El nuevo destino de edificios recuperados del narcotráfico, sectas y redes de trata
Un grupo de organizaciones impulsa la iniciativa “Bien restituido”, que ya logró aprovechar casas, chalets y edificios para un fin social; además, el jueves fue presentado en el Congreso un proyecto para que la práctica sea una política de Estado
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“Mirá, pintamos esos banderines y la lámina de las Malvinas. Y ahí ponemos nuestras fotos, escribimos nuestros nombres y lo que nos gusta hacer”, dice Thiago, de 9 años, antes de terminar su plato de fideos con tuco. Como buen anfitrión, explica cada lámina de color que adorna las paredes de la vivienda de dos pisos de la Villa 21-24 Zavaleta, donde todos los mediodías va a comer junto con otros niños y niñas.
Es un jueves de mayo, el primer día frío del otoño, y el sol entra cálido y luminoso por las ventanas del primer piso del lugar al que llaman El Refugio. Por el momento son 10. Más tarde serán entre 20 y 50 niños y adolescentes los que se reunirán a comer, charlar y jugar en esa edificación que queda sobre una calle de tierra, el pasaje 70, donde hace unos años funcionaba un búnker donde se vendían drogas.
La transformación de ese lugar se dio gracias a “Bien restituido”, una iniciativa financiada por la delegación de la Unión Europea en Argentina y es implementada en todo el país por Libera (Italia), el Círculo Giuridico di Argentina, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y la Fundación Multipolar.
A través de esta iniciativa, los bienes que la Justicia incauta de actividades delictivas complejas, como el narcotráfico, son dados a organizaciones civiles para que los usen con un fin social. Si bien no hay números exactos, se estima quelos miles de bienes incautados están valuados en más de 100.000 millones de pesos.
El proyecto se inspira en lo que se hace desde 1996 en Italia con los bienes de organizaciones mafiosas. En ese país, ya se destinaron más de 40.000 millones de euros recuperados para la prevención y reparación del daño ocasionado.
En el caso del ex búnker de la 21-24, la Justicia decidió otorgarle a la organización Familia Grande Hogar de Cristo un permiso de uso gratuito y se le pidió al Instituto de la Vivienda de la Ciudad que reacondicionara la propiedad. Gracias a eso, hace casi dos años, asiste a niños y adolescentes. También, en diferentes horarios, contiene a jóvenes con problemas de adicciones.
“Los chicos que vienen saben qué se hacía antes acá. No son tontos, viven en un barrio donde muchos padres venden drogas y hay consumo. Son pillos. Los más chiquitos sí preguntan si van a volver los que vendían, tienen miedo de no poder venir más. Nosotros les decimos que este es ahora su lugar, su casa”, cuenta a LA NACION Jaqueline Rojas, de 29 años, que nació en la 21-24 y ahora se encarga de coordinar junto con el padre Facundo las diferentes actividades para los menores.
“Hacemos talleres de dibujo, música, les damos apoyo escolar, hablamos de las diferentes profesiones, oficios, de lo que ellos sienten, de lo que ellos quieran. Uno de nuestros lemas es que amamos nuestro barrio, pero nuestros sueños y nuestro futuro están afuera de la villa”, dice Jaqueline. “Les mostramos que tienen opciones a lo que ven día a día, entonces pierde peso, por ejemplo, la salida a las drogas”, suma el padre Facundo.
Debido a lo exitoso de la iniciativa “Bien restituido”, las organizaciones que la llevan adelante impulsaron el proyecto de ley de “Administración y reutilización social de bienes cautelados y decomisados” que fue presentado el jueves pasado en el Congreso Nacional con el apoyo de diferentes partidos políticos y organizaciones.
“La reutilización de esos bienes le permite al Estado cumplir con su deber de reparación de daño padecido por las víctimas directas de la delincuencia organizada y también de las víctimas indirectas, que es el propio Estado y fundamentalmente la sociedad civil”, explica Lucas Manjon, coordinador del proyecto por parte de Libera.
Con ese espíritu se dio la reutilización de lo que iba a ser un polo de lujo, con barrios cerrados, una estación de tren propia, y estacionamientos, ubicado a un costado de la Panamericana, en el kilómetro 46, en el municipio de Pilar.
Debido a una investigación por sospecha de lavado de dinero realizada entre Estados Unidos y la justicia argentina, las obras se detuvieron y solo se llegó a construir un gran edificio de 6.000 metros cuadrados. Tras la sentencia y el procesamiento de los involucrados, entre los que se encontraban la viuda y el hijo del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, el edificio terminó embargado por la justicia federal.
En 2021, en plena pandemia de coronavirus, se instaló allí uno de los más grandes vacunatorios del país y hoy continúa con esa función, pero sumó servicios. Hay un centro de renovación de licencias de conducir, un Sistema Integral de Telemedicina que permite descentralizar la atención médica y acercar ese beneficio a los vecinos de los barrios carenciados de la zona. Además, funciona una base operativa del SAME.
“Eso es un Estado eficaz y eficiente, por eso es importante que la ley se vote para que esto no sea una iniciativa de algunas organizaciones, sino una política social”, señala Manjon, quien también destaca que es el primero proyecto que tiene el apoyo de fiscales y jueces, y que incluso fue el juez Sebastián Casanello quien se prestó a ser uno de los redactores de la iniciativa.
Una herramienta para cambiar la realidad
“La idea es transparentar el uso de esos bienes, que haya un registro único y detallado de todo lo que se incauta para que todos accedan a la información y puedan solicitarlos siempre con fines sociales”, detalla Manjon sobre otro objetivo de la ley, que además determina la creación de una agencia autosustentada y especializada en la administración y reutilización de esos bienes.
Son muchos más los ejemplos del éxito de esta iniciativa. En Salta, dos hoteles incautados al narcotráfico fueron entregados a la UBA para la práctica de estudiantes; en Rosario, la fundación Tercer Tiempo recibió computadoras, mesas y elementos de carpintería incautados en varias causas federales de narcotráfico para capacitar a jóvenes que pasaron por la cárcel o que tienen problemas de consumo de sustancias; en Mar del Plata, un chalet que funcionó como centro de explotación sexual y trata de personas, está en proceso de transformarse en el Centro Marplatense de Memoria y Lucha contra la Trata. En esa misma ciudad, un inmueble incautado a una secta que explotaba a jóvenes con problemas de adicciones fue entregado a Cáritas y hoy es un refugio para alojar a personas en situación de calle.
“Cuando los vecinos ven que una vivienda que fue intervenida por la Justicia por venta de drogas o trata de personas es reutilizada para dar algún tipo de servicio a la sociedad, hay una reparación simbólica. Si todos los bienes se rematan o se subastan, pasan a ser plata líquida, se vuelve algo que no es tangible. El proyecto de ley busca establecer que el uso de esos bienes tenga un sentido de reparación permanente y transparente”, indica Manjon.
Jaqueline, que en minutos comenzará a organizar las actividades de la tarde para los chicos que ahora están comiendo, resume lo que significa ese lugar recuperado: “Los chicos que vienen tienen diferentes tipos de familias, algunas muy rotas, otras no. Acá hacen lo que no pueden hacer en sus casas o en la calle. Acá pueden jugar y hablar con pares; dejan de ser solo hermanos mayores o mamás de sus hermanos menores. Acá no se tienen que defender de nadie, no tienen por qué ser agresivos para que los respeten, no tienen por qué ser adultos de golpe. Acá disfrutan su niñez, su adolescencia. Es lo que debería ser”.
El padre Facundo habla de la importancia de que se haga ley el proyecto de restitución de bienes al señalar que luego de la recuperación de ese edificio se dio una transformación de esa zona del barrio y de la dinámica de algunas familias.
“Los vecinos se empezaron a acercar primero con desconfianza, porque sabían que la policía y la Justicia había secuestrado el lugar. Pero después vieron lo que proponíamos y les gustó. Ahora somos parte del barrio. Los chicos están menos en la calle, saben que acá tienen un lugar, una opción a elegir”, explica y, ya en la vereda de El Refugio, habla del área de juegos para niños que se inauguró hace poco, a metros del lugar.
Luego, cuenta que en el kiosco de mitad de cuadra también vendían drogas, pero luego de ser incautado fue puesto a cargo de un comedor para adultos. De hecho, una mujer sentada a un costado de una pequeña mesa, sobre la angosta vereda de cemento, sirve de una olla inmensa, porciones de guiso a dos hombres que se acercan y hacen bromas. Un niño de rostro triste que camina solo por la calle los mira de reojo y sigue directo para El Refugio. “Entrá, hay fideos con tuco”, lo recibe Jaqueline.
Más información
- El Refugio. Se puede contactar al espacio desde su cuenta de Instagram @elrefugio.la70. Necesitan artículos escolares como cuadernos, lápices, materiales para dibujar.
- Para conocer más sobre la iniciativa Bien Restituido, se puede leer el proyecto de ley.