El mapa de la desigualdad: cómo se distribuye la pobreza crónica en el país
Otilia Torrez tiene 45 años y se crio en el paraje santiagueño de Lote 26 con sus doce hermanos y sus papás. Desde los 9 años se levantaba a la madrugada para trabajar en la cosecha de algodón. No sabe leer ni escribir y, como sus padres, nunca fue a la escuela. Sus hijos más grandes no la completaron. Hoy, viven en Añatuya, no tienen luz y cargan el agua con baldes de un pozo. A excepción de uno de sus hijos varones, ninguno de los Torrez firmó un recibo de sueldo: jamás tuvieron trabajo en blanco. La familia de Otilia es una de las miles que componen el núcleo duro de la marginalidad en la Argentina.
Un estudio reciente los define como pobres crónicos, es decir, aquellas personas que integran hogares con carencias persistentes que no pueden superarse aun bajo condiciones económicas coyunturales favorables y que suelen ser "heredadas" por la siguiente generación. La plataforma digital "Mapa de georreferenciamiento de la pobreza crónica en Argentina" que se lanzará hoy, y a la que LA NACION accedió en exclusiva, permite conocer con exactitud –por provincia, departamentos y radio censal– dónde se ubican esos hogares y la proporción que representan respecto de la población de cada municipio o barrio. Así, el trabajo realizado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) junto con otras tres organizaciones muestra que el 24% de los pobres crónicos se concentran en el conurbano bonaerense; un igual porcentaje, en la región pampeana; sigue el NEA, con el 22%; el NOA, con el 19%, y Cuyo, con el 8%; mientras que la Patagonia y la ciudad de Buenos Aires tienen apenas 2% y 1%, respectivamente.
Por otro lado, 82 de los 512 departamentos de todo el país (un 16%), presentan niveles de marginalidad que son críticos: más del 25% de su población total vive sumergida en la pobreza crónica. Dentro de este subconjunto de municipios, hay un 16% que tienen a más del 40% de su población en esa situación. Este será uno de los grandes desafíos del nuevo gobierno.
El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, explicó: "Hoy en la Argentina hay pobreza estructural más una nueva pobreza". En ese sentido, graficó que "si mañana la soja tiene un pico y la economía vuela, la pobreza baja a 25% y se traba ahí". Y fue enfático al explicar: "Hace falta una política integral y federal, trabajar con todas las provincias y los municipios, porque se necesitan medidas específicas según las características de cada región".
El perfil de la vulnerabilidad
El estudio fue elaborado por el Cippec, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (ODSA) y el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas), con el objetivo de contribuir al diseño de políticas efectivas que busquen erradicar la pobreza.
La plataforma pone la lupa sobre la desigualdad más invisible: desde la pobreza crónica que crece a la sombra de los distritos más prósperos hasta la que se ubica en aquellos históricamente postergados. Y es que este tipo de marginalidad es transversal y los puntos rojos saltan a la vista de norte a sur y de este a oeste, en zonas urbanas y rurales. "Pocas veces tenemos la posibilidad de georreferenciar la pobreza, y los Estados deben tener esta herramienta fundamental, porque si no, ¿cómo orientamos los recursos públicos?", señaló Ianina Tuñón, investigadora responsable del ODSA, sobre la importancia del mapa. Agregó que "arroja muchos datos que de otra forma no hubiéramos podido advertir", y que la situación "claramente más crítica" es la del noreste: "Chaco y Corrientes tienen niveles de pobreza crónica muy elevados, por encima de la media (26%), mientras que en el noroeste tenés la situación de Formosa y Santiago del Estero". Con respecto al conurbano, apuntó: "Hay casos con índices de pobreza crónica alta que afecta a cientos de miles de personas, como el de Florencio Varela, Presidente Perón y Marcos Paz".
Pocas veces tenemos la posibilidad de georreferenciar la pobreza, y los Estados deben tener esta herramienta fundamental, porque si no, ¿cómo orientamos los recursos públicos?
Los especialistas aclararon que si bien el mapa se centra en el 10% de los hogares argentinos con más probabilidad de persistir en la pobreza, se trata de una medida relativa, complementaria a las de pobreza por ingreso o multidimensional, y que se propone hacer el foco en sus características. Al respecto, Gala Díaz Langou, directora de Protección Social del Cippec, explicó: "Lo que buscamos es entender por qué los pobres crónicos están en esa situación, por eso decidimos centrarnos en el 10% más pobre, que es donde tienen mayor prevalencia esas características que marcan que hay menos chances de salir adelante".
La pobreza crónica alude a situaciones de carencias persistentes: aun si se alcanza una década de crecimiento económico ininterrumpido al 3% anual –que en perspectiva histórica sería un logro inédito–, es difícil que la proporción de pobres caiga debajo del 15%.
Leonardo Gasparini, director del Cedlas, detalló que, en principio, ese "núcleo duro" sería capaz de superar su estado de carencias crónicas mediante dos caminos: "O bien con intervenciones muy ambiciosas de políticas públicas que aseguren avances significativos en varias direcciones –ingresos, empleo, vivienda, infraestructura, contención y educación–, o como resultado de un crecimiento económico inusualmente alto, sostenible por años y que genere oportunidades de empleo para todos los segmentos de la población".
Díaz Langou agregó: "Una estrategia de erradicación de la pobreza podría articularse alrededor de tres ejes claves: el de garantía de ingresos a través del mercado de trabajo y la protección social; el de inversión en el desarrollo humano y el hábitat, y un eje transversal de institucionalidad y de financiamiento para coordinar y asegurar las líneas estratégicas principales. Esto demanda articular las medidas tomadas por la Nación, las provincias y los municipios".
El mapa muestra algunos indicadores específicos, como los hogares con hacinamiento crítico o donde los niños y niñas de entre 6 y 17 años no asisten a la escuela.
Tuñón señaló cómo en Florencio Varela hay un 5% de chicos que no van a la escuela y en Marcos Paz, un 7%, mientras que en Vicente López o San Isidro el porcentaje baja al 2%. Por otro lado, en General Güemes, Chaco, y en Bermejo, Formosa, la cifra trepa al 12% .
Con respecto al perfil de los pobres crónicos, casi la mitad son menores de 15 años, el 70% tienen un nivel educativo bajo (menos de 9 años de educación) y prácticamente ninguno posee uno superior. El tamaño promedio de los hogares es superior a seis personas, y mientras que poco más de la mitad de los pobres por ingreso corriente tienen necesidades básicas insatisfechas, en ellos llega al 70%. Por otro lado, apenas el 28,9% están conectados a un sistema adecuado de saneamiento. El mayor porcentaje de los trabajadores son asalariados en firmas chicas y en menor medida, cuentapropistas no calificados. Además, muchos son vendedores ambulantes, trabajan en la construcción o servicio doméstico. También hay diferencias si se compara la pobreza crónica de zonas rurales con las urbanas.
Gasparini detalló: "Hay ciertas carencias que son más marcadas en las segundas, como el hacinamiento, el deterioro del hábitat, el desempleo. Otras son más importantes en las zonas rurales: las pocas oportunidades educativas, el difícil acceso a la salud, la fragilidad en el empleo". Tuñón sumó: "Cuando considerás poblaciones rurales, donde hay muy poca concentración poblacional, encontramos, por ejemplo, que el 100% tienen un acceso deficitario al agua y sin duda va a ser de pozo. En esos contextos, la pobreza tiene características mucho más crudas que las que observamos en áreas más densas, por ejemplo, de José C. Paz o La Matanza en el conurbano".
Para Gasparini, "lo que este trabajo enfatiza es que aun si logramos volver a crecer hay muchos grupos que difícilmente logren superar las condiciones de carencia y vulnerabilidad en el corto y mediano plazo". Por eso, para el investigador, la pobreza tiene que ser atacada con todos los instrumentos disponibles y naturalmente "estos grupos deberían tener prioridad en las políticas públicas", concluyó
Características de la pobreza crónica
- Persiste a lo largo del tiempo, es intergeneracional (al menos tres generaciones)
- No implica solo cuestiones monetarias, sino estructurales: menos capital humano y social (bajas oportunidades educativas y laborales) y falta de acceso a cierta infraestructura básica dentro de los hogares (hacinamiento, servicios básicos)
- Contraste urbano-rural: algunas condiciones empeoran según la geografía. En áreas urbanas, el hacinamiento, el deterioro del hábitat, el desempleo, la falta de cloacas. En las zonas rurales: las pocas oportunidades educativas, el difícil acceso a la salud, la fragilidad en el empleo