Sin despedida. Murió la hija del hombre al que no dejaron ingresar a Córdoba por un test "dudoso"
CÓRDOBA.- Solange Musse murió en Córdoba sin poder ver a su papá. La joven de 35 años sufría un cáncer terminal y estaba realizando un tratamiento en esta provincia; a su padre, Pablo Musse, las autoridades lo hicieron regresar a Neuquén desde Huinca Renancó (al sur de esta provincia) al tener resultado "dudoso" de un test rápido de Covid-19. La historia no pudo terminar peor: su hija falleció cinco días después y nunca se pudieron reencontrar.
Desde que se conoció el caso las autoridades sanitarias de la provincia, las del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) y las de Huinca Renancó no hablan del tema. Musse había realizado todos los trámites para llegar a Alta Gracia, donde su hija ya estaba en una casa con oxígeno y atenciones especiales, cubrió 1000 kilómetros en auto con su cuñada discapacitada motriz y por el resultado "dudoso" de los tests de él los hicieron regresar manejando de nuevo, sin poder descansar y sin atender a su pedido de que lo hisoparan.
Esta semana, en diálogo con LA NACION, explicó que "nunca" le tomaron la fiebre. "No me quisieron hacer el hisopado. Nunca pude hablar con ninguna autoridad, solo con las dos chicas del puesto sanitario y la policía", sostuvo y enfatizó que la situación habían angustiado y estresado a su hija, que lo esperaba.
Según relató, ni siquiera le dieron la opción de que su cuñada — con domicilio legal en Córdoba- se quedara en uno de los hoteles reservados para quienes deben hacer cuarentena, sino que "ocho móviles policiales" de diferentes provincias los escoltaron durante todo el camino de regreso a Neuquén.
Solange murió mientras su papá esperaba que el COE provincial lo autorizara después de haber presentado un hisopado con resultado negativo. Los tiempos de la burocracia excedieron los que tenía la joven. Historias similares a esta — algunas sin finales tan dramáticos- se vienen repitiendo porque hay decisiones del COE o de intendentes que no se coordinan, resoluciones que sin explicación se aplican y que no contemplan los casos de emergencia.
LA NACION contó la de Laura Ferreyra, de 43 años, quien quedó al borde de la muerte cuando, en octubre pasado, un delincuente intentó arrebatarle la cartera mientras iba en moto por San Francisco, a unos 215 kilómetros al sudeste de la capital de Córdoba. Un mes después salió de coma, algo inesperado incluso para los mismos médicos. Internada en Córdoba para su rehabilitación, la cuarentena la encontró separada de sus dos hijas, de 3 y 13 años, de su hijo de 18 y de su esposo. Cuatro meses de trámites les llevó para que pudieran verse.