Diego Canale: el "cura Brochero neuquino" que llega a 22 parajes
Asignado a la parroquia Nuestra Señora del Rosario, en Andacollo, este sacerdote sale a caballo, en mula o en camioneta al encuentro de las familias de las zonas más alejadas
El camino que recorrió Diego Canale para llegar a ser cura no fue quizás "el más convencional". Lo echaron de varios colegios religiosos -o directamente se iba porque no "encajaba"-, repitió cuarto año del secundario, estuvo cuatro años de novio y decidió entrar en el seminario recién a los 23 años, cuando sintió que era momento de hacer algo más importante por los demás.
Como lo hicieron por él cuando ingresó al colegio San Tarsicio, en el barrio porteño de Recoleta, luego de peregrinar por varias instituciones. "Era de los últimos y me trataron como el primero. Fue muy fuerte, porque cuando a uno lo tratan así la vida tiene valor. Me di cuenta de eso y pensé que estaría bueno hacerlo por los demás", cuenta Diego, hoy cura de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, en Andacollo, departamento de Minas, en el norte de la provincia de Neuquén.
Empezó así a misionar con el colegio y a conocer la obra del cura cordobés José Gabriel Brochero. "Este hombre que fue a buscar a los últimos, los que estaban perdidos, que fue cura donde no había cura -lo define Diego-. Y todo eso comenzó a tomar cuerpo en mi corazón: ¿por qué no seguir este camino? Entré al Seminario Metropolitano de Buenos Aires, en Villa Devoto", dice el sacerdote.
Una enorme tarea
"Ser cura donde no hay cura" es la frase que Diego repite una y otra vez durante la entrevista telefónica que mantiene con LA NACION desde la iglesia donde hoy, a los 38 años, es sacerdote de 22 parajes en el norte de Neuquén.
Más de 1300 kilómetros tuvo que recorrer para llegar a su actual misión: ser cura con base en la localidad de Andacollo, allí donde la Cordillera abraza a la región y regala temperaturas que oscilan entre -25°C en invierno y 30°C en verano.
Pero no fue el clima hostil, ni los caminos de ripio, ni la falta de señal en el celular ni de gas natural a lo que se tuvo que enfrentar Diego.
"Con lo primero que me encontré como cura fue conmigo mismo: yo tenía una tarea enorme y era un pibe, no tenía cintura para un montón de cosas", dice Canale.
¿Cómo fue la propuesta de venir al Andacollo? "En 2009 me ordenan diácono en la Basílica de Luján, vuelvo como cura a la parroquia La Candelaria, en Floresta, y a los pocos meses Bergoglio manda una carta para preguntar qué cura de Buenos Aires quería ir a Neuquén. Me ofrecí, pero como estaba recién ordenado empecé a venir de a poco para curtirme".
Así, tras idas y venidas y con contención de sus pares, Diego le dio el sí definitivo a Bergoglio por cinco años. "Hablé con la gente de acá y me quedé en la parroquia más apartada de Neuquén, una zona donde estoy lejos de todo, pero cerca de Dios", se ríe el sacerdote.
Allí, lejos de todo, Diego se enteraba de una manera peculiar de que una de las figuras más importantes de su vida había sido nombrada sumo pontífice. "Venía andando con la camioneta y se me cortó la señal de la radio justo cuando el periodista había dicho «¡hay papa!», me puse a rezar y cuando volvió la señal escuché una voz que hablaba en italiano y dije «¡este tipo es Bergoglio!», y me empecé a matar de risa. Nunca pensé que iba a llegar a ser papa", recuerda Diego.
Y añade: "Nos volvimos a ver en Roma, cuando me invitó junto a cuatro vecinos que ejercen el rol de bautizadores en los parajes cuando yo no estoy -proceso que luego terminamos juntos en sacramento-. Y fue el reencuentro de un papá con su hijo".
Por el buen camino
A Diego se le entrecorta la voz cuando lo identifican con "el cura Brochero de Neuquén". Es que "el cura que une pueblos", como se recuerda a Brochero -que será canonizado este domingo por Francisco como el primer santo argentino que nació y murió en el país-, es otra de las figuras clave en la vida de Canale. Pero no solamente por su obra.
"Esta asociación la siento como un piropo, pero no porque ande a caballo como él, porque eso puede hacerlo cualquiera. Debe ser por distintos signos que el pueblo ve en mí", dice el sacerdote, y agrega: "Evidentemente si yo voy tras las huellas de Brochero no voy por el camino equivocado".
Diego cuenta que no sólo se identifica con Brochero por la frase del "cura que unió pueblos", sino también porque no se quedaba sólo con el contacto con los lugareños, sino que seguía buscando a todos.
"Se mezclaba con las asociaciones civiles, sin dejar de anunciar el Evangelio y sobre todo queriendo promover un mejor estilo de vida para sus paisanos, y eso es lo que me pasa a mí", afirma el clérigo.
Así, Canale toma todos los días al pie de la letra la premisa del cura cordobés y sale a recorrer, ya sea arriba de la camioneta 4x4, el camión, la mula o el caballo, uno de los 22 parajes de la zona.
"Lo mejor que puede pasar es que el cura no esté en la capilla y que esté trabajando en el terreno. La Iglesia no es un quiosco donde uno tiene que esperar a que la gente venga. Somos hospitales de campaña -como dice Francisco-. Tenemos que salir a buscar a los últimos."
Visita enfermos, familias que tuvieron hijos, va a las escuelas o a las reuniones del consejo regional de la niñez, adolescencia y familia que armaron con la comunidad para abordar en red las diversas situaciones que se plantean en la región.
"La diferencia con la villa de Buenos Aires es que no hay una casa al lado de la otra, pero la miseria en el corazón humano está en una casa de chapa, de adobe y también en Recoleta", concluye Diego.
Qué necesitan
Se puede colaborar con la obra del cura Canale con ropa y materiales para la construcción de capillas. Los interesados pueden escribirle a través de su página de Facebook: www.facebook.com/diegomaria.canale