En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la árbitra de básquet, que denunció a su jefe por acoso, cuenta cómo logró desnaturalizarlo y perder el miedo
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A principios de septiembre, la árbitra de básquet Bianca Tedesco sorprendió a todos anunciando su retiro por Twitter. Era un mensaje conmovedor, en el que denunciaba que era víctima de acoso sexual y hostigamiento laboral. El perpetrador era Sebastián Moncloba, su jefe, quien concentraba el poder para decidir si le asignaba partidos o no.
El padecimiento de Tedesco duró años, hasta que pudo entender que esos mensajes que recibía a través de sus redes sociales, en los que Moncloba le pedía llevar su vínculo de lo laboral a lo íntimo eran, lisa y llanamente, acoso sexual, una de las maneras en que se expresa la violencia de género. Tiempo después, y tras una fuerte crisis de angustia, comenzó el proceso de pedir ayuda y, con él, encarar una denuncia judicial.
Pero llegar a ese punto fue un proceso arduo. Bianca recuerda claramente aquella pregunta insistente que la acorraló, igual que su jefe, durante años: “¿Y si en algún momento me vuelve a decir algo y yo no sé qué contestarle porque me va a dejar sin trabajo?”.
“Yo recibía acoso sexual a través de mensajes de Whatsapp, mensajes de Instagram y, muy pocas veces, de manera presencial. Lo tenía muy naturalizado. Creí que, si quería trabajar, tenía que soportarlo. Porque la persona que me estaba hostigando y acosando era la que me daba oportunidades y trabajo”, cuenta Bianca.
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, su experiencia pone de relieve la importancia de un concepto clave en cualquier relación interpersonal: el consentimiento. “Si yo digo que sí y quiero estar con un hombre, con una mujer o con quien yo quiera, es mí decisión porque, sobre mi cuerpo, decido yo. El tema es cuando hay un no. Cuando eso pasa y no se respeta la decisión, estás transgrediendo una línea. Y más todavía si vos tenés una posición de poder por sobre mi persona”, analiza.
Todo había comenzado en 2016. “En ese tiempo, siempre sentía mucha angustia. Me llegaba un mensaje de esta persona y mi mente ya se predisponía de una manera que no era positiva para mí. No entendía qué me pasaba, pero estaba mal. Eso tenía efectos sobre mi cuerpo, porque, por momentos, bajaba de peso y, por momentos, engordaba, y hasta tuve intenciones de autolesionarme cuando pude reconocerlo como acoso”, rememora.
La marginación como castigo
Cuando repasa su historia, Tedesco no tiene dudas de que, ante sus reiteradas negativas, comenzó a quedar marginada dentro de la actividad. Fue entonces que concluyó que la única salida posible consistía en alzar la voz. “Hablé porque no tenía nada para perder y necesitaba sanar. Cuando hice público esto, hacía cuatro semanas que no recibía ninguna designación. Soy una persona que vive sola, se banca sola, paga un alquiler, como muchos y muchas en este mundo. Si bien nunca recibí un mensaje de WhatsApp del tipo: ‘o estás conmigo o nunca más vas a dirigir’, me quedé sin partidos por decirle que no”, sostiene.
Tras hacer pública su situación, Tedesco recibió numerosas adhesiones en tiempo récord. También pedidos de ayuda desesperados. “Me han llegado mensajes de mujeres que están padeciendo situaciones de acoso e, incluso, situaciones de abuso sexual tanto dentro del mundo del deporte como fuera de él. Cada vez que me llega un caso, lo consulto con mis abogadas para ver qué podemos hacer”, asegura.
En forma paralela, la mujer hizo llegar su caso a la Justicia. Hoy en día, Moncloba está imputado por acoso sexual y hostigamiento digital, un delito que prevé una condena que puede incluir desde sanciones económicas hasta trabajo comunitario. Actualmente no puede acercarse a Bianca de ninguna manera: ni física ni digital.
En el plano profesional, la árbitra, de 31 años y 13 de experiencia en el arbitraje, retomó la actividad y busca en forma activa sumar mayor perspectiva de género en el mundo del básquet, ese mundo que la conquistó a los siete años. Pero arribar a este presente que la hace sonreír implicó sufrir decepciones. “Me encontré perdiendo un montón de gente que era muy, pero muy cercana. Porque les cuesta entender que lo que yo estoy haciendo es reclamar por mis derechos y pedir por estar en un espacio digno para poder trabajar. Sin ser violentada, sin ser acosada. No es cosa de: ‘Vos sabés en dónde estás, si no te gusta, andate’. Es: ‘¿Por qué motivo tengo que seguir sufriendo violencias? ¿Por qué motivo me tienen que acosar u hostigar para ejercer mi labor?”, interpela.
Por eso, su optimismo no le hace perder de vista que, en el mundo del deporte, hay mucho por hacer en la materia. “Hay micromachismos. Vos estás dirigiendo, cobrás una falta, no les gusta y, desde la tribuna, lo primero que escuchás es: ‘Andá a lavar los platos’. Lo tomo más desde el lugar de la ignorancia. Pero tenemos que empezar a trabajar principalmente sobre los comentarios, sobre lo cuerpos, sobre el aspecto físico de las personas, ya sean deportistas, árbitras… Es muy fácil esta de: ‘Es un macho’, o ‘Parece un pibe’, o si tenés o no tenés tetas… A mí me gustaría que me dijeran: ‘Che, sos la que mejor dirige, ¿qué me importa si medís 1,65 o 1,75?”, se sincera.
Tras años de silencio y sufrimiento, hoy Tedesco se ha convertido en una referente para otras deportistas y también en una inspiración para otras mujeres que, como ella, están atravesando diferentes formas de violencia. En cualquiera de estos casos, asegura, poner en palabras lo que ocurre es fundamental para sanar.
“Yo creo que el primer paso es hablar. Con quien sea: una amiga, una hermana, mamá, papá, novio, novia, lo que sea. Hablar. Porque eso hace que lo bajemos del aire a la tierra. Cuando lo tenemos adentro todo el tiempo, dándonos vuelta, nos compramos nuestras propias excusas o creemos: ‘Bueno, no debe de ser para tanto, seguramente estoy exagerando, soy una dramática’. Y, en realidad, cuando empezás a contarlo, te escuchás y decís: ‘Pará, ¿en serio estoy pasando esto?’”, aconseja.
Y cierra con una recomendación para el siguiente paso, que es la búsqueda de justicia: “Si hay una prueba, hay que guardarla bajo siete llaves. Una captura de pantalla, un audio, ya sea por Instagram, por WhatsApp, por Telegram, siempre se puede guardar y eso es muy importante”.
En caso de violencia, dónde denunciar y pedir asesoramiento:
Línea 144
Funciona las 24 horas y es atendida por especialistas. Es anónima; por WhatsApp al (+549) 1127716463. Se puede bajar una App gratuita.
Línea 911
Es el número al que hay que llamar ante una emergencia: por ejemplo, si se escuchan gritos o golpes. Puede ser de forma anónima.
Línea 137
Cualquier persona que sea víctima o tenga conocimiento de una situación de violencia familiar o sexual puede llamar las 24 horas; por WhatsApp al (+549) 113133-1000.
Oficina de Violencia Doméstica (OVD)
Atención de forma presencial en Lavalle 1250, CABA, todos los días, las 24 horas.
Hablemos de todo
Esta entrevista forma parte de “Hablemos de todo”, un proyecto de LA NACION que, a través de una serie de notas periodísticas, se propone profundizar en temáticas que continúan siendo tabú o difíciles de abordar, como abuso sexual en la infancia, violencia de género, educación inclusiva, bullying, trastornos de la alimentación y adicciones. Poner en palabras estas problemáticas sociales es el primer paso para visibilizarlas. El objetivo de este especial es derribar mitos y prejuicios, acercar historias inspiradoras y ofrecer un servicio brindando información útil acerca de dónde pedir asesoramiento o buscar más información.