Juego: ¿por qué es clave que los padres lo incentiven en cuarentena?
Lupe tiene 4 años. Es hija única y antes de la cuarentena iba al jardín, a natación, dos tardes a la semana la cuidaban sus abuelos y, mínimo, tres jugaba con su prima de su misma edad. Hoy, esa realidad cambió: su mundo se redujo a su casa. Los espacios lúdicos quedaron recluidos puertas adentro y a cómo puedan entretenerla sus padres, mientras ambos hacen teletrabajo. El "me aburro" o el "jueguen conmigo" es mucho más frecuente, sobre todo esos días en los que dice sentirse triste porque extraña a sus amigos.
Más allá de las particularidades de cada familia y del contexto socioeconómico al que pertenezcan, la cotidianeidad de la inmensa mayoría de los niños, niñas y adolescentes del país se modificó de forma abrupta con la cuarentena para prevenir la propagación del COVID- 19, incluyendo sus formas de jugar. Hoy, en el Día Internacional del Juego, los especialistas en infancia subrayan que debería ser mucho más que un slogan. Sobre todo en un contexto donde, sin escuelas y limitado el acceso a los espacios de recreación, el rol de los padres y adultos responsables al interior de cada hogar se vuelve fundamental.
Jugar es un derecho indispensable para el desarrollo emocional, afectivo y cognitivo de los niños y las niñas, alimentando la imaginación y creatividad, ayudándolos a conocerse a ellos mismos, enseñándoles a trabajar en equipo o a tener flexibilidad e, incluso, cumpliendo un rol en la prevención de la depresión o los problemas de aprendizaje. Durante el aislamiento obligatorio se vuelve, además, una importante herramienta para bajar los niveles de ansiedad y estrés, transitar tensiones y conflictos, así como para mejorar la convivencia.
"A veces se hace difícil, pero este tiempo ‘extra’ con ella nos permitió compartir mucho más, ver cómo podemos manejar nuestras frustraciones y las de ella; cómo puede cambiar todo si tomamos ciertas actitudes, por ejemplo, cuando se pone mal o pide más atención, dársela, acompañarla, pensar qué le gustaría hacer", cuenta Agustina, la mamá de Lupe.
Beatriz Caba, presidenta y directora de proyectos de la Asociación Internacional por el Derecho del Niño a Jugar (IPA) Argentina, explica que el juego construye la subjetividad. "Forma parte de la concepción de los niños y las niñas como sujetos de derecho e implica no considerarlo meramente como un pasatiempo, sino entender que cuando juegan se está incentivando su desarrollo en un sentido completo", detalla.
Sin embargo, Caba sostiene que, como todo derecho, esa posibilidad está lejos de ser una realidad para muchos niños y niñas. "Puede ser un chico que viva en un barrio vulnerable y tenga que trabajar, hasta uno que pertenezca a un sector privilegiado y esté todo el día solo en la casa", ejemplifica.
Según un informe publicado el año pasado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA, el 12% de los niños, niñas y adolescentes de 3 a 12 años no juega frecuentemente en familia. Por otro lado, se detectaron altos niveles de privación en el espacio de la estimulación emocional e intelectual. Por ejemplo, el 41,9% de los hogares presenta carencia de libros y en el 38% no hay estimulación oral a través de la lectura de cuentos y relato de historias. Además, solo cuatro de cada 10 niños y niñas piden que les lean.
Para habilitar el juego, el adulto tiene un rol importantísimo, generando tiempos y espacios con ese fin. Por eso, durante la cuarentena, según los especialistas es clave no quitarles a los chicos y las chicas esa oportunidad. "Esto va a depender de la conciencia que el adulto tenga de su importancia. El niño tiene que seguir jugando esté en la situación en la que esté, por supuesto que van a cambiar los espacios, los tipos y tiempos de juego", reflexiona la directora de IPA.
De ahí la importancia del acceso a este derecho como política pública, lo que constituye un deber para el Estado (así lo establece el artículo 20 de la Ley 26.061, de Protección Integral de derechos de niñas, niños y adolescentes, y el 31 de la Convención Internacional sobre los derechos del niño y la niña). En ese marco, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) lanzó hoy Jugar, el Programa nacional del Derecho al Juego.
"Es importante que todas las chicas y los chicos tengan garantizado el derecho al juego porque contribuye al desarrollo pleno y saludable de la infancia y la adolescencia y al cuidado de la salud integral. En ese sentido, es imprescindible un Estado presente", asegura Gabriel Lerner, Secretario Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, del Ministerio de Desarrollo Social.
El programa se implementará por etapas. En una primera instancia, durante la cuarentena, se trabajará con familias y organizaciones en la sensibilización sobre el derecho al juego. Luego se iniciará una etapa piloto, en articulación con siete municipios de distintos lugares del país que cuentan con experiencia de trabajo en promoción del juego. El siguiente pasó será aumentar el número de municipios y provincias.
Además, la Senaf lanzó una serie de guías online con recomendacionesdestinadas a las familias, niñas y niños y adolescentes, divididas por edades. Incluyen desde actividades para hacer en casa, hasta recetas de cocina, juego en familia y propuestas en los dispositivos electrónicos. Además, el sitio web del Plan Nacional de Lectura ofrece cuadernillos descargables con cuentos, poesías y textos para diferentes edades.
Aún sin moverse de casa, pueden hacerse muchísimas cosas. "Sentarse a leer con ella y que luego dibuje o relate lo que escuchó y cambie el final de la historia es algo que le gusta mucho. Otra cosa que le encanta es cocinar: experimenta con los materiales, aprende cosas y después pregunta si nos gusta", dicen los papás de Lupe. Además, agregan que desde el jardín el acompañamiento en este tiempo fue fundamental, ofreciéndoles propuestas de juegos y tareas lúdicas que sirven para generar espacios, pero sin presiones.
En esa línea, Caba enfatiza que los docentes tienen la responsabilidad "de no llenarlos de tareas sino darles ideas y formas de jugar". Este es un punto sobre el cual el reconocido psicopedagogo italiano, Francesco Tonucci, también pone el foco. ¿Cómo sacarle el jugo al aislamiento obligatorio y convertirlo en una experiencia pedagógica enriquecedora? La respuesta, para Tonucci, es sencilla: convertir la casa en un "laboratorio" donde los padres sean los asistentes de los maestros y en el que cada espacio, desde la cocina hasta un cajón de fotos viejas, se convierta en la oportunidad de aprender algo nuevo.
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