El mejor regalo para las fiestas: su hermana le salvó la vida
Un día como hoy pero ocho años atrás, Andrea González (46) festejaba la Nochebuena de una forma que jamás hubiera imaginado: internada en el Hospital Austral, esperando que su hermana le salve la vida. "A los 38 tenía todo armado: una familia con dos hijos chiquitos y un proyecto laboral", revela esta maestra de Letras de Bahía Blanca. Hasta que, en mayo de 2011, fue a buscar el resultado de unos análisis médicos imaginando que el cansancio que sentía era producto de una anemia. El diagnóstico la dejó perpleja: leucemia linfoblástica aguda. .
Al poco tiempo del diagnóstico, comenzó con la quimioterapia. Los médicos le indicaron que, por su edad y las características del tipo de cáncer, iba a necesitar un trasplante para "resetear su médula". Las chances eran bajas. Según el Incucai, tres de cada cuatro pacientes no tienen un donante de médula compatible en su familia. Por eso, deben encontrar uno no emparentado a través de los registros de donantes voluntarios –entre ellos el argentino–, que conforman la red mundial World Marrow Donor Association (WMDA), con más de 36.000.000 de personas de 63 países. La donación se concreta sólo cuando el código genético del paciente y del donante son cercanos al 100% de compatibilidad, algo difícil, ya que las personas presentan importantes variaciones genéticas.
Andrea tiene una sola hermana que es dos años mayor, Alejandra. En ella se alojaba la oportunidad de lograr lo que más deseaba en el mundo: ver crecer a sus hijos. Alejandra no lo dudó ni un segundo, enseguida se hizo el análisis de sangre para saber si eran compatibles. "Cuando nos enteramos de que el resultado era positivo, la primera en festejar fue ella", recuerda emocionada Andrea, cuyo sostén incondicional siempre fue su familia, desde sus padres que pasaban noches enteras despiertos intentando conseguir dadores de sangre, hasta su marido, hermana y suegros que se turnaban para cuidar a sus hijos o llevárselos desde Bahía Blanca a Buenos Aires para reencontrarse con su mamá y que la distancia doliera menos.
Todos ellos también dijeron presente en aquellas fiestas que transcurrieron entre enfermeras, médicos y la esperanza de que el año nuevo trajera una pronta recuperación para Andrea. "Es duro pasar estas fechas internada porque pensás que le estás arruinando el festejo a otros. Pero, al mismo tiempo, todo cobra un sentido más profundo y más íntimo. Porque yo puse el cuerpo, pero el alma la pusieron todos. La peleamos en equipo", confiesa esta mujer y recuerda con cariño a una enfermera que se acercó a su habitación con una botella para brindar cuando se hicieron las 12.
Desde aquel momento, Andrea festeja sus dos cumpleaños: el día en que llegó al mundo, que es el 21 de diciembre y el 27 de ese mismo mes cuando fue trasplantada de médula y empezó su "segunda vida". "La enfermedad te sacude, pero también te da la oportunidad de pararte diferente frente a la vida. Uno aprende a disfrutar más, a celebrar cada momento que tenés, pase lo que pase", confiesa esta mujer que ama trabajar como docente en una escuela pública de su ciudad.
Aquel diciembre de 2011 fue intenso y el año cerró de esa misma manera, celebrando internada y recuperándose del trasplante, rodeada de todos sus seres queridos. Entre ellos se encontraba Alejandra. "Fue muy movilizador sentir que a través mío Andrea tenía otra posibilidad. La adoro, además de mi hermana es mi amiga, no me imagino la vida sin ella. Lo que más admiro es su fortaleza, aún en los momentos más duros siempre mantuvo la sonrisa, se esforzaba por estar bien para que no sufriéramos por ella", dice orgullosa Alejandra.
Y agrega con el fin de generar conciencia: "Hay mucha gente que piensa que donar médula es doloroso o riesgoso. Nada de eso es verdad. Se trata de algo totalmente compatible con la vida familiar y laboral. El mismo día me volví a mi casa, una vez que terminé me fui caminando. Hay que animarse, vale la pena porque le podés salvar la vida a otra persona".
Cicatrizar dolores
Cada año cientos de personas como Andrea, reciben el diagnóstico de una enfermedad hematológica, como leucemia, anemia aplástica, linfoma, mieloma, errores metabólicos o déficits inmunológicos. Todas estas patologías pueden ser tratadas con un trasplante de médula ósea. Sin embargo, no todos tienen la misma suerte que esta maestra de Letras. Sólo entre un 25% o el 30% encuentra un donante compatible en su familia. Por eso, cuantos más donantes inscriptos existan, mayores son las posibilidades de compatibilidad.
En nuestro país hay 284.487 personas registradas como donantes de médula ósea. Con el fin de que cada vez existan más inscriptos, este año el Incucai organizó junto a Proyecto Dar Vida un concurso de cuentos para concientizar en las escuelas. El jurado eligió dos ganadores entre 72 historias, entre ellas la de Andrea.
En el anonimato y bajo el seudónimo "Correcaminos", presentó su cuento "Cuestión de sponsors" que narra la historia de un joven maratonista con leucemia que tiene que correr una carrera contrarreloj: encontrar un donante compatible fuera de su familia. Se trata de un personaje ficticio que transita la incertidumbre y la urgencia, basado en un chico real, de carne y hueso que Andrea conoció en los pasillos del hospital y que, además de la enfermedad tenía dos cosas: mucha bronca y ganas de vivir.
Esas mismas ganas fueron las que empujaron a Andrea a ganar la lucha contra el cáncer y que la llevaron a convertirse en la ganadora de este concurso, dentro de la categoría juvenil, junto con Matías Nicolás Pi que triunfó en el rubro infantil con su cuento "Figurita difícil". Cuando desde el Incucai la llamaron hace unas semanas para conocer quién era "Correcaminios" y darle la buena noticia, se sorprendieron con la respuesta de Andrea: "Yo también fui trasplantada de médula como el protagonista del cuento".
Más allá de ayudar a que otros tomen conciencia, el concurso le permitió "cicatrizar los propios dolores de la enfermedad". Para ella la literatura tiene "un efecto provocador y cicatrizante".
"Escribir este cuento, significó, de alguna manera, desandar los caminos personales como una especie de revancha, especialmente porque yo tuve la bendición de contar con una hermana que me dio esta segunda vida. A partir de mi enfermedad, muchos amigos y familiares se anotaron como donantes, ojalá el cuento sirva para que más gente se sume", sueña Andrea.
Mirando para atrás, reflexiona: "No concibo la vida sin resiliencia. Hay cosas que dependen de uno y otras que no. En las que dependen de uno, siempre hay que remar, pase lo que pase".
Lo que hay que saber antes de donar
- La donación de médula ósea consta de dos instancias: la inscripción y la donación. En la primera instancia donás sangre y te inscribís. En la segunda, te convocan a donar células.
- Una vez inscripto, el donante sólo es contactado nuevamente si resulta compatible con algún paciente que requiera un trasplante de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH). Donante y receptor deben ser 100% compatibles.
- Cuando al realizar una búsqueda el código genético de un donante inscripto en el Registro coincide con el de un paciente que necesita un trasplante de CPH en cualquier lugar del mundo, el Registro se contacta con el donante para confirmar su decisión y gestionar la donación.
El paso a paso
1. Concurrir a alguno de los 160 Centros de Donantes en todo el país. VER MAPA
2. Firmar el consentimiento y donar una unidad de sangre (no es necesario que estés en ayunas). De esa sangre se extrae una pequeña muestra que se analiza genéticamente. El resto se utiliza en pacientes que la necesitan para tratamientos y cirugías.
3. Los datos genéticos ingresan a la base de datos y quedan a disposición para ser comparados con los de los pacientes que necesitan un trasplante. Si un paciente es compatible te llaman para ratificar la decisión.
4. Los médicos estudian el estado de salud del donante.
5.La extracción de células se realiza utilizando la técnica elegida por el donante.
6. Se realiza el trasplante y, gracias a este gesto solidario, el paciente recupera su salud.
Requisitos
- Tener entre 18 a 55 años.
- Pesar más de 50 kilos
- No tener antecedentes de enfermedades cardíacas, hepáticas o infectocontagiosas