió perfecta, pero empezó con complicaciones, tuvo un virus, hizo un rechazo y el órgano dejó de funcionar”, recuerda la trabajadora social. Y agrega: “Empezamos a averiguar qué era lo mejor para él y supimos que había otro tipo de diálisis que podíamos hacer en el hogar, que se llama peritoneal. Tenemos una habitación acondicionada y se dializa cuatro veces al día, durante unos diez minutos”.
Tincho sueña con un riñón que le permita mejorar su calidad de vida y disfrutar de cosas sencillas, como darse un chapuzón en verano en la pileta o salir a pasear sin estar mirando el reloj constantemente para volver a hacerse la diálisis. Pero también anhela la posibilidad de poder crecer en familia. “Su idea de egresar del hogar siempre fue con una familia. No se piensa solo: le gusta mucho estar con otros, no es uno de esos adolescentes que se encierra en la habitación con las redes sociales, es superfamiliero”, resume Minaverry. Por la situación de salud de Tincho, subraya que es fundamental encontrar una familia que pueda dedicarle mucho tiempo: “Nosotros vamos a estar siempre –añade–, porque somos su familia extensa, pero tiene que ser alguien que lo pueda acompañar en todo este proceso”.
“Quiero ser enfermero”
Minaverry asegura que a partir de su problemática de salud, la personalidad de Tincho cambió mucho. Cuando entró al hogar era callado, tímido, vergonzoso. “Hoy es un chico supercurioso, le pregunta todo a los médicos. Le gusta ver en qué te puede ayudar o qué puede hacer por el otro, tiene una parte social que tiene que ver con lo que vivió: quiere ser instrumentista o enfermero, algo por ese lado”, dice.
Cittadino agrega que Tincho es “muy responsable con sus temas de salud”: desde qué medicamentos tiene que tomar y en qué horarios, hasta qué cosas puede comer o no. “Por más que le pongas una pila de papas fritas adelante, él no las va a tocar”, ejemplifica, con humor, la directora del hogar. “Muchas veces, cuando uno piensa en un adolescente cree que va a ser muy complicado. Tincho no es el caso. Tiene muchísima facilidad para generar vínculos. Le encantaría poder viajar y subirse a un avión, algo que nunca hizo”, agrega.
El Hogar El Alba es una asociación civil fundada hace 96 años que actualmente alberga a cuarenta niñas, niños y adolescentes. Está enmarcado en una zona semirural, en un predio de 48 hectáreas. Su directora ve a diario cómo las chicas y los chicos viven la espera de una familia. “En muchos casos, esa espera es muy angustiante. Es entrar al hogar y que te pregunten: ¿Y, ya está mi familia? Muchas veces no tenés una respuesta para darles”, cuenta Cittadino.
¿Qué características necesita tener la familia para Tincho? La directora del hogar dice que no hay requisitos en cuanto a la conformación familiar, aunque Tincho manifestó en varias oportunidades que le gustaría tener “una mamá y un papá”. “Se identifica mucho con las figuras paternas. Somos de la idea de que Tincho cuando conoce a alguien, se enamora. Es muy cariñoso. En seguida busca el vínculo afectivo”, señala la directora. Lo que sería importante es que la familia cuente en su hogar con un espacio donde Tincho pueda realizar su diálisis. Por otro lado, se prioriza –aunque no es excluyente– a quienes viven en la provincia de Buenos Aires, ya actualmente el adolescente está haciendo su tratamiento en un hospital porteño. Si bien está por cumplir 18 años, Cittadino concluye: “Él puede independizarse perfectamente, pero necesita el marco de una familia, no es un pibe que quiera estar solo”.
Más información
Quienes sientan el deseo profundo de ahijar a Tincho y consideren que pueden asumir esa responsabilidad, o quieran colaborar con el adolescente de alguna manera, pueden escribir a eldeseodetincho@gmail.com o llamar al 11-3574-0310. Más información en las redes de Hogar El Alba: Facebook o Instagram.
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