El encuadernador de sueños
Francisco Siquot tuvo un accidente que lo dejó inmóvil de la cintura para abajo, pero lejos de encerrarse en el dolor, se enfocó en la ayuda social. Dirige La Gráfica Artesanal, un proyecto que ayuda a mujeres en situación de riesgo social
Su taller huele y se ve como una librería, una de esas antiguas, grandes y llena de libros viejos que invitan a adentrarse y perderse en ellos por horas. En el medio de aquel desorden, que en realidad es el orden de un creativo, está Francisco Javier Siquot Ferret, Paco… como él mismo se presenta. "Mientras te esperaba me puse a armar cuadernitos con estas hojas que encontré en agendas viejas, va a quedar genial, mirá los colores", dice, resumiendo en una frase cómo es un creativo a tiempo completo. Hijo de Luis y Beatriz, Francisco es el menor de 4 hermanos (Luis, María y Juan). Aunque vivió en la Argentina desde muy chico, nació el 29 de abril de 1973, en Chile, debido al trabajo de su padre. "Nací en Chile, me vine al país antes del año y nunca más me fui. Hice la primaria y la secundaria acá, en Buenos Aires." Luego de terminar el colegio primario en la escuela Cristo Maestro, Paco se pasó al Carlos Pellegrini, en donde se recibió. "El director del colegio primario era Jesús, un cura muy copado que tuve siempre como referente por sus ganas de ayudar a los demás. El fue el primero en cultivarme esas ganas de dar una mano desde chico." A pesar de su buen nivel académico, Francisco pasó por varias carreras terciarias sin poder terminarlas. "Probé con profesorado de matemáticas y diseño de imagen y sonido, pero como me interesaba saber de todo, me aburría muy rápido y lo abandonaba", explica.
El accidente
Eran los últimos días de 1999, Francisco tenía 26 años y, aunque no tenía problemas personales, ocultaba dentro de él la tristeza de no encontrar su camino. "No era un buen momento para mí. La verdad es que yo necesitaba un cambio en mi vida, y aunque me costó verlo así, el accidente fue ese cambio, ese evento que me obligó a transformar mi forma de vivir. Lo que me pasó fue un llamado de atención, que podría haber evitado si pedía ayuda, pero era chico y no lo hice", afirma Francisco.
Fue una noche de verano. Paco y su amigo Martín subieron al auto y decidieron ir a dar vueltas por la laguna de Chascomús. Una mala maniobra provocada por la búsqueda de emociones fuertes los sacó del camino e hizo que volcara su vehículo. "Cuando el auto volcó, yo quedé atrapado y fue Martín el que tuvo que salir a pedir ayuda. A mí, me dolía respirar y los nervios me jugaban en contra. Recordé en ese momento lo que mi mamá me había dicho una vez acerca de lo poderosa que era la mente y de cómo podía ayudarnos en momentos de estrés. En lugar de desesperarme me tranquilicé, y ese instante de elección fue muy significativo porque me di cuenta de que eso mismo podía hacerlo todo el tiempo, sin importar lo que pasara. Aprendí que todo pasa, que se acepta y se avanza o te quedás en la tristeza para siempre", reflexiona.
Después de haber estado dos meses internado con muchas complicaciones, Paco recibió la información de que la lesión en la médula ósea le impediría volver a mover las piernas. "El segundo shock que tuve fue cuando me di cuenta de que no podía sentir las piernas y me dijeron que no iba a volver a caminar. Recuerdo, mientras estaba en coma, que los médicos decían que no sabían cómo volver a armarme. Todo lo que sucedía afuera yo lo soñaba en el coma. De aquel hospital yo salí llorando, porque quería que me curaran completamente."
Aprender a continuar
A pesar del terrible accidente y la lesión medular, Francisco vio en la crisis la oportunidad de cambio que tanto estaba buscando.
"Cuando en rehabilitación me dijeron que me iban a ayudar a volver a mi vida, yo les dije que no quería eso, que mi estilo de vida me había llevado a esa situación. A partir de ese momento iba a priorizar lo que me hacía bien y lo que tanto necesitaba: el arte y la creatividad, porque las fuerzas vitales fluyen a la salud o al pathos y genera un problema." Al volver a la vida cotidiana, Paco comenzó a trabajar de manera artesanal en la industria gráfica y multimedia. Creando un show que mezclaba música con luces e imágenes. "Lo primero que hice después del accidente fue un show de luces y música en vivo que no me daba plata, pero me daba la chance de ser yo mismo, de hacer eso que estaba necesitando."
Ayuda social: encuadernación solidaria
Su siguiente meta fue cumplir un viejo sueño de la adolescencia: brindar ayuda social. Fue así como en 2004 le propone al padre José Resich, del barrio San Agustín Ferrari de Merlo, dar talleres de gráfica. "Lo primero que hicimos con los más pequeños del barrio fueron sellos de goma eva. Los chicos recortaban un dibujo en la goma y después lo estampaban en una hoja con tintas de colores que nos donaban en la zona. A la semana ya teníamos más de dos mil sellos, por lo que tuvimos que comenzar a pensar en encuadernar."
Dos años después, en 2006, aquella idea de encuadernar los trabajos realizados por los chicos se volvió un hecho. Pero Paco quería que la venta de aquellos libros sirviera también de ayuda a mujeres en situación de pobreza.
"Para empezar a encuadernar tomamos dos chicas en situación de vulnerabilidad de Merlo, y una del equipo, Mariela Batista, aprendió de manera gratuita en la Papelera Palermo cómo hacer los encuadernados. Entre los 6 que éramos al comienzo fabricamos la primera agenda, que hoy es el producto que más se vende", explica Paco Siquot. Y agrega. "Igualmente queremos ir más allá y aspiramos a llegar a ser una editorial con responsabilidad social." Además de las agendas y de los libros con sellos hechos por los chicos del barrio San Agustín, en la imprenta se venden libros reciclados, pintados por artistas nacionales que donan su trabajo para recaudar dinero y así ayudar a los más necesitados.
El dinero recaudado de las ventas sirve para la compra de materiales y el pago de los sueldos, entre los cuales se encuentran tres mujeres en estado de vulnerabilidad. "Una de las chicas, gracias al trabajo que desarrolló en la imprenta, pudo hacer su fiesta de 15 y además quiere seguir estudiando para poder recibirse en diseño de imagen y sonido. Y otra de las mujeres, Maricel, pudo terminar su casita después de vivir con sus diez hijos en una sola habitación. Todas esas historias son el gran logro para mí."
El futuro
"Mi cuerpo ya no es el de antes, ya me pasa factura; no puedo hacer los viajes que hacía antes llevando cajas", explica Paco, mientras convida algunas de todas las ideas que tiene para llevar a su imprenta a convertirse en una editorial. "Hay que volver todo más profesional y automatizado menos la producción, que tiene que seguir siendo artesanal, para mantener el valor de nuestros productos únicos e irrepetibles. Hoy en día podemos cumplir una demanda de hasta dos mil trabajos por jornada, pero para tener más clientes tenemos que mejorar ese número. Lo vamos a lograr."
Francisco es optimista, ve en retrospectiva lo logrado y sabe que todo se puede hacer. "Tenemos un deber con nosotros mismos de hacer todo lo que queramos. No podemos encerrarnos en hacer únicamente lo que sabemos que podemos hacer. Hay que animarse a más. Antes del accidente relegaba todo y fue entre los fierros torcidos de ese auto cuando me aferré a ese hilito de vida y dije nunca más relego algo. Ahora mis habilidades físicas estarán acotadas, pero mi cabeza va más allá. Voy a lograr todo lo que me proponga", afirma Paco mientras saca esas pequeñas obras de arte encuadernadas que arma con sus "luchadoras", como llama él a las mujeres que lo ayudan, y posa para la foto. Paco, o Francisco, encontró en sus limitaciones la voluntad de seguir. Es como dijo la novelista norteamericana Susan Sontag: "Ama tus limitaciones, porque ellas son la causa de tu inspiración".