Desapareció de la puerta de su casa a los 13 y lleva 18 años perdida: “Llevarse a una chica de la provincia era bastante fácil”
Ramona Mercado, conocida como Peli, vivía con sus padres y sus hermanos en su casa de La Rioja; la familia sostiene que la secuestró una red de trata, pero en la Justicia se investigan diferentes hipótesis; qué explicaciones da la fiscal de la causa
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El peor día en la vida de la familia Mercado había arrancado como cualquier otro. Aquel martes 26 de abril, todo transcurría dentro de lo previsto. Los chicos habían ido a la escuela y el matrimonio seguía su rutina: Rubén había ido a trabajar y Beatriz se había ocupado de los quehaceres de la casa. Pero cerca de las 20.30, Beatriz escuchó el rugido del motor de un auto en la cuadra de su casa, ubicada en el Barrio Sembrador de la capital de La Rioja. Minutos después, descubrió que Ramona, alias Peli, la mayor de sus tres hijos, había desaparecido. De aquella secuencia se cumplen, hoy, 18 años.
A pesar de los 216 meses que pasaron desde entonces, el paradero de Peli, que entonces tenía 13 años, es un enigma. Su familia sospecha, desde el primer día, que fue víctima de una red de trata. Pero en la causa judicial conviven, al día de hoy, hipótesis de todo tipo, sin que ninguna de ellas se imponga sobre el resto. Que el panorama judicial sea tan incierto 6574 días después de que Peli desapareciera solo se explica de una manera: la investigación estuvo plagada de fallas desde el principio.
Beatriz Yacante habla de su hija en presente. La describe aplicada, cariñosa y llena de sueños. “Siempre me decía que de grande iba a ser abogada, para ayudar a las personas pobres”, recuerda su madre, que es ama de casa. Aunque quedaba, prácticamente, todo el año lectivo por delante, todo indicaba que Peli sería la abanderada del curso, el último de la escuela primaria. Su mamá tiene guardada la remera de egresada que su hija casi no llegó a usar.
Aquel martes, después de la escuela, Peli se preparaba para ir hasta lo de su tía y su abuelo, que vivían a pocas cuadras de la casa familiar. Planeaba vender cosméticos con la ayuda de su tía y, para eso, tenía que llevarle unos papeles a ella. “No vayas sola, andá con tu hermana”, le pidió Beatriz, mientras se iba a lo de su comadre, que vivía a cuatro casas de la suya. Media hora más tarde, escuchó la acelerada de un auto y se sobresaltó. “Tranquila, es el auto del panadero”, le dijo la mujer. Pero Bety dice que no se quedó tranquila y volvió a su casa.
Cuando vio a su hija menor jugando en el patio, enseguida pensó lo peor. “¿En dónde está Peli?”, le preguntó a su marido, que ya había vuelto de trabajar. Nadie sabía. Los papeles que debía llevar a lo de su tía seguían en su cama. Pero la adolescente no estaba. “Se la llevaron”, pensó enseguida. Así que se fue con Rubén a hacer la denuncia, pero en la comisaría del barrio le dijeron que volviera a las 24 horas. Recién pudieron radicarla durante las primeras horas del día siguiente.
“Peli jamás se habría ido por decisión propia. La subieron a ese auto engañada, o le taparon la boca. Además, se habría ido abrigada, se habría llevado el DNI. Y estaba vestida con zapatillas sin medias, remera y un bucito polar”, recuerda su mamá.
En aquel momento, varios motivos abonaban el pensamiento de Bety. Por un lado, semanas antes de desaparecer, Peli le había contado que un auto con vidrios polarizados y sin patente había estado sacándoles fotos a ellas y a sus compañeras a la salida de la escuela. “Por La Rioja es constante el tránsito de camiones sin ningún tipo de control. La ruta principal de la ciudad lleva directo a Catamarca, Córdoba y San Luis. Llevarse a una chica de la provincia era bastante fácil”, grafica la mujer.
En aquel año, todavía estaba muy fresca en la memoria de todos la desaparición de Marita Verón, ocurrida el 3 de abril de 2002 en Tucumán. Aunque todavía no estaba clara la trama de complicidades que hubo detrás del hecho, su madre había podido reconstruir que se la habían llevado en un auto para explotarla sexualmente. Por lo atroz de la situación, el hecho ya se había cristalizado en el imaginario colectivo como una de las peores pesadillas que un padre o una madre puedan tener: que una hija sea secuestrada con fines de explotación sexual.
“El de Marita fue un caso icónico pero el de Peli también”, reconoce el abogado Carlos Garmendia, asesor de la Fundación María de los Angeles, creada por Susana Trimarco, la mamá de Marita, para buscar a su hija.
Garmendia recuerda que, pocos años después de la desaparición de Peli, Trimarco participó de algunas marchas en La Rioja, que se realizaron pidiendo por su aparición. “En esa época, La Rioja era una cosa espantosa. El negocio de la prostitución estaba en auge, con un sinfín de prostíbulos, uno al lado del otro, en la ruta. En la investigación que se hizo por Marita quedó en claro que La Rioja era uno de los destinos internos de explotación sexual”, agrega el letrado.
El abogado considera lógico que, después de tantos años, aquella pesadilla que se cristalizó tras el secuestro de Marita continúe vigente. “Es cierto que, en todos estos años, se generaron leyes y mecanismos para luchar contra la trata. Pero es un flagelo sigue vigente. Y aunque hoy se vale de otros mecanismos, se sigue nutriendo de la prostitución”, alerta.
Peli es una de las miles de mujeres que faltan desde hace años en el país, que están perdidas o desaparecidas. El Estado no sabe con certeza cuántas son, pero organizaciones y especialistas que trabajan en el tema estiman que son por lo menos 5000 mujeres. Se trata de un fenómeno multicausal, en el que la trata explica un segmento ínfimo de casos. En 2022, por ejemplo, hubo 22 sentencias por causas de trata. Del total de 1552 víctimas rescatadas desde 2009 a la actualidad de diferentes tipos de redes, 979 eran mujeres explotadas sexualmente, de las cuales 142 eran menores de edad.
Desde aquel 26 de abril de 2005, la causa que investiga la desaparición de Peli suma diez cuerpos. La fiscal María Virginia Miguel Carmona lleva adelante la investigación desde 2017. “Una chica de 13 años desaparece y nunca más se sabe de ella. En mis años de carrera, ningún caso me generó tanta impotencia y frustración como este. Pero no perdemos las esperanzas. Seguimos todas las pistas”, sostiene en diálogo con LA NACION.
La fiscal reconoce que, al hacerse cargo de la investigación, se encontró con un expediente que había tenido un recorrido errático, algo frecuente en muchas de las investigaciones de mujeres desaparecidas, con actuaciones cruciales que se habían ordenado a destiempo y otras que, simplemente, no se habían ordenado. Un expediente con pistas que apuntaban en todas las direcciones posibles. Algunas abonaban la hipótesis de la trata, en tanto que otras involucraban al entorno cercano de la adolescente. “Tenemos que investigar todas las posibilidades”, sostiene.
Aunque evita hablar mal de sus colegas, Miguel Carmona sostiene que, durante los primeros doce años de investigación, los investigadores desperdiciaron oportunidades valiosas. “En algún momento, por ejemplo, se realizó un allanamiento en un prostíbulo de Córdoba, en el que se secuestraron diferentes objetos. Tiempo después, esos objetos fueron devueltos a sus dueños sin haber sido peritados”, describe con tono de incredulidad. Por eso, a pesar del tiempo transcurrido, doce años más tarde, había mucho por investigar.
“Todavía hoy, hay muchas versiones dentro y fuera del expediente. Pero hay gente que tiene miedo de declarar, porque La Rioja es un lugar chico y todo el mundo se conoce. Por eso, hace pocos días tomamos un testimonio anónimo”, agrega. Algunas de las pistas que la Justicia desandó en los últimos cinco años apuntaron a otras regiones y otros puntos cardinales. “Lamentablemente, ninguna tuvo éxito”, reconoce.
Entre las medidas que planea tomar, la fiscal anticipa el uso de un geo-radar, para explorar terrenos por los que pudo haber andado la adolescente que eran descampados en 2005 pero hoy están construidos. También, planifica la realización de una autopsia psicológica de Peli, a fin de reconstruir con el mayor nivel de detalle posible la vida y las preocupaciones de la adolescente al momento de su desaparición. “Esto no quiere decir que yo piense que se fue por sus propios medios, sino que quiero conocer hasta el más mínimo detalle de su vida”, explica.
Miguel Carmona reconoce que, en estos 18 años, es mucho lo que cambió ante la desaparición de una persona. “En aquel momento operaba el prejuicio y el desconocimiento acerca de lo claves que son las primeras horas para dar con una persona. Hoy, si me llega la información de que una adolescente falta, enseguida cierro los límites de la provincia y alerto a todo el mundo. Hasta ahora no logramos saber qué pasó con Peli y eso es, por el momento, un fracaso para la Justicia. Tenemos que poder garantizar, al menos, que no le pase a nadie más”, concluye.
Peli tiene un lunar visible a la altura del cóccix (más conocido como “huesito dulce”) y la marca voluminosa de una vacuna en el brazo derecho. Está vigente una recompensa de 500.000 pesos para quienes aporten algún dato que permita dar con su paradero.
A quién podés llamar si tenés un dato sobre ella:
- Podés escribirle al Ministerio de Seguridad haciendo click en este link o llamando a la línea 134.
- Podés llamar al 911.
- Podés comunicarte con la organización Personas Perdidas por whatsapp al 11.4915.9470
- Podés comunicarte con la organización Missing Children al 0800 333 5500